En 1933, la avenida de Guipúzcoa era aún la salida natural de Pamplona hacia la provincia vecina. Hasta fines del siglo XVIII, el viaje se iniciaba a través del puente de Santa Engracia, cuyo arranque se adivina a la derecha de la foto, pero en 1789 el arquitecto municipal Santos Ochandátegui construyó el llamado Puente Nuevo de Santa Engracia, derivando hacia él el tránsito de viajeros. El pueblo soberano bautizó pronto esta obra como Puente de Cuatrovientos, porque junto a él existió un establecimiento, tal vez una posada, que se llamó La Casa de los Cuatro Vientos.

En la imagen de 1933 pueden verse algunas de las viejas edificaciones del lugar. A la derecha se levantaba el molino municipal, que fue transformado en central hidroeléctrica en 1888 y en fábrica de caucho en el año 1940. Se aprecia también la calzada en obras, y un hombre que avanza por ella con txapela y capa o abrigo largo sobre los hombros. Hacia la izquierda se ve el arranque de una amplia zona abierta situada en un meandro del río Arga. En la Edad Media era conocida con el nombre de Kostalapea, pero a partir del siglo XVII comenzó también a ser llamada con el apelativo genérico de Trinitarios, debido al convento de la Orden Trinitaria que existió aquí desde 1664. Aquel edificio fue volado por el Ejército español en 1794, ante la llegada de los franceses a Pamplona durante la Guerra de la Convención, pero su nombre ha perdurado hasta la actualidad en forma de topónimo.

Hoy en día, la zona ha experimentado numerosos y evidentes cambios, lo cual no quiere decir exactamente que haya mejorado. Más bien al contrario. Recientemente han desaparecido los edificios que ocupaban el lugar en 1933, y Cuatrovientos es hoy una zona de intenso tráfico, todo un punto negro de la circulación rodada de Pamplona. Poco vemos de la zona de Trinitarios, hoy en plena expansión, pero al otro lado del río sí se ve el arranque de la calle Marcelo Celayeta, con sus modernos bloques de pisos, y tan solo por encima reconocemos, al igual que en la fotografía antigua, la silueta del monte Ezkaba-San Cristóbal, y el chapitel de la torre de la parroquia de El Salvador (1).

Para terminar, una anécdota jugosa. Los frailes trinitarios que llegaron a Navarra en 1664 habían solicitado, antes de instalarse aquí, que les dejaran construir su convento en el interior de Pamplona, comprometiéndose a cambio a atender a los enfermos del hospital. Los vecinos, reunidos a toque de campana en la basílica de San Tirso, sita en la calle Estafeta, rehusaron la oferta, diciendo que la mayoría de los pamploneses eran vascoparlantes y los frailes no, por lo que no podrían atender debidamente a los enfermos. Hoy en día aquellos pamploneses habrían sido tachados de peligrosos y excluyentes nacionalistas, y Antena 3 habría abierto sus informativos, con gran ostentación y aparato, desde la mismísima puerta de la basílica de San Tirso. ¡Y ojito que no les aplicaran la legislación antiterrorista...!