El dueño del animal y también de la sidrería de la calle Santo Domingo es Ángel Molina, quien señala la particularidad del tamaño de este buey, y recuerda que "hace muchísimos años que no se procedía a un sacrificio de estas características en Navarra". No en vano, el objetivo del anterior propietario del ejemplar, el ganadero Alejandro Goya, era batir un récord criando al buey más grande de Euskal Herria. Sin embargo, Goya observó que en el último mes y medio el astado no engordaba más, y por ello decidió intentarlo con otro animal y procedió a su venta, ya que, según explica Molina, "mantener a un animal que lo tienes en el campo sin producir nada sale muy caro". No obstante, el deseo del anterior propietario de cebarlo ha prolongado la vida de este buey hasta los seis años, ya que lo habitual es que se sacrifiquen con la mitad de tiempo.

Una vez se dé muerte al buey, de origen asturiano pero que se ha criado en Legorreta (Gipuzkoa), su carne se dejará macerando en una cámara durante al menos 25 días. "Recién sacrificado no se le puede hincar el diente", explica Molina, quien relata que hay que esperar hasta que "los músculos se suelten". El hostelero espera extraer del ejemplar dos cintas de 25 chuletones, cada uno de ellos de entre tres y cuatro kilos de peso. "El último buey que compramos pesaba 900 kilos y sacamos chuletones de tres kilos, así que con este llegaremos casi a los cuatro", aventura Molina. Las chuletas las vaticina en entre dos y dos kilos y medio de peso.

Pero el tamaño no es lo único que importa, y por ello Molina destaca que "el buey tiene un sabor que a la gente le gusta mucho, aunque la vaca vieja también es muy buena". El hostelero, que anteriormente trabajó como carnicero, señala que "ya prácticamente se matan muy pocos bueyes", y recuerda que en otros asadores los chuletones de buey se han llegado a pagar a 40 euros el kilo. Sin embargo, en el Zaldiko Molina ofrecerá la carne de este ejemplar "a los clientes habituales, para que la prueben".