Con el frío, los castañeros toman las calles
Desde el 1 de octubre pamplona huele de nuevo a castaña asada, otra señal del inicio del OTOÑO en la ciudad
"Desde finales de septiembre o principios de octubre. Al inicio del otoño", cuenta Joseba Echarri que comienzan a colocar las castañeras. "Aunque en Navarra la temporada empieza antes porque la castaña de Baztan cae primero", añade el vendedor que desde hace 20 años se sitúa junto a la iglesia de San Ignacio.
El cambio de vestuario, guardar camisetas de tirantes y sacar abrigos; las hojas marrones por los suelos; el paraguas en mano o dentro del bolso, por si acaso; las terrazas de los bares cubiertas y con calefactores... son algunas de las señales urbanas que descubren que el verano ya quedó lejos. Y en la ciudad, por varios rincones, una de las marcas de esta estación es el olor a castaña asada. Es frecuente ver filas de personas bajo una suave luz y junto al calor que desprenden los hornos de carbón de las castañeras, esperando a ser atendidos para, bien comprar una docena, bien llevarse "una mitad" de este fruto seco de temporada, cuyo precio varía entre 2,30 y 2,50 euros la primera opción y 1,50, la segunda.
Miguel Martínez Chocarro, castañero que lleva 24 años vendiendo en la plaza Merindades, expresa que "después de la ferretería (de la plaza), soy el veterano. He visto cambiar casi todos los comercios". Hijo de castañero -su padre es el vendedor de la locomotora ubicada en la calle Comedias-, relata que "lo he mamado desde pequeño", pero, en referencia al trabajo al aire libre, "sobre todo, para estar aquí, te tiene que gustar". En Pamplona hay tradición de castañas y lo afirma Echarri: "La gente las compra, las espera y se venden; el frío mejora las ganas de castañas". Este cuentacuentos, puesto que completa su labor de vendedor con visitas a colegios en su pequeño escenario-castañera lleno de luz para narrar las historias de El enanito Fermín, comenta que "quizá lo que se note no sea que se venda menos por la crisis, sino que desde hace años en Pamplona hay menos trajín por las noches". Relata esto en alusión a su horario, y al de la mayoría de los puestos, de 16.30 a 21.30 horas, cuando "antes cerrábamos hacia las diez, porque en otoño e invierno, cualquier día de la semana, por aquí, por el Casco Viejo, paseaba más gente".
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