Avenida de San Ignacio y casa Baleztena, 1910
EN 1910 la avenida de San Ignacio no era aún sino un adelanto de lo que, años más tarde, se convertiría en el nuevo Ensanche de la ciudad. Tal vez por ello, a lo largo de los años, fue experimentando una serie de radicales transformaciones que atraían la atención de los fotógrafos de la época. Por lo tanto, tampoco es casualidad que sea esta la sexta vez que nos ocupamos aquí de diferentes aspectos de tan céntrica y castiza calle.
En primer plano vemos la central de los automóviles de la casa Hispano-Suiza, a cuya puerta han aparcado uno de sus últimos modelos, el llamado Alfonso XIII 45 CV de 1910, mientras que el de detrás podría ser un Omnibus 20 CV fabricado por la misma casa en 1908. El conductor del primero de los vehículos se ha girado para mirar al fotógrafo, al tiempo que él mismo es observado por tres personajes apostados en la acera, uno de ellos uniformado, así como por una niña pequeña que se asoma al balcón del segundo piso. Como la imagen fue obtenida en invierno, los árboles permiten ver la fachada de Diputación, mientras que al fondo de la calle vemos el inmueble conocido como casa Baleztena. El edificio fue al parecer construido por unos hacendados italianos, que luego se lo vendieron a Nazario Carriquiri Ibarnegaray (1805-1884), banquero y ganadero pamplonés, fundador de la famosísima y celebradísima ganadería brava de Carriquiri. Posteriormente, en 1852, la casa sería adquirida por los Baleztena, conocida familia pamplonesa de origen leitzarrra.
HOY EN DÍA el principal cambio operado radica en la desaparición del inmueble que albergaba las oficinas de la empresa Hispano-Suiza, que ha sido sustituido por un bloque moderno y totalmente extemporáneo, como podrá apreciar cualquier persona con un mínimo de sensibilidad. Los árboles ocultan la fachada principal del Palacio de Navarra, pero vemos en cambio en su sitio la casa de la familia Baleztena.
Seguramente su miembro más destacado haya sido Ignacio Baleztena Ascárate (1887-1972), también conocido como Premín de Iruña. Fue abogado, concejal y diputado carlista, y un activo conspirador contra la República. Situado evidentemente en las antípodas ideológicas de quien esto escribe, diré no obstante que se trata de un personaje indispensable para entender la idiosincrasia de Pamplona y la de los actuales Sanfermines. En su currículo anotaremos ser fundador de la peña Muthiko Alaiak y de la Cabalgata de Reyes Magos, impulsor del Riau-riau, revitalizador de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, promotor del monolito a los defensores del castillo de Amaiur, vocal de la Sociedad de Estudios Vascos, partidario del Estatuto Vasco para Navarra y fecundo escritor de temática pamplonesa. Ah, y fue él quien compuso la letra del Uno de enero, dos de febrero, tomando para ello la tonadilla de la canción del Olentzero. Lo dicho, un enamorado de Pamplona y un tipo curioso y singular, a quien hoy, con las fiestas recién terminadas, me apetecía recordar.
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