Son mujeres mayores, algunas fueron modistas profesionales, y otras, simplemente, aprendieron corte y confección de niñas, como era menester en su época. Todas ellas dan vida al ropero La Providencia. Ubicado en la casa de las Hermanas Mayores de las Hijas de la Caridad, en el Casco Viejo pamplonés, junto al palacio arzobispal, es uno de esos lugares que rezuma alegría y buen ambiente:“Cantamos, rezamos el rosario o nos contamos nuestras cosas mientras cosemos”, explica Maritxu Echandi, una de las veteranas de este taller solidario del que cada año salen en torno a 200 kilos de prendas infantiles con destino a misiones en distintas partes del mundo.
La hermana María Jesús, monja de la Caridad, explica que el ropero La Providencia data ya de hace 50 años. “En la década de los 70, al principio se recogía ropa de los donantes y se repartía a todas aquellas personas que lo solicitaban. Este sistema funcionó unos años y, en torno a 1980, dio otro giro”. Así lo detalla la religiosa que gestiona este servicio, quien añade que fue entonces cuando “se formó un ropero de acuerdo con las necesidades que nos exponían los religiosos misioneros cuando venían a visitar a sus familias por vacaciones”.
A partir de ahí, se centraron en unos países en concreto, como Bolivia, Chile o Ruanda. “Actualmente mandamos cajas de 20 kilos”, dice. Los envíos se hacen tres veces al año, por lo que cada año se calcula que embalarán unos 200 kilos. “Principalmente son vestidos, pantalonetas y otras prendas que traen las voluntarias, que reparamos o rehacemos”, cuenta.
En torno a media docena de mujeres confeccionan en la actualidad las prendas:“Ahora mismo vienen dos veces a la semana, de 16.30 a 19.00 horas. Entre ellas hay muy buena armonía y colaboran con mucha alegría y generosidad, aportando material, hilos, botones, telas, etc.”, describe la hermana María Jesús. Aunque también reciben donaciones desinteresadas de comerciantes de la ciudad: “Hace unos meses el señor Ciga (el popular comercio de la calle Zapatería que cerró en 2010) nos donó un surtido de stock de telas variadas que tenía almacenado, lo que nos ha permitido seguir confeccionando asiduamente”, añade. Ylas prendas no paran de salir de las máquinas de coser de estas voluntarias.
Maritxu Etxandi, nacida en Oieregi y además txantreana, es la más veterana de las voluntarias de La Provindencia. A sus 88 años, le basta un par de días para confeccionar un vestido de niña: “A mí me hace mucha ilusión”, dice y añade: “Lo hacemos con mucho cariño y como a ellas les gusta. Con bolsillicos, puntillas, adornos... Y, sobre todo, de muchos colores”.
Maritxu lleva cosiendo desde que era moza. Siempre ha sido modista. Aprendió con la famosa diseñadora Seve Urrutia: “Doña Seve tuvo un costurero en la calle Arrieta 16, y después en García Castañón, 4. Todas íbamos ahí. Yo cumplí 20 años allí y ahora tengo 88, ¡calcula los que llevo cosiendo!”. Ella es la que monta los vestidos, mientras que Tere Urtasun, otra de las veteranas, es la que corta y hace los patrones.
"Nos entretenemos y hacemos una labor bonita"
Llegó hace más de diez años al ropero pamplonés de La Providencia de la mano de una amiga, Maritxu Larramendi:“Me dijo ‘¿por qué no vienes con nosotras?’ Y en buena hora, porque estoy muy entretenida y hacemos una labor bonita. ¡Les mandamos unas cajas que da gusto verlas!”.
Y desde allí les responden, agradecidos, los pequeños: “Nos envían fotos de las niñas con nuestras ropicas, y nos hace mucha ilusión”. Maritxu acude al ropero dos días a la semana, aunque en mayo ya cerró el ropero hasta septiembre. Ella, que no para, aún continúa con la tarea en casa:“Hace poco mandé 66 vestidos de crías al ropero”, cuenta y añade:“Hemos estado haciendo mucha cosa con ropa usada, pero ahora Ciga nos ha donado tanta tela que no paramos. Telas muy bonitas y buenas. Yahora estamos cosiendo todo nuevo, vestidos de crías de hasta 10 años. Ana Mariezcurrena hace pantalones, mandamos camisetas también...”. A Maritxu, le acompañan Ana y su hermana Amparo Mariezcurrena, Ángela Iturralde, Tere Urtasun..., la hermana María Jesús, y la que quiera ir.
Ya se han dado un descanso, hasta septiembre: “Cada final de curso, la delegación de Misiones convoca una reunión para todos los roperos que hay en Pamplona y algunos barrios de cara a evaluar lo que se ha realizado durante el curso y se termina con una comida”, concluye la hermana María Jesús.