Hospital de guerra en el Seminario, 1936
EN 1936 Pamplona se encontraba inmersa en un ambiente de guerrera ebullición, y esto condicionaba todos los aspectos de la vida de sus habitantes. Así, por ejemplo, en abril de aquel año se había terminado el nuevo seminario de San Miguel, pero los jóvenes aprendices de clérigo apenas habían podido disfrutar de su flamante edificio durante dos meses. Para el mes de octubre, y ante la avalancha de heridos que llegaban procedentes de todos los frentes de guerra abiertos por el Glorioso Alzamiento, el inmueble tuvo que ser transformado en hospital de guerra, antes incluso de haber sido inaugurado de forma oficial, y así permanecería hasta el final de la contienda, en 1939.
Según hemos podido saber, este improvisado centro sanitario fue impulsado por la Junta Central Carlista de Guerra, y el 80% de la plantilla estuvo formado por mujeres, debido a la movilización generalizada del personal masculino. El centro llegó a contar con 1.450 camas, lo cual le convirtió en el mayor hospital de la historia de Navarra. Tuvo 32 salas de medicina y cirugía, un centro de rehabilitación y un tribunal de evaluación médica con capacidad de conceder bajas y altas. Todo era poco para hacer frente a la inmensa carnicería que, entre la población de Navarra, habían montado conspiradores militares, fascistas notorios, carlistones de misa diaria y clérigos trabucaires con denominación de origen.
HOY EN DÍA el edificio del Seminario sigue en su sitio y, a decir verdad, nada hace pensar que entre ambas fotos medie la friolera de 78 años. El inmueble había sido diseñado por el arquitecto Víctor Eusa, que planeó una fachada con forma de descomunal cruz latina. Corrían los tiempos de la Segunda República, y había que dejar claro que, incluso cuando en el estado español se tendía hacia un laicismo progresista, Navarra había de ser diferente. Hoy en día, con las vocaciones en franco declive, el adusto edificio paga las consecuencias del expresionismo religioso con el que se concibió, pues su adaptación a otro tipo de usos resulta poco menos que imposible. De este modo, en la actualidad el inmueble alberga usos múltiples como residencia de sacerdotes ancianos y sede del diario La Verdad, y hasta ha alojado los estudios de una cadena privada de televisión. Ya ven, sic transit gloria mundi?
Ah, y en cuanto a los conspiradores que llevaron a Navarra al abismo de 1936, tan solo queda decir que sus herederos biológicos e ideológicos siguen entre nosotros, y que continúan además llevando las riendas de la política en Navarra. Superaron la llamada Transición sin torcer el gesto y pasaron, de moquear llorosos por la muerte de Franco, a constituir la élite política del nuevo régimen, señalándose ufanamente el pecho mientras aseguran que ellos son, en realidad, los verdaderos demócratas, los de toda la vida. Manda huevos, que diría aquél...
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