pamplona - El pasado fin de semana fue el acontecimiento para el que se habían estado entrenando durante un par de días, preparándose en el manejo de unos pequeños gigantes de madera que la Comparsa de gigantes y cabezudos de Huarte pone a disposición de los más pequeños de cara a fomentar su práctica. Las sesiones, de apenas una hora de duración, permitieron a los ilusionados txikis conocer unas cuentas lecciones teóricas y prácticas sobre lo que supone controlar las figuras y bailar con ellos dentro, con la idea de participar en los actos festivos que la localidad comenzó a celebrar el 19 de septiembre.

Aunque no fueron clases en el sentido literal de la expresión, los implicados se lo tomaron como si lo fueran, con la ilusión y la intensidad que solo son capaces de experimentar los niños y niñas con lo que les gusta de verdad. Y con los gigantes, la escala llega en muchos casos a la pasión.

No hace falta más que ir a cualquier localidad navarra en fiestas y darse una vuelta por la celebración de turno para comprobar que la presencia de una comparsa de gigantes y cabezudos garantiza la asistencia masiva del público infantil. No falla. Lleva siendo así desde hace tiempo, y aunque no termina de estar claro del origen de esa atracción irrefrenable que muchos niños y niñas experimentan hacia esas figuras tan gigantes, lo que resulta incuestionable es que cada vez cuentan con más seguidores y más incondicionales.

Lo sabe bien Laura Aznar, vecina de Huarte y ahora concejal, que en los últimos once años se ha dedicado -entre otras muchas actividades- a enseñar a los chavales de la localidad y de otras cercanas a bailar a estos personajes tan peculiares. Comenzó con la comparsa mayor, pero pronto se dio cuenta de la importancia de cuidar a la cantera porque solo de lo que ahí salga se puede garantizar la continuidad de una de las costumbres con más arraigo popular.

Así que se puso a organizar unos cursillos para ir practicando los bailes más solicitados y no ha parado desde entonces. Calcula que en este tiempo habrán pasado más de doscientos chavales, que le han proporcionado, además del cariño y reconocimiento de sus vecinos, momentos de indudable satisfacción. “Lo más importante es ver lo contentos que vienen a esta actividad. Muchos de los niños suelen acudir a ver los gigantes en las fiestas de los pueblos y barrios y cuando lo pueden hacer ellos mismos y experimentan la sensación de meterse dentro de un gigante se les ve muy felices. Pero la verdad es que faltan voluntarios con los gigantes mayores”, comentó Laura.

Los últimos comenzaron hace dos semanas a entrenar en el local que tienen a su disposición y donde la comparsa guarda sus gigantes. Separados por edades, desde 4 años hasta 14, Laura se encargó de confeccionar un calendario con las fechas de entrenamiento de cada grupo. A la hora prevista, puntuales como un reloj helvético, los txikis acudían a su turno de clase, emocionados y responsabilizados, con ganas de convertirse por un rato en un miembro de pleno derecho de la Comparsa de gigantes de Huarte.

Más que bailar, el primer reto que tienen ante sí los chavales es poder mover la estructura con ellos dentro. El agarre y el equilibrio son lo fundamental. Las vueltas y el ritmo vendrán más tarde, ya que como toda actividad exige práctica y destreza. Y mucha afición, pero eso es algo que de momento los txikis disponen en abundancia.

En Huarte disponen de una cantidad importante de gigantes txikis -casi una veintena y con estructuras poco pesadas- lo que permite distribuir las figuras por edades. El sábado tuvieron su primera convocatoria. Acompañados por los integrantes adolescentes de la Comparsa, que también colaboran en que todo marche bien, todos los chavales de Huarte acudieron al frontón para participar en el acto con los grupos festivos de la localidad. El domingo tuvo lugar la salida de la Comparsa, cuya vanguardia estaba compuesta por un sinfín de figuras de madera pequeñas. Y dentro de cada gigante un montón de ilusiones. El relevo parece asegurado, como se pudo comprobar con la masiva asistencia de familias y vecinos al acto matutino. La escuela de gigantes marcha, vaya que si marcha.