El ascensor de Etxabakoitz deja espacio para el recuerdo
Un monolito situado en el lugar donde se van a construir los nuevos elevadores para el barrio seguirá en el parque tras una gestión de los vecinos y el Ayuntamiento
El monolito está situado justo en el lugar en el que está proyectado construir el acceso a los dos nuevos ascensores de Etxabakoitz, donde hoy llegan las primeras excavadoras para el inicio de las obras. Fue colocado allí por los amigos y familiares de César Nieto Jiménez, montañero del barrio fallecido en 2001 cuando ascendía al Pumori -un pico nepalí de 7.161 metros- y ha permanecido desde entonces erguido en un pequeño montículo situado en la calle Virgen del Soto, con la compañía de unos cuantos árboles y un coqueto jardín que sus allegados plantaron y han sabido mantener cuidado.
Durante estos años, y pese a algún intento de las autoridades en el pasado por acabar con varios de estos recordatorios diseminados por la ciudad, el monolito de César Nieto ha podido mantenerse a salvo para el recuerdo de su madre, de sus hermanos, familiares y de sus amigos del barrio; protegido con mimo en este rincón olvidado de Pamplona por el que apenas transitan a diario unos pocos vecinos.
Es un reflejo de la historia misma de Etxabakoitz, barrio que ha permanecido durante años al margen de las mejoras que sí alcanzaron a otros de la ciudad y cuyo desarrollo sigue pendiente del plan urbanístico de la futura estación del ferrocarril, que a día de hoy no está definido ni tiene pinta de que lo pueda estar a medio plazo.
Para los vecinos de la zona, la construcción de los elevadores constituye una necesidad después de tantos años de abandono y de falta de actuaciones municipales.
Nadie discute su instalación. Forman un vecindario mayor, escaso de juventud y muy pocos niños. Los jóvenes que hubieran deseado seguir residiendo en el barrio tuvieron que marcharse a otros puntos de la Comarca donde las ofertas de vivienda se amoldaban mejor a sus necesidades, lo que ha traído un paulatino e inexorable envejecimiento de sus residentes.
Allí hay 630 viviendas situadas en las calles Virgen del Soto, San Raimundo, Nicanor Beistegui, Teodoro Ochoa de Alda y Concepción Benítez, distribuidas en plataformas a diferentes alturas y comunicadas por escaleras. Hay cuatro terrazas a distintas alturas y desde tres de ellas se acceden a portales. Desde la plataforma inferior hasta la superior hay un desnivel de 21 metros.
El primer nivel, el más cercano a la avenida de Aróstegui, carece de portales. De allí parte la rampa existente en la actualidad que presenta un recorrido largo y que para llegar hasta las viviendas de la cuarta terraza dibuja pendientes de entre el 6 y 13%. En un segundo nivel hay cinco portales; en el tercero quedan tres y en un cuarto se ubican dos portales y una zona de juegos infantiles.
movilidad complicada Con esta escarpada orografía urbana es sencillo comprender que no resulte nada fácil manejarse por la zona a muchos de los residentes ni superar el desnivel existente entre la parte alta a la baja, dificultades que se acentúan en el caso de las personas mayores de edad para llegar, por ejemplo, al centro de salud. De ahí que el anuncio y la posterior aprobación del proyecto para la instalación de los dos ascensores supusieran un alivio para el vecindario, que de esta forma vio mejoradas algo sus posibilidades de movilidad y condiciones de vida.
Sin embargo, al conocerse el detalle del proyecto se comprobó que el ascensor inferior se iba a instalar justo en el lugar que ocupa el monolito en recuerdo de César Nieto, por lo que comenzaron las gestiones de los amigos y familiares para tratar de salvarlo.
Han tenido suerte si se tiene en cuenta lo que hubiera podido suceder no hace demasiado tiempo con una sugerencia de estas características: en el mejor de los casos hubiera caído en el olvido; en el peor, con las excavadoras arrancando la maciza piedra del monumento sin previo aviso. Ahora, sin embargo, han recibido la comprensión de las autoridades y también de la empresa responsable de la obra, Arian Construcción, cuyos empleados han estado mirando con los familiares lugares alternativos para su colocación.
Tan buena acogida recibió la iniciativa que un empleado municipal del área de Conservación y Obras se desplazó el viernes al lugar para hablar del asunto con los vecinos y familiares. Acudió Milagros, la madre de César, para quien el monolito constituye un recordatorio cercano de su hijo, cuyo cuerpo, como el de sus cuatro compañeros de cordada, quedó para siempre sepultado por un alud a más de 6.000 metros de altura.
“No quiero que el monolito suponga un problema. Todos en el vecindario queremos que pongan los ascensores y yo la primera, porque con los problemas de rodilla que tengo no puedo moverme mucho. Lo único que quiero es saber si se puede cambiar de sitio y si no se puede, al menos me gustaría que lo pudiera trasladar a otro lugar”, comentó Milagros.
De sus ojos saltaron algunas lágrimas al recordar que al día siguiente, sábado 17, se cumplían catorce años de aquel trágico accidente y ver allí a varios de los amigos de la cuadrilla de su hijo en el lugar le terminó por emocionar. La entrevista con Fermín Ibarrola, el enviado del Ayuntamiento, fue muy cordial y breve. Planteó a la familia dos posibles ubicaciones para la colocación y se ofreció incluso a facilitar la maquinaria necesaria para sacar la mole de piedra, un ofrecimiento nada desdeñable a tenor de lo manifestado por un sobrino de Milagros, que recordó a los presentes que en la colocación del monolito se utilizaron más de dos metros cúbicos de hormigón en el cimentado para impedir, precisamente, que fuera arrancado.
Milagros fue la que decidió que el monolito se instale a unos pocos metros del espacio que ahora ocupa, pero en el mismo arbolado que los vecinos se ocuparon de cuidar y que antes servía de plaza de reunión para los jóvenes del barrio. Allí seguirá por el empeño de un barrio que quiso homenajear a uno de los suyos que también trabajó mucho por él.
Dos elevadores para el desnivel
Parada intermedia. El proyecto elegido para sortear las cuatro terrazas presenta dos ascensores. El primero salvará una altura aproximada de ocho metros y tendrá un desembarco de 180 grados, es decir, los usuarios descenderán por el lado contrario al que accederán. Desde este lugar se podrá continuar hacia el embarque del segundo ascensor. Este segundo ascensor también tendrá una puerta de entrada y otra de salida y realizará dos paradas intermedias, alguna de ellas con menos de dos metros de diferencia respecto a la anterior. - K.G.
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