ansoáin - Loubna Zouafi ha conseguido escolarizar a sus hijos. El resto de la historia es pasado y ella cree en el futuro. Empieza el año con estrella. Sus tres pequeños tienen techo, comida, se preparan para afrontar el futuro y han hecho cuadrilla en su nuevo municipio de acogida. Quizás pocos sepan cuando la ven por las calles de Ansoáin orgullosa de sus tres criaturas que para ella es un lujo navideño tener una cama por cabeza donde dormir, algo que parecía imposible hace apenas unos meses. La obra social de la PAH ha conseguido “recuperar” una vivienda de una entidad financiera que llevaba varios años abandonada (calle Canteras), y ante la falta de otras alternativas habitacionales, es ahora su vivienda. Natural de Casablanca (Marruecos) vino de Huesca con sus tres hijos menores huyendo del maltrato de su marido, también de origen marroquí, con una orden de desahucio y otra de alejamiento. En Barbastro halló refugio durante cierto tiempo gracias al apoyo de una orden religiosa. Después encontró trabajo en Navarra como ayudante de cocina y los cuatro se mudaron a nuestra comunidad malviviendo de alquiler (dos meses). El 31 de octubre tuvieron que abandonar su vivienda de alquiler en la calle Mendikur de Ansoáin (desalojo judicial). En poco tiempo los problemas crecieron. La persona que le realquiló la habitación (280 euros al mes) que compartían los cuatro (dos en el suelo y otros dos en la cama, por turnos) sólo quiso empadronar a la madre y a la hija. Después le exigió dinero para darles de alta pero nunca logró censar a la familia al completo. Tampoco le admitieron a los pequeños en el colegio al no estar empadronados. Loubna acudió a los tribunales para demandar al arrendatario por sus prácticas “mafiosas” y por una “agresión” y, si bien la Justicia no le dio la razón, fue el mismo juez que llevó su caso el que, al comprobar la situación de una madre acompañada de menores, movió los hilos necesarios -a través de la asistenta social- para que los tres niños pudieran acudir al colegio superando así los obstáculos administrativos que ha habido hasta el momento. “Tengo que dar las gracias al juzgado, a Cáritas, a la PAH, a todos los que me han ayudado. De pronto se me cerraron todas las puertas y me vi en la calle...”, admite. Ella y su familia no encontraron ningún recurso o casa de acogida para mantenerse a cubierto tras el desahucio del pasado 31 de octubre. La Policía Municipal de Pamplona le entregó unos vales para poder dormir en una pensión al menos durante una semana y, poco después, un miembro de la PAH les ofreció su vivienda, el mismo domicilio donde se acabaron empadronando. “Pasamos miedo en la pensión, no era el sitio adecuado para mis hijos y gracias a Jesús y Iosune logramos tener una vivienda en condiciones”. También consiguió becas para el comedor. Una de las soluciones que se le planteó por parte de las administraciones era “separarme de mis hijos, llevarlos a una residencia pero yo tenía claro que antes moría que abandonarlos. He vivido situaciones muy difíciles con mi expareja y el hecho de separarme me valió el repudio, no sólo como reza en la sentencia, sino de todo el entorno social y familiar que tenía en Huesca. Sin mis hijos me muero”, subraya. El día 2 de diciembre encontró las llaves de la nueva cerradura de la vivienda de Ansoáin.
obra social “Por increíble que parezca, las administraciones no han sabido encontrar una solución a este caso”, destaca Jesús Torres, de la PAH de Ansoáin. “Nosotros no queremos abusar de esta entidad. Al igual que en otros casos queremos pagar un alquiler social aunque sea simbólico, en función de los ingresos. Tenemos claro que esta mujer no hubiera salido adelante de no ser por el apoyo de Cáritas, del París, de Traperos, de la PAH y toda una red de apoyo social con la que ha contado”, subraya. “A través de convenios de cesiones de uso el Gobierno foral debería mover las viviendas vacías que tienen los bancos. Sabemos que la ley de 2013 está recurrida en el Constitucional por culpa del PP y que penalizaba las viviendas vacías con multas que irían en aumento, pero hay que buscar otras fórmulas cuando existen más de 5.000 viviendas vacías en Navarra”, remarca. “No estamos hablando sólo de las necesidades de la PAH, de desahucios, sino también de jóvenes que no se pueden emancipar, de familias desestructuradas... estamos ha-blando de un derecho fundamental”, abunda. “Nosotros lo llamamos recuperación. Es una decisión difícil de adoptar, tiene sus riesgos porque la propiedad lo puede denunciar como un delito de usurpación pero nosotros queremos que se avengan a negociar para dar un uso a estas vivienda por parte de quienes más lo necesitan”, precisa.
Loubna pasó por la humillación de ser una mujer separada entre la comunidad musulmana de Barbastro. “Algunas me escupían al pasar, me llamaron de todo por no hacer caso al marido...pero yo estudié en mi país bachillerato y Derecho y he sido siempre una mujer luchadora. Soy creyente y aunque no llevo chilaba ni pañuelo ahora me quiero cubrir la cabeza, ahora que nadie me obliga. Me sentía más libre en Casablanca que aquí, cuando llegué a Huesca y no podía ni salir con amigas”, explica. Ahora tiene ganas de vivir de nuevo, mucha ilusión y coraje. Quiere encontrar un trabajo y salir adelante. “Me siento arropada de verdad y ya no tengo miedo”, asevera.