pamplona - Julio Montañana tiene 18 años y desea tener su función de teatro, “aunque sea un día a la semana”, y que el público sea feliz al ver sus obras, como lo es él cuando las interpreta. Este sueño empieza hoy en Málaga, en la Escuela Superior de Arte Dramático.
Desde que cursaba cuarto de Primaria en Vázquez de Mella, Julio no ha dejado de hacer teatro. Ahora recuerda con una sonrisa su primer gran personaje, Calamidad, un gato enamorado: “Estaba en sexto de Primaria. De vez en cuando, el colegio preparaba una gran obra con la orquesta, que ese año fue Miaumor, historia de un gato enamorado. Llegamos a actuar en el Auditorio de Barañáin y en Baluarte”. Pero cuando decidió dedicarse a las artes escénicas fue en Plaza de la Cruz. El navarro, de sangre ecuatoriana, por parte de madre, y valenciana, por parte de padre, compaginó sus estudios de ESO y Bachiller con el Taller de Teatro del instituto. “Los dos primeros años en Plaza de la Cruz dejé el teatro un poco de lado. En tercero lo retomé. Fue entonces cuando decidí hacer Bachiller de Artes escénicas y luego estudiar Arte Dramático”.
Para Julio, el teatro es alegría y asegura que sin él no hubiese vivido tantas experiencias. Experiencias como la de junio, cuando la actriz Silvia Marsó le comunicó que había ganado el premio Buero de Teatro Joven a la Mejor interpretación a nivel nacional. Estos galardones, a los que el Taller de Teatro de Plaza de la Cruz lleva presentándose unos años, son financiados por la Fundación Coca-Cola: “El concurso consta de dos fases. La primera, a nivel autonómico y la segunda, a nivel nacional. Hacemos la obra, la grabamos y la enviamos. Luego, las mejores obras de cada comunidad autónoma compiten entre ellas, y las tres primeras clasificadas se interpretan en Madrid”, explicó el joven. “Nosotros quedamos segundos en la primera parte del certamen. Pero, aparte, otorgan premios a la mejor iluminación, al mejor director... Y a mí me dieron a la mejor interpretación. Cuando me llamó la propia Silvia Marsó a contármelo -que antes se había reunido para decidirlo con actores de la talla de Anabel Alonso o Emilio Gutiérrez Caba- no podía creerlo”, añadió Julio.
El mérito se lo llevó interpretando a Angelo Provolone en Oscar: una maleta, dos maletas, tres maletas. Así, se puso en la piel del patriarca de una familia italiana en EEUU, un personaje que menciona con mucho cariño.
El premio se materializó en cuatro días en Madrid: “Fuimos a la gala y nos dieron un cursillo intensivo de interpretación, de maquillaje, de vestuario... Fue muy bonito, conocimos a actores y directores, estuvimos en el Valle Inclán -uno de los Teatros más conocidos- y pudimos hasta tocar trajes que han sido utilizado en obras importantes y que los han vestido famosos como Carmen Machi”, relató la joven promesa de los escenarios.
“indescriptible” A la escuela superior de Málaga accedió a través de dos pruebas, una teórica y otra práctica. Y por si no fuera poco, a la vez se preparó para hacer la prueba de acceso a la universidad: “Hice las pruebas en Málaga porque conocía a otros alumnos de Plaza de la Cruz que estaban muy contentos allá. Además, en cada Escuela Superior las pruebas son diferentes y con Selectividad de por medio no podía preparar más cosas”.
A Julio el teatro le ha aportado, sobre todo, satisfacción personal. Para él, la sensación de ver a los demás disfrutar con su trabajo es “indescriptible”. Ahora se lleva a Málaga el Taller de Teatro del instituto: “Si no hubiese entrado, ahora no estaría aquí, y tengo que agradecérselo todo a mis compañeros”, concluyó.