pamplona - La asociación Bizilur vuelve mañana a la carga con su mercado agrario estacional. De 10.00 a 14.00 horas, sus integrantes ocuparán el cruce de Carlos III con la avenida Roncesvalles con un objetivo más claro que nunca: concienciar sobre un consumo sostenible que apueste por el beneficio del conjunto de la sociedad y que huya de las compras especulativas que destruyen nuestro mundo. “Llega Navidad y esta feria la organizamos en este contexto”, explica Aritz Gamboa, miembro de Bizilur.
El sector primario ha sido una parte fundamental de la economía. Antes, gran parte de la población subsistía en los pueblos del trabajo del campo hasta que se produjo el éxodo rural: “La gente emigró a las ciudades y dejó los oficios tradicionales. A raíz de ello, la industrialización del sector puso en peligro la supervivencia de los pequeños agricultores y ganaderos”, esclareció Imanol Ibero, otro de los componentes de Bizilur.
Por ello, pequeños productores navarros que hacen una agricultura y ganadería concienciada con el medio ambiente se unieron para formar el colectivo hace alrededor de seis años con el fin de mantener y desarrollar la cultura agraria rural. “Encontramos varias iniciativas que estaban naciendo a nivel local y quisimos darles cuerpo a través de Bizilur. Nuestra dinámica responde a un proyecto del que EHNE (Euskal Herriko Nekazarien Elkartasuna) es parte. Se llama ARCO, Agricultura de Responsabilidad Compartida, y la voluntad de Bizilur es llevar a cabo actividades con las que podamos, precisamente, compartir y repartir esa responsabilidad con la sociedad”, describió Gamboa.
Al igual que él e Ibero, Alejandra Ruiz, Lorenzo Sarratea, Marta Pérez, Fulgen Sutil, Ángel Linzoáin y Mariana Cunchillos son pequeños baserritarras que trabajan su propia materia prima, en una explotación agrícola o ganadera, para comercializar sus productos a través de un trato directo con el consumidor. “Potenciamos la venta directa empleando canales cortos de comercialización que favorecen una relación directa y estable entre el productor y el consumidor”, afirmaron. De hecho, uno de sus objetivos es establecer relaciones de confianza en la cadena de valor alimentaria que generen nexos de unión entre el pueblo y la ciudad ofreciendo un producto que permita a los pequeños agricultores y ganaderos que el campo siga siendo su forma de vida. De esta manera, dentro de los modelos de consumo, una de las responsabilidades del consumidor es involucrarse a través de la compra de un producto u otro: “Esta debe ser su forma de relacionarse con el medio rural”, sentenciaron.
Los mercados estacionales son uno de los medios utilizador por Bizilur para acercarse a los compradores, y ahora ponen el punto de mira en que sean ellos quienes tengan la iniciativa. “Surgió como algo espontáneo que no tenía una rutina y ha pasado a estar ubicada en un lugar fijo y una referencia clara en el calendario. El siguiente paso es que la identifiquen con nosotros y que el consumidor nos este esperando”, destacó Cunchillos. En este espacio, pueden probarse todos los productos expuestos (entre ellos, miel, queso, vino, pan, cordero, ternera, nueces, galletas, caracoles e incluso protectores labiales). “También se sorteará una cesta con artículos de cada agricultor y ganadero”, añadió. Además de en este espacio, todos los martes por la tarde, de 16.00 a 19.00 horas, los frutos del trabajo de los baserritarras se pueden adquirir en el local de EHNE (calle Monasterio de Irache, 54).
otras actividades “Intentamos movernos mucho a nivel comunicativo”, apostilló Fulgen. En su intento por buscar la alianza con las grandes urbes, se dan a conocer y cuentan qué hay detrás de sus artículos usando como herramienta la divulgación: “Hay un estereotipo que no responde a la realidad. Parece que el campo todavía va con boina y no es verdad. Movemos actividades en los barrios para presentar a la gente joven que ha empezado se ha puesto manos a la obra con sus explotaciones y explicar cómo han llegado hasta aquí”, agregó.
También trabajan ahora en proyectos educativos y luchan por que el pequeño comercio introduzca este tipo de productos en sus inventarios. “Tendrían que estar presentes y verse en establecimientos que se frecuentan día a día. Este es uno de nuestros próximos retos”, concluyó Mariana.