pamplona - “No pretendemos convencer a nadie ni que nos entiendan. Solo queremos que nos respeten”, dice Juan después del último ataque homófobo registrado en la zona de encuentro gay situada en la trasera del cementerio de Pamplona, conocida como El bosque. “Están limitando nuestra libertad para vivir la vida simplemente por tener una opción sexual distinta a la mayoría. Por ser homosexuales se nos insulta, se nos mira mal, se nos apunta con el dedo e incluso se nos agrede”, añade Manuel, los dos nombres ficticios para preservar su anonimato.
Los ocupantes de un vehículo les intimidaron el pasado miércoles al grito de “¡maricones, uhhhhhh! ¡Queremos follar!”. Apuntaron la matrícula, denunciaron los hechos ante la Policía Municipal, “y parecía que ahí se quedaba la cosa”, relata Manuel. Sin embargo, al día siguiente los mismos individuos volvieron al lugar preguntando por el propio Manuel -dando su descripción física-, a quien no localizaron. Después, “cuando me estaban relatando los hechos, de pronto aparecieron tres motos rojas con tres tíos completamente tapados de arriba abajo”, explica. “Daban vueltas a nuestro alrededor, igual que en la Santa Inquisición. Solo les faltaba atarnos a un palo y prendernos fuego”, añade Juan. “Del estrés que me entró no atinaba ni con el móvil. Le dije a un amigo que llamara a la Policía, porque eso se estaba poniendo muy feo”, retoma Manuel.
De nuevo apareció la Policía y de nuevo vuelta a Comisaría para ampliar la denuncia. “Cuando terminamos fui al servicio y al volver a recepción no había nadie. Llamé al compañero y me dijo, ‘no salgas. Hazme caso, no salgas’. ¿Qué pasa aquí? Miré por la ventana y había un corro de gente con la Policía... y eran ellos. Parece ser que estaban diciendo ‘que somos buenos, que no hemos hecho nada, que tengo amigos gais...’ lo típico. Yo temblaba de arriba abajo. Que te vengan a buscar a la puerta de Comisaría ya es demasiado”, dice Manuel, que cuenta cómo la Policía les comentaba que, tras la denuncia, “ahora los que están acojonados son ellos”.
no son hechos aislados Insultos, amagos de atropello, lanzamiento de petardos, pinchazos en las ruedas de sus coches y lunas rotas. O una cuadrilla de unos 15 jóvenes que acudieron de visita armados con palos, como sucedió la noche de Halloween de 2017. Manuel y Juan señalan que estos no son hechos aislados -ya interpusieron otra denuncia al respecto en octubre de 2016-. Las amenazas e insultos se intensifican con la llegada del buen tiempo y el fin de semana. “Les puede dar por ir dos días seguidos o estar tres o cuatro semanas sin aparecer, pero al cabo del año vienen muchas veces”, dice Manuel.
A Juan le alarma la edad de los agresores. “De unos años a esta parte hemos ido recibiendo visitas de cuadrillas jóvenes, que es lo más fuerte. Cuando te encuentras con gente mayor y esto les parece una auténtica aberración, casi hasta puedo entenderlo porque han vivido en otra historia. Pero universitarios y estudiantes que están puestos al día de cómo es hoy el mundo... ¿Esos son homófobos? La sensación es que vamos para atrás”, lamenta. “Pretendemos avanzar y ser más tolerantes a medida que conocemos las cosas, porque a veces igual por desconocimiento no las aceptamos”.
“hasta aquí hemos llegado” “Estamos acostumbrados a que se nos insulte. Nos sabe muy mal pero lo dejas correr porque no quieres entrar en el trajín de denunciar. Además, mucha gente tiene su sexualidad oculta e intenta evitarlo. Y cuando viene un coche a insultar corren a sus coches para irse”, expresa Manuel. “Hasta aquí hemos llegado. Sacamos esto a la luz porque o alguien le pone freno o terminaremos manifestándonos por las calles cuando a alguno nos machaquen la cabeza a palos”, concreta Juan. “Cuando alguien odia algo se lo tienes que quitar de adentro. Y eso es casi imposible. La única forma que vemos para parar las agresiones, y por eso damos los pasos de la denuncia, es que se sepa de una puñetera vez que hacernos esto tiene consecuencias legales”, finaliza Manuel.
apoyo del colectivo lgtbi Tanto Manuel como Juan reconocen que la Policía Municipal está concienciada y realiza patrullas por la zona con cierta regularidad, aunque saben que es muy difícil pillar a los agresores in fraganti. También sienten y agradecen el respaldo del colectivo LGTBI. En este sentido, Xabier Sánchez, miembro de Kattalingorri, expresó ayer “la denuncia enérgica” del colectivo ante estos hechos. “Vivimos en una sociedad que todavía persigue, discrimina y tiene una homofobia transfobia interiorizada importante. Por eso, animamos a denunciar cualquier tipo de discriminación, por muy leve que sea. Estamos en un momento en el que los delitos de odio ya están siendo analizados, atendidos, y todo esto está tomando fuerza”, concretó. Y lamentó “esa especie de ritual de masculinidad por el que algunos adolescentes y jóvenes, influenciados por esa cultura homófoba, se sienten legitimados para ir a esos espacios y perseguir a personas gais para reforzarse en su masculinidad”.
Por su parte la edil Itziar Gómez, responsable del área de Seguridad Ciudadana y Convivencia, señaló “el compromiso claro y nítido del Ayuntamiento” frente a cualquier tipo de agresión. “Lo más importante es que tengan el 092 como referencia. Que no tengan duda de que están ahí”, y recalcó, al igual que en los casos de violencia machista, la importancia de la denuncia ante la Policía para poder actuar, “visibilizar” esta realidad y generar “una respuesta social”.