Sergio Salinas, la sombra de Hemingway en Iruña
Un ciclo recorre la ciudad por los lugares que amaba el escritor y los escenarios de sus obras, destapando una imagen más desconocida por el gran público
pamplona - Hace casi cien años que Ernest Hemingway pisó Pamplona por primera vez. Pero estos días pasea por la ciudad una sombra, la suya, encarnada por el actor Sergio Salinas. Su caracterización se enmarca dentro de las visitas guiadas de la tercera edición de Recuperando a Hemingway -Hemingway bidaide, organizada por Javier Muñoz y Edorta Jiménez en colaboración con el Ayuntamiento de Pamplona, Planetario y Filmoteca de Navarra, que este año tiene como novedad tres visitas teatralizadas. Su objetivo es difundir la imagen desconocida del escritor y periodista estadounidense, ganador del Premio Nobel de Literatura y del Premio Pulitzer.
Esa figura se corresponde a la perfección con el Hemingway de los años 20, la de un escritor brillante en pleno auge de su carrera, cuando visitó por primera vez la capital navarra junto a su primera esposa Hadley Richardson. “Era un Hemingway vital y brillante, incluso fanfarrón, pues le gustaba presumir de todo, de pesca, de boxeo, de toros, etc; pero también un Hemingway con grandes contradicciones internas”, expresa Salinas, que desde mañana encarnará al escritor y a tres actores y personajes históricos, claves en su obra y a lo largo de la historia de Iruña.
El inicio de todas las rutas teatralizadas será la Plaza del Castillo donde está instalada la exposición Rodando Hemingway-Hemingway izar artean que recorre la relación del escritor con las grandes estrellas de Hollywood, muchas de las cuales visitaron Pamplona, atraídos o influenciados por su figura.
La ruta, guiada por su sombra, recorre todos los lugares en los que estuvo el escritor, o que de una u otra manera captaron su atención. La primera parada es frente a la cervecería Tropicana, donde se ubicó hasta la Guerra Civil el hotel que regentaba Juanito Quintana, con quien Hemingway labró una buena amistad y donde ubicó el inicio de su primera novela, Fiesta.
Pero Hemingway llegó a Pamplona atraído por la cultura taurina. “Le apasionaba el mundo del toro y sentía atracción por la exposición a la muerte de los toreros, pero a su llegada se encontró mucho más que eso”, cuenta Javier Muñoz. Siguiendo el recorrido del Encierro en dirección contraria, por la calle Estafeta hacia la calle Mercaderes tal y como se rodó en la serie Hemingway, salen al paso algunos manjares de la tierra que enamoraron al nobel de Literatura. Un poco de queso y sobre todo vino, como aquel Campanas que atrajo su atención desde su primera visita a Pamplona y que motivó sus visitas a otras zonas de la Rioja Alavesa. Aquí fue donde probó el bacalao, por medio del ajoarriero siempre “al estilo de Pamplona”, según Muñoz que en 2016 publicó la obra Comer con Hemingway.
La ruta sigue su paseo por la calle Mercaderes, hacia Curia hasta dar de bruces con la catedral, como le pasó a Hemingway en sus primeras caminatas por Pamplona. “Era un gran paseante, de gran físico y admirador de quienes eran capaces de estar bebiendo hasta altas horas de la madrugada y al día siguiente trabajar como si nada, por eso es posiblemente por lo que confraternizó con los vascos y de quienes descubrió la cultura de la bota”, cuenta Edorta Jiménez, posiblemente quien más ha estudiado la relación de Hemingway con los vascos exiliados durante la Guerra Civil, cuando residía en Cuba.
imagen desconocida “Desde el Gobierno franquista usaron su imagen para vender un país, y lo hicieron muy bien, tapando su pasado republicano”, expresa Javier Muñoz, que añade “El libro Fiesta, no tiene nada que ver con los toros, fue utilizado por el departamento de Fraga para ligarlo con la fiesta nacional”. Este tercer ciclo pretende sacar a la luz una faceta mayoritariamente desconocida del ganador de los premios Nobel y Pulitzer. “La gente desconoce que tenía unos profundos valores republicanos y de izquierdas. Intentó persuadir al presidente Roosevelt para que Estados Unidos tomara parte en la Guerra Civil Española”, afirma Muñoz.
Por eso su retorno en 1953 no debió ser fácil. “Regresó bajo el compromiso de no hablar de política, pero ese Hemingway no tenía nada que ver con el de los años 20”, explica Javier Muñoz. “La imagen que queremos transmitir es su imagen de juventud, y todo lo que queda de ella en la ciudad”, concluye. Será su sombra la encargada de devolverla, mañana y los próximos días 7 y 8 a partir de las 11 de la mañana, por las calles del Casco Viejo que hace casi 100 años le hizo disfrutar y amar esa fiesta.
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