Según informa Diario Red, el pasado 9 de diciembre se registró una denuncia en la Unidad policial especializada de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de Madrid contra Adolfo Suárez González, expresidente del Gobierno de España entre 1976 y 1981 y fallecido en 2014. La denuncia atribuye al que fuera el primer presidente de la democracia una presunta agresión sexual continuada cometida entre los años 1982 y 1985.
De acuerdo con la información publicada por el medio online, el escrito presentado ante la Policía es “claro y explícito” en su calificación jurídica: delitos de abusos y agresiones sexuales continuadas con abuso de superioridad e intimidación. La denunciante sostiene que los hechos comenzaron cuando ella tenía 17 años y Adolfo Suárez 50, y que se prolongaron durante aproximadamente tres años en un contexto que describe como una situación de “intimidación ambiental y abuso de poder”.
El origen del contacto y los primeros encuentros
Según el relato recogido por este medio, el primer contacto entre la denunciante y el expresidente se produjo el 23 de noviembre de 1982, cuando la joven, admiradora de Suárez, le envió una carta solicitando asesoramiento académico. A raíz de esa misiva, fue citada en el despacho profesional del político en la calle Antonio Maura de Madrid.
Siempre según la denuncia, en esos primeros encuentros Suárez le formuló preguntas de carácter personal y sexual —como si tenía novio o si utilizaba anticonceptivos— que generaron en la joven una sensación de incomodidad desde el inicio de la relación.
Un “escalonamiento” de los abusos
Diario Red explica que la denuncia describe un proceso progresivo de agravamiento de los hechos. Tras varias reuniones que la joven interpretaba como encuentros de mentoría o asesoramiento, el primer episodio grave se sitúa el 4 de marzo de 1983. En ese momento, según el escrito, Suárez se abalanzó sobre ella en el sofá de su despacho, la besó sin consentimiento, la manoseó y la obligó posteriormente a practicarle una felación bajo coacción.
La denunciante afirma que quedó “totalmente bloqueada” y que no supo identificar lo ocurrido como una agresión sexual en ese momento. Años después, profesionales de la psicología le explicaron que su reacción fue consecuencia de una parálisis traumática, habitual en contextos de violencia sexual ejercida desde una posición de jerarquía y poder.
El peso del poder y el miedo a las consecuencias
Tal como subraya la información, la denunciante señala que el poder social, político y simbólico de Suárez fue determinante para su silencio. En la denuncia afirma que pensaba que, si se negaba a lo que él exigía, podría “arruinarle la vida”, una percepción que reforzó su incapacidad para denunciar los hechos en aquel momento.
Encuentros en el domicilio del expresidente
La denuncia también incluye episodios ocurridos en el domicilio particular de Suárez en la urbanización La Florida durante el verano de 1984. Aprovechando la ausencia de su familia, el expresidente habría citado a la joven en su casa. En uno de esos encuentros, en el dormitorio de uno de los hijos del político, la denunciante relata un intento de penetración forzada que le causó dolor y ante el cual suplicó que cesara.
El final de la relación y los episodios de hostigamiento
Diario Red informa de que los presuntos abusos finalizaron a finales de 1985, cuando la denunciante escribió una carta pidiendo a Suárez que la dejara en paz. La respuesta habría sido un tarjetón manuscrito en el que él afirmaba que “no aceptaba su renuncia”.
Poco después el expresidente se presentó frente al portal de la vivienda de los padres de la joven, un hecho presenciado por testigos, entre ellos trabajadoras de una farmacia cercana.
Posibles encubridores y el impacto del silencio
La denuncia no se limita al presunto agresor principal, sino que apunta a la posible participación de un secretario y una secretaria como cómplices o encubridores, al facilitar encuentros a solas en el despacho privado. No obstante, el propio escrito reconoce que cualquier responsabilidad penal de estas personas estaría previsiblemente prescrita. Diario Red también recoge el impacto que la violencia tuvo en la vida personal y familiar de la denunciante, marcada durante décadas por una “ley del silencio” que agravó las secuelas del trauma.
Secuelas psicológicas y revictimización social
La denunciante arrastra un largo historial médico con diagnósticos de depresión, tricotilomanía y bloqueos emocionales. Ha participado en programas públicos de atención a víctimas, como el Programa Mira o el Espacio de Igualdad María Tello, y ha realizado terapia EMDR para tratar el trauma.
La mujer denuncia una “revictimización constante” durante más de 40 años, especialmente por el ensalzamiento público de la figura de Suárez en medios, series y actos institucionales, como la reciente presentación de la serie Anatomía de un instante en el Congreso o el cambio de nombre del aeropuerto de Madrid-Barajas en 2014, decisiones que —según afirma— han intensificado su dolor.
Diario Red destaca que la denunciante aporta documentación que respalda su relato, como una carta enviada a Suárez en 2003 en la que le reprochaba la violencia sufrida cuando era menor de edad. Nunca obtuvo respuesta, salvo una breve llamada telefónica en silencio.