En la música, como en el arte, no hay progreso, porque lo actual no anula lo anterior; tan solo lo transforma y lo enriquece. De este amor a la tradición, de una mezcla musical explosiva y de una generación que se desenvuelve y subsiste entre dos idiomas nace Chill Mafia. La cuadrilla, de distintos puntos de la periferia de Iruñea -Mendillorri, Rotxapea, Ansoain, Villava- irrumpió como un huracán en la escena musical vasca el pasado mes de febrero con el videoclip de la canción Gazte Arruntaren Koplak, una reinterpretación de los versos del poeta y cantautor oyarsonense Xabier Lete, Gizon Arruntaren Koplak.

El tema, en el que un joven con actitud chulesca y chándal rojo contrasta con un paisaje nevado, ciertamente inóspito y unos estáticos gemelos de dudoso parentesco, se hizo viral en apenas dos días, alcanzando las 100.000 visualizaciones en Youtube a la semana de publicarse, esto es, la mitad de la población censada en Pamplona para un grupo que partía del underground más absoluto.

La formación, en la que participan FlakoFonki (Julen Goldarazena), Irene Cervantes y Kiliki Frexko (Beñat Rodrigo) a las voces -y este último también a la producción-, Sara Goxua como DJ (Sara Losúa) y Tuli Pump (Martín Cervantes) y Suneo (Alessandro Martins) como productores, ha conseguido desde que lanzaron el 14 de febrero su mixtape Ezorregatik x berpizkundea (De nada por la resurrección) casi una decena de conciertos en ciudades como Vitoria, Tolosa, Donosti, Laudio, Bergara o Pamplona, y en un momento especialmente complicado para las contrataciones y los espectáculos en directo. En su tierra, donde parecen ser profetas, ya han colgado el sold out en una primera ronda en Katakrak para el 24 de abril, aunque aún están disponibles para la sala Zentral el 4 de junio.

Unos y otros, tienen claras las premisas: “Primero tienes que conectar con el sitio donde has nacido. Usar tu escena como trampolín”. “No tiene sentido proyectarte a Madrid o Barcelona si no has podido conectar con tu puta ciudad”, defienden Sara Goxua y Kiliki Frexko.

Influencias y referentes

De su última mixtape, Ezorregatik x berpizkundea, se evidencia una curiosa esquizofrenia musical, fruto de una rica variedad de referentes musicales y culturales, tanto por su posición geográfica como por su condición generacional. Nacidos en 1999, buena parte de su vida la han pasado escuchando a bandas coterráneas como Asto Pituak o El Konde Rata, grupos terriblemente punkis, con letras idealistas y ritmos celéricos. Fueron creciendo y se iniciaron en el rap y en el trap, influenciándose de personajes como Cecilio G y Young Beef y, con ellos, de todo el entramado estético y urbano que los envuelve.

Con esta amalgama de estos y otros estilos -y del folklore vasco-, han lanzado veintinueve minutos y pico de mixtape en los que las pinceladas de dub, ska, trap, reggae, reguetón, punk y trap conviven y se entremezclan en diez temas, algunos en euskera, algunos en castellano y otros que alternan ambos, reflejo y consecuencia de la realidad lingüística de la ciudad que habitan. “Es el caldo de cultivo de Iruña. Aquí no puedes vivir en euskera al cien por cien. Vas a la administración pública o a cualquier tienda y no puedes comunicarte en euskera. Como consecuencia, hablamos en euskañol y cantamos en euskañol. Es la realidad de Iruña”, reflexiona Kiliki Frexko.

Desde su reciente irrupción en la escena, han tratado de ponerles bajo el sello del Euskaltrap, una etiqueta de la que reniegan frontalmente, no solo porque abarcan estilos muy diversos, también porque no creen en el folklore; creen en la tradición. “La tradición se mueve, y la tradición del siglo XXI es meterle un chándal y auto tune a un ritmo de bertsos”. Por eso demandan un cambio generacional en la música para evolucionar “con lo que ya está hecho”. “No hay que replicar la música que estaba hecha hasta ahora. Pon un poco de tu parte. Experimenta. Haz algo por la cultura”, comenta Flako Fonki.

Por eso, aún pendientes de qué augura el futuro a una cuadrilla que hace música de forma “puramente existencialista”, se sienten mucho más cómodos en el cajón de sastre que ofrece la marca de la música tradicional vasca y, por el momento, tal y como anunció Flakofonki en un tema de Young, Gifted & Basque, una de sus mixtapes anteriores, están haciendo lo que les sale “de la punta del nardo”. Solo de esa manera, y no de otra, se entiende que puedan trapear sobre una base de Cicatriz, improvisar verbos compuestos para el siglo XXI -dautsagu kotxean- o encarnar a ritmo de dub el orgullo de barrio.