En 1963, la calle de Yanguas y Miranda, así como la aledaña Vuelta del Castillo, estaban marcadas por la presencia de los cuarteles del Ejército español. Unas instalaciones descomunales, feas y anacrónicas, que condicionaban además el desarrollo urbano de esta parte de la ciudad, y llenaban el aire y la vida ciudadana de vociferantes órdenes militares, estridentes toques de cornetín y machacones redobles de tambor.

La fotografía muestra que por aquel entonces la calle de Yanguas y Miranda era poco más que una carretera, desangelada y triste, que transitaba entre las tapias cuarteleras, a la izquierda, y el muro que delimitaba las instalaciones ferroviarias del Irati y del Plazaola, que vemos hacia la derecha. Al fondo puede verse el perfil inconfundible del edificio de Sindicatos, y a la izquierda, asomando levemente por encima de la fachada del cuartel, alcanzamos a ver los tejadillos de la vieja estación de autobuses.

Final de Yanguas y Miranda, 1963

Hoy en día, la zona ha cambiado hasta el punto de resultar imposible encontrar puntos de coincidencia entre las dos fotografías. Derribadas las instalaciones militares y ferroviarias, una alineación de edificios de viviendas oculta hoy el edificio de Sindicatos.

La foto muestra, en primer plano, la pradera que cubre la nueva estación de autobuses, instalación que, a causa de las filtraciones de agua, está dando más problemas de los esperables en una intervención aún nueva. Al fondo a la izquierda vemos el interesante edificio de la Caja de Ahorros, y a su lado, en claro contraste, el infumable bloque de El Corte Inglés. Casi en el centro de la foto distinguimos el edificio Geltoki, la vieja estación de autobuses, que el actual alcalde pretende derribar, muy probablemente para poder levantar algún bodrio similar al descomunal rallador de queso de detrás. Y es que la derecha siempre se ha caracterizado por su estética kitsch.