Un miércoles de noviembre, hace ahora 39 años, un grupo de veteranos montañeros subió a la cima de Ezkaba. Se les había ocurrido la feliz idea de crear un club de montaña para personas jubiladas. Ahí nació Aitonak. “Hoy es un día en homenaje a nuestros fundadores. En aquel momento ya se sorprendieron de la gente que subió, y eso con el poder de convocatoria que había entonces, sin los medios de ahora. Empezó a apuntarse cada vez más gente y a tener más éxito. Aquella idea gustó tanto que la gente se involucró, y desde entonces hasta ahora. Es un club emblemático de Pamplona, que funciona muy bien y cada vez es más exigente”, explica María Ángeles Betelu Oronoz, socia de Aitonak desde 2017, cuando se prejubiló, y presidenta los últimos tres años. Un club con 420 socios del que destaca su “muy buena organización con gente voluntaria”.

"Podemos decir con orgullo que hemos mantenido nuestra identidad, y esto ha sido gracias a seguir manteniendo nuestro nivel de exigencia"

María Ángeles Betelu - Presidenta de Aitonak

Este miércoles en el rincón de Aitonak –una placa señala el lugar en la cima de Ezkaba– María Ángeles se ha dirigido a los socios para rememorar estos 39 años promoviendo el envejecimiento activo, “durante los cuales muchos hombres y mujeres han trabajado con dedicación y entrega para que hoy estemos donde estamos”. “Esta mañana quiero recordar a todos los que habéis formado parte de esta andadura, tanto a los que están como a los que se fueron, y agradecer de todo corazón su legado; este proyecto colectivo que hoy es Aitonak y que cada semana nos proporciona tantas satisfacciones. Podemos decir con orgullo que hemos mantenido nuestra identidad, y esto ha sido gracias a seguir manteniendo nuestro nivel de exigencia. Sabemos que el montañismo es una actividad donde se cultivan la solidaridad, el esfuerzo, la seguridad, la igualdad, la inclusión social, el respeto por el medio natural... y sobre todo, concebimos nuestra práctica como modos de vivir y de adquirir hábitos saludables”, ha expresado Betelu, que ha animado a los socios a participar en la renovación de la Junta, compuesta por 18 personas, para “dar continuidad y seguir alimentando nuestro afán de superación constante”. 

Homenaje a los fundadores de Aitonak

El himno de Aitonak durante el homenaje a sus fundadores. M.B.

“El miércoles es sagrado”

En mi familia ya saben que el miércoles es sagrado. Es un día reservado para el monte. Los demás días lo que haya que hacer, pero ese día es para mí”, asegura José María Martínez Estaún, de 77 años. Suma 14 en Aitonak, club al que acudió animado por una compañera de trabajo. “Y súper a gusto, porque es un relax poder disfrutar de la montaña, de la convivencia y de la cultura, que es lo que nos proporciona el club todos los miércoles. Ansiando y esperando que llegue el día para poder salir”, cuenta. “Seguimos un calendario que ya está marcado desde principio de año, y eso es lo bueno que tiene, entre otras cosas. Porque vamos conociendo Navarra por un lado y por otro a través de las salidas semanales”, explica Martínez.

"Es un relax poder disfrutar de la montaña, de la convivencia y de la cultura, que es lo que nos proporciona el club todos los miércoles. Ansiando y esperando que llegue el día para poder salir"

José María Martínez - Socio de Aitonak

Este es un miércoles marcado en rojo en el calendario: “ Todos los años fieles a nuestra cita aquí, a estar agradecidos a nuestros fundadores, que tuvieron una genial idea. Y ya ves cómo lo celebramos, un ambiente de camaradería, almuercito, visita al rincón, misa y a comer por ahí”, ha celebrado.

"En vez de tomar un Valium tomo un Prozac que es venir a Aitonak. Es la curación y la sanación”

María Paz Zazo Ayensa - Socia de Aitonak

María Paz Zazo Ayensa, de 75 años, se unió al club hace seis años. “Empecé tarde porque me jubilé a los 60, pero por cuestiones familiares no pude incorporarme antes”. Había oído hablar de Aitonak, de “cómo funcionaba, de lo bien organizado que estaba, de cómo apoyaban todo lo que tiene que ver con naturaleza, cultura, arte, monte... y dije, ‘ese es mi puesto’”. Zazo participa “con muchas ganas porque creo que la naturaleza nos cura, nos sana. Nos hace olvidarnos y nos acerca a la belleza. Por otro lado también tenemos relaciones sociales, y eso facilita nuestra comunicación. Pero para mí, fundamentalmente, es el acercamiento a la naturaleza, a la belleza, al encuentro con uno mismo, a la reflexión, a la soledad también, esos momentos en los que vas contemplando algo tan magnífico”. También disfruta con las visitas a pequeños pueblos y caseríos y de “la sintonía con esas gentes. Visitamos sus iglesias y ves cómo mantienen el arte y lo que les une. Y piensas, ‘aquí hay algo fundamental’. Es antropología pura. En vez de tomar un Valium tomo un Prozac que es venir a Aitonak. Es la curación y la sanación”.

Asiduo a la montaña y socio “de aquel Donibane de las Casas de Eguaras” de los años 70, Javier Artázcoz, de 69 años, fue dejándolo “por circunstancias de la vida. Y me reenganché. Aunque hacía montaña por mi cuenta, Aitonak me pareció muy interesante para gente que ya hemos dejado el mercado laboral, que tenemos otras metas y otras ideas. Nos viene fenomenal, porque no solamente hacemos deporte, que lo hacemos, también hacemos actividades culturales”. Artázcoz participa en la elaboración de las rutas, aproximadamente 40 al año que se dividen en tres niveles –alto, medio y bajo– con más o menos kilómetros y desnivel para adaptarse a todos los socios. Además hay un “grupo de aitatxis, la gente más mayor, y se les prepara un recorrido para que den un paseo por el pueblo al que vayamos y disfruten”.

“Estamos uniéndonos otra vez, volvemos otra vez al monte y a disfrutar del compañerismo, de los amigos, de la comida, de la partida de mus... y estamos todo el día”

Javier Artázcoz - Socio de Aitonak

Todos los miércoles unas 150 personas llenan tres autobuses que llegaron a ser cuatro antes de la pandemia. “Intentamos movernos y confraternizar entre todos”. “Estamos uniéndonos otra vez, volvemos otra vez al monte y a disfrutar del compañerismo, de los amigos, de la comida, de la partida de mus... y estamos todo el día”. Por último, como club afiliado a la Federación Navarra de Montaña, destaca que “queremos darle otra visibilidad a nuestro segmento de la sociedad. Somos muchos y eso no se refleja en la Federación. Nuestra idea es ir entrando poco a poco”, concluye.