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La celebración de los 150 años de la Churrería de la Mañueta en Pamplona
El emblemático comercio del Casco Viejo pamplonés ha festejado este sábado con música y baile su centenario aniversario
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Desde 1872, La Mañueta ha alegrado el paladar de los pamploneses y pamplonesas. Ayer, la ciudad le devolvió estos 150 años de churros con música, flores y cariño. “No me esperaba, ni por el forro, una respuesta tan bonita de la gente. Ha sido impresionante que tantas personas se hayan acercado a la churrería a celebrar el aniversario con nosotros. Se ha montado un jaleo espectacular”, reconoció Elías Elizalde. “Hemos abierto con todo el cariño del mundo por los vecinos de Pamplona y ellos nos han respondido con más cariño todavía. Ha sido un día increíble”, confesó Tito Elizalde. “Ha sido muy reconfortante ver a tantas personas que han hecho cola para felicitarte y comprarte emocionadas unos churros”, subrayó Sara de la Fuente. Zorionak, La Mañueta!
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Churros y La Mañueta son sinónimos de madrugón. A las seis y media de la mañana, una hora antes de la apertura, la familia Elizalde llegó a la churrería y ya había gente esperando. “Pensaba que no iba a haber nadie y ya había unos 50 metros de fila”, apuntaba Tito. “Son unos incondicionales”, incidía Elías. A las siete y media, La Mañueta levantaba la persiana y desde entonces estuvo cuatro horas vendiendo churros sin parar. “No hemos tenido ni un momento de descanso. Siempre había fila. Estamos ocho mujeres en el mostrador y ni aún así damos a basto”, relataba Sara mientras gritaba “venga, chicos, más churros”.
En la trastienda, la familia Elizalde freía roscas de churros sin parar. El primer paso, explicó Antonio Etxarri, es poner a hervir agua con sal de Salinas de Oro en una caldereta. Cuando hierve, el agua se vierte sobre un cubo repleto de harina de secano y bardenera y se remueve con un palo de madera durante varios minutos. “Cuando la masa está lista, se deja reposar cinco minutos para que coja cuerpo y se vaya yendo parte del vapor que ha soltado. Después, se vuelve a remover con el mismo palo”, describió Antonio, que lleva 40 años haciendo churros.
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A continuación, los moldes se llenan de masa, se pegan al pecho y se aprietan para que la masa caiga en forma de espiral en el aceite hirviendo. “Una buena combustión es fundamental para preparar unos buenos churros. Se sabe que el haya funciona muy bien porque genera la llama que requiere el aceite para la fritura. El haya da un fuego más vivo porque su madera es la que más alcohol tiene”, señaló. Para conseguir una buena combustión, utilizan leña de haya de los bosques de Aralar, Urbasa o la Selva de Irati
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La rosca, detalló Antonio, se fríe durante varios minutos por los dos lados para que coja color. De ahí, va directa al mostrador, donde se corta en trozos y se entrega en una bolsa a los clientes. “Como elemento moderno, solo tenemos el frigorífico. El resto se hace como antaño. En la churrería, vuelves a la forma de vida que existía antes en Pamplona”, aseguró Pablo Marturet.
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Mientras la familia Elizalde freía los churros, decenas y decenas de persona se agolpaban en la puerta. “Nací en la calle Nueva y es la churrería de mi niñez. Cada vez que vengo, se me eriza la piel. La Mañueta me recuerda a SanFermín, al ambientico en la calle, a los abuelos con los nietos en las silletas... Además, los churricos son muy ricos y me encanta el calor del chocolate. Ambos, agradan al cuerpo, al alma y levanta la moral”, afirmó María Jesús Albero.
Los 100 años de Paulina, la churrera de la Mañueta
Carolina Reparaz también se definió fan de La Mañueta. “La conocí gracias a mis tíos. Siempre venimos en San Fermín y los domingos de octubre porque los churros son incomparables, los mejores de Pamplona, sin ninguna duda”, defendió Carolina, que ya ha inculcado la tradición a su hijo Fermín, de tan solo dos años. “Es pequeño, pero ya se ha comido unos cuantos”, bromeó.
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La espera, que rondo la media hora, la amenizaron txistularis, gaiteros, los cuatro gigantes de La Mañueta, las canciones de la Cofradía musical de San Saturnino –Pamplona de mi querer, Txoria Txori, el himno de Navarra o a San Fermín pedimos– y la música flamenca de la Federación de Asociaciones Gitanas de Navarra Gaz Kaló, que regaló un cuadro del maestro Sabicas a la churrería. Por la churrería también se pasaron la compositora Teresa Catalán, premio Príncipe de Viana 2021 o Jesús Garisoain, subdirector de la banda de música La Pamplonesa, que obsequió con un ramo de flores a La Mañueta. “Es uno de los establecimientos más representativos de Pamplona. A todas las ciudades les gustaría tener una churrería como la que tenemos nosotros en Iruña, pero, lo siento, es única y es nuestra”, halagó Garisoain.