Los actos organizados este viernes en Pamplona con motivo del 600 aniversario del tratado fundacional de la ciudad han estado condicionados por la visita de los reyes de España, invitados por la alcaldesa Cristina Ibarrola, lo que ha obligado a trastocar los actos que tradicionalmente se organizan en la celebración del Privilegio de la Unión
El centro de la ciudad presentaba desde primera hora de la mañana un imponente dispositivo de seguridad.
Había numerosas dotaciones de Policía Nacional y Municipal desplegadas por las calles más céntricas, además de los integrantes del equipo de seguridad de la Casa Real, entorno a 50 personas, fácilmente reconocibles por sus impecables trajes azules y los pinganillos de comunicación en los oídos, a los que previsiblemente habría que sumar otros agentes que no eran tan identificables.
Mientras se preparaba el dispositivo policial, la ciudad ha tratado de mantener su ritmo habitual, con el vecindario apurando las últimas compras y los repartidores buscando la forma de entregar las mercancías entre tanta calle cortada.
En la puerta del templo se han ido congregando varias decenas de personas, la mayoría jubilados con muchas ganas de ver a Felipe VI y Leticia, y no pocos turistas despistados que preguntaban por lo que estaba sucediendo. Hasta ha pasado por el lugar un grupo de escolares en la hora del recreo, que sabiamente han buscado un espacio más tranquilo para su merecido rato de descanso.
La visita real a Pamplona ha sido fugaz, menos de 3 horas en total. La comitiva ha llegado a la catedral por el Caballo Blanco a las 11.30 horas, donde ya esperaban la alcaldesa Cristina Ibarrola, la presidenta de Navarra, María Chivite, la ministra en funciones de Política Territorial, Isabel Rodríguez, y el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, entre otras personalidades.
Saltándose el protocolo, los reyes han saludado a las decenas personas presentes, como Cristina y Alberto, estudiantes de Palencia y de Valencia, respectivamente; o Charo, de Obanos, o Ana, de Pamplona, quienes coincidían en señalar la elegancia de la reina con su vestido blanco de Sfera.
Los asistentes han repetido gritos como 'vivan los reyes', 'bienvenidos' o 'viva España', y han aplaudido a los monarcas. "No me voy a lavar la mano en un año", ha dicho uno de los asistentes al que ha saludado Letizia.
Una vez en el interior, sus majestades, bajo los sones del himno de Navarra, se han dirigido al mausoleo de Carlos III el Noble y Leonor de Trastámara, ubicado en la nave central junto al altar han visitado el mausoleo de Carlos III y Leonor de Trastámara, donde han depositado una corona de flores.
Tras abandonar la catedral, la comitiva ha regresado a los coches de seguridad para dirigirse hasta el Ayuntamiento, su segunda y última parada del día.
Antes, los reyes españoles han visitado en el Palacio del Condestable la exposición ‘A vida de paz et concordia’, una muestra que contextualiza la concesión del Privilegio de la Unión por Carlos III el Noble en 1423, a través de documentos históricos, algunos de ellos con cerca de mil años de antigüedad,
En la plaza Consistorial, casi toda ella acordonada por el equipo de seguridad, Felipe y Leticia se han dado otro baño de masas, con muchos aplausos, gritos de apoyo y algún que otro silbido.
Aquí se ha generado el único incidente, cuando agentes de la Policía Nacional han sacado a una mujer por pitar a los reyes con un silbato. En el mismo lugar, frente a la oficina de turismo, un acompañante mostraba una bandera de Navarra sin corona.
Pañuelo rojo y vara de mando
Los reyes han llegado a la plaza Consistorial poco antes de las 12.25 horas, tras visitar la catedral, y han sido recibidos por decenas de personas que se han reunido junto a la Casa Consistorial. Al igual que han hecho en su visita a la catedral, Felipe y Letizia se han acercado a saludar.
También en un balcón de la plaza Consistorial unos vecinos han protestado por la visita con una cacerola y una carraca.
Con la música que el grupo Sinfonía Navarra ha interpretado desde los balcones de la Casa Consistorial, los reyes se han dirigido al interior del Ayuntamiento. A la entrada, la alcaldesa ha entregado a Felipe su vara de mando, al ser el rey la máxima autoridad.
Dos niños y dos niñas del colegio Dominicas Pamplona, Mikel Lasa Arizaleta, Martín Alcaraz Navarro, África García Corchón y Ainhoa Lacabe Rubia, les han entregado dos pañuelicos de San Fermín bordados con sus nombres, 'SM el Rey de España Felipe VI' y 'SM la Reina de España Letizia'. Las niñas han sido las encargadas de entregar el pañuelo a Felipe y los niños, a Letizia. Los reyes se han anudado el pañuelo al cuello -aunque se lo han retirado para el acto institucional posterior-.
Ya en el interior, los reyes se han dirigido al Salón de Recepciones, acompañados por la alcaldesa, Cristina Ibarrola, la presidenta de Navarra, María Chivite, y la ministra en funciones de Política Territorial, Isabel Rodríguez. Al acto han acudido también los ex alcaldes de Pamplona Yolanda Barcina, Enrique Maya y Javier Erice.
Durante la celebración del acto institucional, Ibarrola ha dado las gracias a los reyes por "compartir una fecha tan relevante para nuestra ciudad".
Durante su intervención, la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola, ha destacado que la unión de los tres burgos hace 600 años le hace "reflexionar sobre la importancia de un liderazgo basado en el consenso, en el diálogo, para poner en el centro a las personas y su calidad de vida".
Tras su intervención, Ibarrola ha hecho entrega a los reyes del sello conmemorativo del 600º aniversario del Privilegio de la Unión, regalo institucional con el que el Ayuntamiento quiere reconocer la efeméride que se celebra este año.
A continuación, el grupo Sinfonía Navarra ha interpretado otra pieza musical. Tras ello, los reyes se han asomado al balcón de la Casa Consistorial desde el que se lanza el chupinazo de los Sanfermines.
El artista Fermín Urdánoz ha realizado un cuadro en directo sobre el desarrollo del acto.
¿QUÉ ES EL PRIVILEGIO DE LA UNIÓN?
El Privilegio de la Unión es el tratado por el que los tres burgos de la ciudad en la Edad Media, la Ciudad de la Navarerría, el Burgo de San Cernin y la Población de San Nicolás, se unieron en una sola entidad, tras haber mantenido fuertes disputas que incluyeron enfrentamientos armados.
El rey Carlos III el Noble el 8 de septiembre de 1423 otorgó lo que sería la carta fundacional de la ciudad moderna, génesis de la Pamplona actual.
El Privilegio reguló, entre otras cosas, un nuevo sistema de gobierno de la ciudad, sus símbolos (bandera y armas) y determinó la ubicación de la Casa Consistorial en el barranco que separaba los tres burgos, como símbolo de unidad.
