Los peregrinos se han pasado todo el invierno hibernando: en enero y febrero solo 690 valientes anduvieron por los senderos de montaña. Con la llegada de la primavera, las mochilas, las botas y las conchas colgadas al cuello han florecido –al igual que los árboles caducifolios despliegan de nuevo sus hojas– y llenan de color y vida al Camino de Santiago.
La floración de este arranque de temporada 2024, debido a que la Semana Santa fue temprana y la pandemia es pasado remoto, ha sido la más intensa desde 2017.
Según el Observatorio Turístico de Navarra, desde el 1 de enero y hasta el 30 de abril, 10.194 personas han sellado su credencial en la Colegiata de Roncesvalles, un 2,6% más que en el mismo periodo de 2023, cuando lo hicieron 9.932 peregrinos, 262 menos.
Los peregrinos habitualmente aguardan en sus casas hasta primeros de abril para evitar la nieve, la ventisca y el frío durante la ascensión al collado de Lepoeder, sin embargo, este año los más intrépidos han aparecido antes por el Camino. En marzo, 2.440 peregrinos sellaron la credencial en Roncesvalles, un 59% más que el año pasado –lo hicieron 1.533– y el doble que en 2022.
“La subida se debe principalmente a que este año la Semana Santa ha caído antes, a finales de marzo”, explica Marisol Goicoa, trabajadora del albergue de Roncesvalles desde el 15 de septiembre de 1999.
“Aunque no hizo buen tiempo, tuvimos bastante turismo nacional”, afirma Mari Carmen Urtea, gerente del albergue municipal Jesús y María de Pamplona. El alojamiento tiene 112 literas y el Miércoles y Jueves Santo rozó el lleno. “Solo nos quedaron cinco camas libres”, detalla Mari Carmen.
En abril, albergues llenos
Tras una Semana Santa ajetreada llegó abril, el mes propicio para la floración de peregrinos. En Roncesvalles no se hizo de rogar y la vivieron en su plena intensidad porque el Lunes de Pascua, 1 de abril, el albergue llenó por primera vez las 182 camas.
“Fue un boom, el pistoletazo de salida. Todo el mes hemos estado llenos, a rebosar”, comenta Marisol, que abría el check in a la una del mediodía y a las tres y media de la tarde ya “estaba todo el pescado vendido. El albergue de invierno, Casa Sabina, el hotel y la posada también se llenaban con la mirada”, insiste.
En estos casos, Marisol –de su oreja izquierda siempre cuelga un auricular– llama a todos los alojamientos de la zona, anota en un cuaderno las camas libres que tiene cada uno y fleta taxis –los números de teléfono están apuntados en una hoja pegada en su oficina– que trasladan a los peregrinos de ocho en ocho.
“Muchísimos días hemos derivado a gente a Burguete, Espinal, Zilbeti e incluso a Eugi y Pamplona”, apunta. Al día siguiente, estos caminantes, que no se suelen dejar llevar por la pillería, regresaban a Roncesvalles y retomaban la etapa donde la habían dejado.
El albergue Jesús y María de Pamplona colgó el cartel de completo el 12 de abril. “A mediados de mes notamos un incremento importante, hemos llenado muchos días y hemos derivado a personas a otros alojamientos”, señala Mari Carmen.
El centro, gestionado por Aspace Navarra, contacta primero con otros albergues del Casco Viejo y, si también están ocupados, llama a hospedajes ubicados en barrios menos céntricos.
El resto de la temporada
¿Qué deparará el resto de la temporada? De momento, el inicio de mayo ha sido muy bueno, como de costumbre.
“El día 1 fue brutal porque estaba todo lleno a 40 kilómetros a la redonda. No había ni una cama libre. Al final, llamé a Valcarlos y mandé a siete peregrinos para atrás, desanduvieron el camino. Cuatro se quedaron en una casa rural y los otros tres, en el albergue municipal”, recuerda Marisol.
En el albergue Jesús y María también andan con jaleo porque estos últimos días la cola de peregrinos que esperan para realizar el check in da la vuelta a la esquina y llega hasta Pastas Beatriz.
“Hace mucho tiempo que no veía una fila tan tremenda”, confiesa Mari Carmen. El alojamiento no realiza reservas, abre el check in a las doce del mediodía y adjudica las camas por orden de llegada.
A pesar de las buenas sensaciones, el sector no se atreve a aventurar cómo serán los meses siguientes. “Mi sensación es que la segunda mitad de mayo y junio serán muy buenos, pero después de la pandemia todo es muy volátil, cambiante e imprevisible”, reflexiona Mari Carmen.
Marisol también opina que la temporada será “fuerte”, pero ahonda en que los peregrinos cada vez reservan el hospedaje con menos antelación. “De hoy para mañana el teléfono no para de sonar. O llaman el mismo día. La gente llega a San Juan de Pie de Puerto, ven que están mogollón de peregrinos empezando el Camino de Santiago y se agobian”, explica.
E incluso hay personas que llegan a Roncesvalles a las ocho de la tarde creyendo que aún quedan camas libres. “Encima se quejan”, lamenta.
Cada vez más internacional
El Camino de Santiago cada vez es más internacional. De los 10.194 peregrinos que han sellado su credencial en la Colegiata, el 83,06% fueron internacionales, un 5,3% más que el año pasado.
Corea del Sur –1.431 personas– desbanca del primer puesto a Francia, que cae a la tercera posición con 1.018 peregrinos. Estados Unidos mantiene la medalla de plata, Taiwán – el año pasado el número de taiwaneses incrementó un 400% porque se estrenó una serie de televisión sobre el Camino de Santiago– mantiene las buenas cifras registradas en 2023 y los peregrinos procedentes de Nueva Zelanda aumentan un 35%.
Los peregrinos nacionales suponen el 16,9% – ocho puntos menos que el mismo periodo de 2023–, Catalunya se mantiene a la cabeza con una amplia distancia respecto a Madrid y las visitas se concentraron en Semana Santa y en el puente de mayo. “Este año, hay muy pocos españoles, menos que lo habitual. Son casi todo extranjeros”, finaliza Marisol.