Día del Casco Viejo: fiesta y reivindicación
El Casco Viejo, que cumple 50 años de movimiento vecinal, celebró su día en una jornada en la que se combinó la jarana con la demanda de un barrio habitable. También se anunció la compra de Matalaz, en Jarauta, un “espacio de contrapoder autogestionado” por jóvenes
Calderetes, degustación de relleno, una ternera de 240 kilos asada, gigantes, txistularis, gaiteros, conciertos, dantzas o mesas informativas sobre los colectivos que existen en el barrio.
Relacionadas
Dificultades para acceder a una vivienda, alquileres por las nubes, falta de instalaciones deportivas, gentrificación, ruidos o botellones.
El Casco Viejo de Pamplona celebró este sábado su día en una jornada en la que se combinaron los actos festivos y reivindicaciones. “Un barrio se revitaliza y tiene vida cuando se puede vivir en él”, destacaron desde la Comisión de Fiestas.
Este año el Casco Viejo cumple medio siglo de movimiento vecinal y el destino, que a veces es muy caprichoso, quiso que ayer la “juventud trabajadora” del barrio anunciara que han comprado el local de Matalaz: un “espacio de contrapoder autogestionado” que se ubica en la calle Jarauta, 75.
“Tras cinco largos e intensos años Matalaz es nuestro, cumplimos uno de los retos que nos pusimos cuando entramos en este ilusionante proyecto y damos un paso inmenso en la construcción de las estructuras populares”, comunicó Matalaz en una rueda de prensa.
La juventud del Casco Viejo reconoció que la adquisición de la bajera de 250 m2 no hubiera sido posible sin “la comunidad en lucha que existe en torno a AZ Sare Komunitarioa, un barrio que frente al modelo prestamista-bancario ha afrontado la compra de manera comunal y las más de 70 vecinas que han aportado individualmente a este largo camino de transformación comunitaria que tenemos por delante”.
En la rueda de prensa también se informó de que Matalaz cierra provisionalmente –seguramente hasta octubre o noviembre– y durante estos meses se rehabilitará el local y se decidirán los futuros usos y la organización del espacio comunitario.
El proyecto Matalaz nació tras el desalojo del Gaztetxe Maravillas en agosto de 2018. “Tras este golpe, no quedó otra que volver a levantarse. Debíamos construir una fuerte y firme retaguardia en el barrio que permitiera asentar proyectos y no nos hiciera dar dos pasos atrás cada vez que diésemos uno adelante”.
Poco a poco, la juventud creó en Jarauta un espacio político, social y de organización comunitaria que se convirtió en “un punto de referencia” en un Casco Viejo “repleto de bares y vaciado de vida colectiva”.
El Casco Viejo cuenta con un tejido asociativo fuerte y muestra de ello es que ayer Mercaderes se convirtió en un escaparate de los colectivos e iniciativas que existen en el barrio: Piparrika –el huerto comunitario en Santa Ana–, Haritu –sindicato de vivienda y despensa solidaria–, AHT Gelditu –contraria al tren de alta velocidad–, Yala Nafarroa o Alde Zaharreko Kluba, la primera entidad deportiva del barrio impulsada por la juventud en julio de 2024.
Además, en enero de este año AZ inauguró un comedor popular que abre los martes en el Arrano –calle Redín–, el menú cuesta siete euros y semanalmente acuden más de 50 personas.
En el Casco Viejo son conscientes de que los cambios solo se consiguen luchando, han seguido dando guerra en la calle y han conseguido algunas victorias: desde el 1 de enero el Ayuntamiento de Pamplona no concede más licencias para la apertura de pisos turísticos.
Eso sí, los colectivos advierten de que el problema de la vivienda sigue siendo grave y que muchos jóvenes se marchan del barrio debido a los altos alquileres.
En los últimos meses la presión vecinal también ha acelerado la instalación de la doble puerta en los locales de hostelería –medida que reduce el ruido que se emite al exterior–, la colocación de baños portatiles en Jarauta y Calderería para que la ciudadanía no orine en la calle o que el Consistorio destine 50.000 euros de los remanentes al proyecto del polideportivo de Santo Domingo.
A pesar de estos pequeños avances, quedan muchos temas sin resolver: ruidos, botellón, suciedad, celebración constante de eventos culturales y deportivos, turistificación, falta de instalaciones deportivas, el aparcamiento de Santo Domingo –demanda de los residentes desde 1994–, la accesibilidad al centro de salud, equipos preventivos, tiendas que venden alcohol y comida de madrugada...
Calderete, relleno y ternera asada
También hubo tiempo para la fiesta. Dantzas a cargo de Ortzadar, conciertos o una marea de silletas que seguían a los gigantes del Casco Viejo –Lurra, Sua y Airea–, los kilikis –Napoleón, Payaso, Pamplonica y Demonio– y a los cuatro zaldikos.
Los peregrinos y turistas quedaron asombrados, multitud de teléfonos inmortalizaron el momento y algún despistado creía que los Sanfermines se habían adelantado. Varias cuadrillas de despedidas de soltero iban vestidas de blanco y rojo –y sumado al gran ambiente–acentuaban esa confusión.
También se comió mucho y bien. Como es tradición, Arrano Elkartea plantó varias mesas en Nabarreria con perolos repletos de 30 kilos de relleno, 20 kilos de sangrecillas y 32 de tomate con cebolla, ajo y pimiento verde. «Hemos estado cocinando tres horas sin parar y hemos repartido entre 400 y 500 raciones”, informaron desde el Arrano.
“Esto me lo como yo solo por la noche. Qué pinta tiene. ¡Por Dios!”, exclamó un vecino que se le hacía la boca agua mientras veía cómo se asaba una ternera de 240 kilos en el Portal de Francia.
Arrano, el sindicato EHNE y la IGP Ternera de Navarra asaron el bicho desde el viernes a la noche hasta ayer al mediodía y repartieron 1.000 pinchos con una copa de vino. Solo quedaron los huesos.
Para rematar, la plaza Santa Ana acogió a 700 personas –estuvieron presentes todos los colectivos , la APYMA del Colegio San Francisco y cuadrillas– que disfrutaron de un rico calderete que se saboreó, debido al intenso calor, debajo de decenas de jaimas. Quién iba a decir hace años que en Pamplona iba a hacer falta protegerse del sol –ayer se superaron los 32 grados –en mayo. Ver para creer.