98 niños saharauis llegan por fin con Vacaciones en Paz

Un día soleado y 25º grados. Son las condiciones con las que ha recibido Navarra este viernesa los 98 niños saharauis, cinco más que el año anterior, que forman parte del programa Vacaciones en Paz. No son nada en comparación con las que tienen que lidiar en el campo de refugiados de Tinduf, Argelia, en el que tratan de sobrevivir en condiciones precarias.

 Estaba previsto que aterrizaran el 4 de julio, pero unos problemas burocráticos con lospasaportes colectivos una vez que estaban ya en el aeropuerto provocaron que su llegada para disfrutar del verano en la capital navarra se retrasara hasta este viernes.

A las 11.30 horas han llegado al Civivox de Orkoien, donde las familias de acogida con las que van a pasar este mes y medio les estaban ya esperando. Desfilaron hasta el escenario, donde se ha producido el acto de bienvenida.

Los reencuentros fueron emocionantes. “Madre mía, qué grandes están”, ha declarado sorprendida una madre cuando ha reconocido al niño con el que ya ha estado más veranos. Un paisaje de manos al aire saludando con emoción les ha recibido.

La asociación ANAS, Asociación Navarra Amigos del Sáhara, es la encargada de gestionar el programa. Su presidente, José Ochoa, ha admitido que los txikis llevan “desde el 4 de julio soñando con salir”. Se ha referido a este viernes como “día de cobro”. Y no precisamente de dinero: “Ganamos la satisfacción de que se abran las puertas del avión y que empiecen a bajar”.

El delegado saharaui en Navarra, Hamdi Aomar, también ha agradecido en el acto de bienvenida el papel que juega la asociación y las familias de acogida cada año. Se ha referido a ellas “como las protagonistas de este evento”.

Ha aprovechado la ocasión para lanzar un mensaje a la opinión internacional: “No son solamente niños que vienen a pasar el verano, representan como pequeños embajadores sin corbata la causa de un pueblo por el reconocimiento de sus derechos legítimos”.

También se ha referido al día a día de los pequeños saharauis como una “experiencia insólita”.

Malas condiciones

Carol García, miembro de ANAS y que ha liderado la expedición aérea desde Tinduf, ha conocido de primera mano las condiciones en las que viven los niños en el campo de refugiados. Fue a recogerles para viajar con ellos el 4 de julio y lleva ahí desde entonces viviendo en unas condiciones extremas, sobre todo por el calor.

“Son unos campeones de verdad. Están en unas condiciones lamentables”, ha subrayado García. No tienen casi ningún recurso para lidiar con las altas temperaturas que han sufrido estas semanas: “El día que no hace 50º grados hace 60º. El aire funciona cuando le da la gana. Cada vez hay menos agua, y no nos podíamos duchar porque estaba hirviendo”. Ha recomendado, sobre todo a las familias que participan en el programa por primera vez, que lo mejor para hoy es darles una comida sencilla y dejarles dormir hasta que se despierten.

Por último ha cumplido la promesa que había hecho con los pequeños saharauis en el viaje. “Quieren ir a la piscina”, ha dicho girándose a ellos con una sonrisa. Aunque ha reconocido que ella prefiere que llueva un par de días.

Comienzan por fin unas más que merecidas vacaciones en paz. 

Familia Martínez Cortés

Esther Cortés e Iván Martínez son vecinos de Viana. Junto a su hijo de 7 años, de igual nombre que el padre, es el segundo año que participan en el programa Vacaciones en Paz. El verano anterior también acogieron a Zein, de 10 años: “Es una experiencia muy bonita. Han aprendido el uno del otro”.

Admite que el vínculo que se genera es “muy fuerte” y que han podido mantener el contacto con él y su familia durante el año a través de llamadas cuando la cobertura lo permitía.

Se conocen tanto, que Iván, el hijo, sabe lo que quiere hacer Zein sin que él se lo diga. “Ir a la piscina y comer chuches”, afirmó mientras el saharaui asentía entre risas.

Cortés reconoce que tuvieron mucha suerte: “Se hizo muy rápido a nosotros y se llevan muy bien. Aunque para Zein es todo distinto, hasta el agua del grifo”.

Familia Aitziber Monreal

Aitziber Monreal, txantreana de 35 años, lleva seis años participando en el programa. Estuvo los dos primeros años con una niña y los últimos cuatro ha acogido a Nura, de 10 años.

Para ella, la experiencia es incomparable: “Nos sirve para poner los pies en la tierra. Para mis hijos es un aprendizaje brutal”. Así, Oskiritz y Amaiur disfrutan de su compañía cada verano.

Con el tiempo, se ha dado cuenta que el vínculo que se genera es “muy simple”, aunque difícil de explicar. Para ella es una más. “Pasa dos meses con nosotros pero le quiero como a mis hijos”, reconoce.

Hasta sabe su plan favorito. “Jugar en la piscina. es donde se relaciona de igual a igual con el resto”. Amaiur ya tenía ganas de que vinieran porque se lo pasan “muy bien”. Este año, la espera se ha hecho larga. “Llevamos desde el 4 de julio tachando días en el calendario y por fin ha llegado el momento”, admite.