zaratamo- A Mikel Urrutikoetxea le costó creérselo. El dos paredes que cerró la remontada no pensaba que iba a llegar a buena. Vio a la gente de pie y se dio cuenta de que había ganado la txapela del Cuatro y Medio de Primera. Ayer, en Zaratamo, se encontraba tranquilo el delantero, el móvil le echaba fuego y se recuperaba de los estragos de una final dura, complicada y con una remontada épica. Ya es leyenda.

¿Qué poso le queda de la final del Cuatro y Medio?

-La verdad es que estoy un poco cansado. El partido fue duro, jugado a gran ritmo y mereció la pena sufrir hasta el final. Hemos llegado al cartón 22 y, quieras o no, me hace especial ilusión ganar otra txapela en este 2015. Es algo muy especial para mí.

También tiene incidencia cómo la gana, porque todo apuntaba a que la final se le escapaba de las manos.

-Hasta el 22 hay que luchar. Hay que intentarlo y sufrir. Yo seguí a lo mío, haciendo mi juego. Soy consciente de que al principio no pude disfrutar porque las cosas no me estaban yendo bien, no estaba cómodo y no me salía la pelota de la izquierda como en otros partidos. Estaba agarrotado por eso, porque no encontraba ángulos ni altura. La segunda parte fue totalmente diferente. Después del descanso y un gancho a la chapa de Martínez de Irujo, quise dar un último arreón e ir a por el choque. Me encontré más cómodo. Me solté. Físicamente le pude dar la vuelta.

Sí, porque mediado el partido lo pasó mal.

-Estaba lleno. No veía dónde hacerle daño. Al final, le pude dar más velocidad al juego, fui más agresivo y, más que nada, la izquierda me empezó a funcionar. Pude buscar mejor los ángulos.

Antes de la final del Cuatro y Medio le pregunté si sentía nervios. ¿Los hubo antes de jugar la final?

-Nervios, nervios, antes de la final tampoco tenía. El agobio me entró cuando veía que de izquierda no le estaba haciendo nada. No era la zurda con la que he jugado todo el campeonato. Además, me metió unos saques que igual eran complicados. Otros eran de restar o de poner más arriba. Ahí, me entró agobio, pero en la segunda parte me solté y me encontré del modo que he estado todo el campeonato. Pude buscar los ángulos y moverle de un lado al otro. Y vino la vuelta.

A sufrir.

-Tocaba sufrir, sí. Al final, estos partidos son para sufrir al máximo. Si quiere ganarte el otro, que sea sufriendo y haciendo el máximo.

¿Qué supone esta txapela del Cuatro y Medio para usted?

-Es el fruto al trabajo que hemos desarrollado. No durante los últimos tres o cuatro meses que hemos dedicado al Cuatro y Medio, sino los últimos dos o tres años. Hemos entrenado para mejorar en todas las modalidades. Estas dos txapelas son fruto al trabajo. Esperemos seguir por esta línea y que las lesiones nos respeten, que para un deportista es muy importante. Y, luego, seguir trabajando. Habrá momentos duros, momentos difíciles, y por eso hay que disfrutar los buenos. Intentaremos seguir trabajando y en la misma línea: duro y con humildad.

Tiene claro que esto es una carrera de fondo y no siempre habrá momentos tan potentes como estos.

-Estos son momentos bonitos que te da el deporte, de disfrutar. También los hay malos, como cuando uno está lesionado. Entonces, por desgracia, la gente no se acuerda tanto. Hay que pasarlos también y se pasa mal. Por eso digo que es fruto al trabajo y hay que seguir en la misma línea de trabajo durante todo el año, con humildad.

El frontón de Bilbao vibró con usted con un ambiente impresionante. ¿Notó el calor desde dentro?

-Muchísimo. Hubo momentos del partido en los que lo pasé mal y el ambiente se notaba: había mucho ruido, gritos de ánimo tanto para Juan como para mí... Ahí gana mucho la pelota. Que se vivan momentos así, momentos tan bonitos, en los que ves que la gente está disfrutando, es algo bonito para este deporte.

¿Había notado algo así en el frontón?

-No.

¿Ni en la final del Manomanista?

-Fue diferente. El domingo vivimos un ambiente terrible; sobre todo, cuando me encontraba remontando el resultado. La gente me animó y la verdad es que se vivió un ruido y unos ánimos increíbles. Para el pelotari es de agradecer.

Vuelve a hacer historia en la mano vizcaina con una txapela que tardaba en regresar 62 años.

-Sí. Por desgracia, han pasado muchos años. Espero que de aquí en adelante haya más o por lo menos finalistas. Si no soy yo, ojalá sea otro, pero que haya más. Para la pelota vizcaina, para los chavales y para los aficionados es bueno. Se juegan muchos festivales en los pueblos y hay afición.

¿Puede ser un nuevo golpe de timón para su carrera?

-Hasta ahora, hemos llevado mi carrera en buena línea, trabajando bien. Esto es fruto a ese trabajo hecho. El pelotari tiene que demostrar todo el año y hacerlo lo mejor posible en todos los partidos, ya sean de campeonato o de fiestas, y tener respeto al público. Hay que ser conscientes de que unos días sale bien y otros no, pero que por trabajo no sea.

Comentaba a veces que no le salían las cosas en el Cuatro y Medio. ¿Se ha demostrado ya que es lo suyo?

-Siempre me ha costado. Igual por mi estilo de juego de antes. Siempre he tenido el miedo ese a pasar el límite del Cuatro y Medio. Hoy lo sigo teniendo. En cuanto haces más entrenamientos, uno va cogiendo la distancia. El secreto está en hacer los entrenamientos y coger confianza. Soy delantero, me muevo en esos cuadros, pero en parejas y mano a mano no tienes miedo a pasarte.

No solo le sucede a usted.

-Eso es. A muchos. A los pelotaris de golpe nos pasa. A Juan también.

Estuvo también valiente en la pasa del Cuatro y Medio de Martínez de Irujo en los primeros compases del partido tras el 1-7.

-Salió por un cacho. Él no sé si hizo por descentrarme o no pero decía: “¡Pasa! ¡Pasa!”. Pues la dejé pasar.

¿Le ha enseñado algo distinto esta final sobre cómo lidiar con las semanas anteriores?

-Lo hemos vivido con la misma rutina. Cuando las cosas van bien, no hay que cambiar nada. Intento desconectar todo lo que puedo con actividades que no estén relacionadas con la pelota. Al final, tienes que intentar estar a otras cosas. En el partido hay puntos de nerviosismo. A la final llegan dos y solo puede ganar uno. Hay que estar contento. Me fijo mucho en el tenis y, cuando llegan Federer o Djokovic a una final, los dos son grandes campeones y han tenido que dejar en la cuneta a otros muchos. En la pelota pasa lo mismo.

Habla de tenis, ¿quién sería usted: Djokovic, Federer, Nadal...?

-Me gustaría Djokovic, que ahora es el número uno y gana a todos (risas). No sabría decir. El serbio es un tenista con mucho potencial, tiene garrote y buen físico. Federer es más artista y Nadal, más físico. Me relacionaría más con Djokovic que con Federer.

Cuando Gonzalez ganó la final del Cuatro y Medio de 2009 a Irujo marcó las mismas pautas que usted, aguantar el inicio y trabajar después.

-Yo tampoco me sentí nada cómodo con la izquierda. No le di altura, no me entraba bien en la mano. En ese tramo del partido, Irujo jugó mucho, le dio mucha velocidad a la pelota y a ese ritmo, uno se llena. No daba tiempo a recuperar. En el segundo tramo, se cambiaron las tornas.

Desde fuera se observó una remontada increíble. ¿Cómo lo vivió usted en el Bizkaia?

-Esa remontada le dio un plus de interés al partido. La gente lo vivió de una forma muy emocionante. Con esa segunda parte, la final ganó mucho.

Cuando levanta los brazos...

-Ves al público y es un momento mágico.

¿Cree que Irujo perdió la final?

-Al final, con un 10-20, es muy difícil que se te vaya. Pero a mí casi se me escapa un 9-18 en el mano a mano. Nunca sabes. En el individual se funciona a tacadas y puede pasar cualquier cosa. Con el saque, se hace mucho daño. A mí me pasó que en el último tanto saqué y eché el dos paredes, pensé que iba a llegar fácil y me dije: “La he cagado, vaya dos paredes que me ha salido”. De repente, vi a la gente de pie y me pregunté dónde estaba Juan, que no estaba allí. Había ganado. Fue mágico.

¿Sí?

-Cuando echas un remate bueno, sabes que no va a llegar. Él pensó que iba al txoko y quizás dudó por eso. Le miré con el rabillo del ojo, vi a la gente y supe que había ganado.

Hubo momentos de la final en los que tuvo que rematar mucho y bien.

-En el 13-20 tuve que hacer tres o cuatro remates que pensaba que eran tanto. Irujo agarró unas pelotas increíbles. Yo le doy más mérito porque Juan defiende y ataca muchísimo. Es muy complicado hacerle frente.

Vuelve a ganar en una final a otro pelotari histórico.

-Le da más mérito a la txapela. Ganar a gente que tiene ese palmarés y todavía están a ese nivel, porque Aimar y Juan están a un gran nivel, tiene más mérito. Y más grandes pelotaris que hay.

De hecho, a los tres manistas considerados dentro del ránking los ha ganado, ¿no?

-Sí. Por suerte así ha sido y me he llevado las dos txapelas a casa.

¿Se imaginaba en enero, cuando arrastraba la lesión en el pie, estar en esta situación a final de año?

-No. Ni en un año sin lesionarme. Esto lo sueñan muchos y pocos lo consiguen. Es algo especial y muy bonito.

¿Está aquí para quedarse?

-Voy a jugar y a entrenar como siempre y quiero pelear por eso, por continuar en esta línea.

Estas txapelas pesan.

-Bendito peso, que sean así todos los años.

Me refiero a las responsabilidades.

-Cuando gané el mano a mano también, pero no le doy más vueltas. Seguiré siendo el mismo y seguiré intentando hacer las cosas lo mejor posible, como siempre. Luego, la gente dirá lo que quiera, pero pongo siempre el mismo esfuerzo.

Por último, ¿cómo fue la celebración?

-La gente se portó increíble conmigo. Las personas que lo han organizado todo lo han hecho genial. Las camisetas las hizo Inhar, compañero mío de pareja desde pequeños, en clase también y un gran amigo, el club de pelota y Beñat García se portaron muy bien y llevaron las entradas y la gente del pueblo y alrededores se volcó. Pero no solo para la final, sino para todos los partido. Es de agradecer.