pamplona. Los casi cincuenta años de lucha armada de ETA han causado en Navarra 38 víctimas mortales, en su mayoría miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado (FSE). El Cuerpo Nacional de Policía, con 12 víctimas, es el que ha pagado un precio mayor durante estos años de violencia, seguido por la Guardia Civil, con 11 fallecidos, y el Ejército, con 4. El último atentado mortal se localizó en Sangüesa el 30 de mayo de 2003 con la muerte de los policías Bonifacio Martín y Julián Embid, por una bomba en los bajos del coche.

La fatídica lista de víctimas se abrió en la Comunidad Foral el 26 de noviembre de 1977 con el asesinato a tiros en la plaza de toros de Pamplona del comandante de Infantería Joaquín Imaz. Con un procedimiento similar fue asesinado 8 años después el general Juan Atarés Peña, que recibió tres disparos en la Vuelta del Castillo de Pamplona el 23 de diciembre de 1985.

Entre los políticos víctimas de ETA están el exalcalde de Etxarri Aranatz Jesús Ulayar, asesinado a tiros en presencia de un hijo de 13 años el 27 de enero de 1979; el concejal de Pamplona Tomás Caballero, tiroteado el 6 de mayo de 1998 cuando salía por la mañana de su domicilio para ir a trabajar; y el edil de Leitza José Javier Múgica, al que una bomba lapa en su camioneta de trabajo mató el 14 de julio de 2001.

Especialmente sangriento fue el 13 de abril de 1984, cuando en una mañana ETA asesinó de dos disparos en Mercairuña al militar retirado Jesús Alcocer Jiménez; y a los policías Juan José Visiedo y Tomás Palacín, víctimas de la bomba colocada en el coche utilizado por el comando para darse a la fuga.

El 16 de mayo de 1980, el 28 de mayo de 1983, el 28 de agosto de 1988 y el 30 de mayo de 2003 fueron también jornadas sangrientas. En la primera, dos miembros de la Guardia Civil, el cabo Francisco Puig Mestre y el agente Francisco Ruiz Fernández, fueron asesinados a tiros en el bar Huici de Goizueta; el mismo método que se empleó apenas un mes después, el 15 de junio, para matar al policía Ángel Postigo Megía en el barrio de la Rochapea.

Los guardias civiles Fidel Lázaro Aparicio y Antonio Conejo Jelguero fueron asesinados de varios disparos a bocajarro el 28 de mayo de 1983 ante empleados y clientes de la sede central de Correos en Pamplona. El 28 de agosto de 1988 un coche bomba explotó en Estella al paso de una patrulla de la Guardia Civil causando la muerte a José Antonio Ferri y Antonio Fernández.

En ataques a tanquetas fallecieron en Pamplona, el 17 de abril de 1982 el agente Vicente Luis Garcera y el 16 de octubre de 1988 el guardia civil Juan Gangoso Otero; el 4 de julio de 1982 murió por una bomba lapa el guardia civil Juan García González, a la salida de una discoteca en Burguete; y el mismo método empleó ETA para asesinar en Pamplona, el 27 de mayo de 1984 al capitán de la Guardia Civil Luis Ollo.

Otras víctimas fallecieron cuando intentaban desactivar artefactos explosivos colocados por ETA, como el cabo de los TEDAX Francisco Berlanga Robles, el 2 de enero de 1979, en una inmobiliaria en la Plaza del Castillo. O cuando inspeccionaba una bomba trampa, como el policía Eduardo López Moreno, el 20 de abril de 1995, en un cuartel abandonado en Endarlatza, o pretendía retirar una pancarta que ocultaba una bomba, el 24 de septiembre de 2002, como al cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro, en Leitza.

El inspector de Policía Carlos Sanz Biurrun fue asesinato en la Bajada de Labrit el 8 de octubre de ese mismo año, y el teniente coronel retirado José Luis Prieto, a quien ETA mató a tiros el 31 de marzo de 1981 en Pamplona cuando se dirigía a misa con su mujer.

El subteniente del Ejército Francisco Casanova recibió dos disparos en la nuca a la puerta de su casa en Berriozar, el 9 de agosto de 2000; el policía Diego Torrente Reverte fue asesinado a tiros cuando lavaba su coche el 7 de junio de 1984, y el expolicía Francisco Almagro murió tiroteado el 30 de junio de 1988.

La repartidora de periódicos María Cruz Yoldi Orradre, de 63 años y madre de seis hijos, murió el 17 de octubre de 1987 por una bomba colocada en una aseguradora. Alfredo Aguirre Belascoáin tenía 13 años cuando murió el 30 de mayo de 1985 en el casco viejo pamplonés al explotar una bomba que ETA había colocado para la Policía Nacional, uno de cuyos agentes, Francisco Miguel Sánchez, falleció en el mismo atentado. Gregorio Hernández Corchete murió el 15 de octubre del 1982 tras acudir al cuartel de la Guardia Civil de Leitza a pasar la revisión de su escopeta de caza. A la salida fue ametrallado. El empresario Pedro Fernández Serrano murió el 5 de abril de 1979 murió como consecuencia de una bomba colocada en los baños de la cafetería Mohicano y Javier Biurrun Monreal, que fue asesinado con un paquete bomba el 27 de enero de 1987. El cubano Sebastián Arroyo, ex guardia civil, fue ametrallado en Alsasua el 9 de enero de 1980 cuando salía de su trabajo en Igartex.

Alberto Toca, director de Mutua Asepeyo, fue tiroteado en su despacho el 8 de octubre de 1982, y Jesús Blanco Cereceda, jefe civil del aeropuerto de Noáin, al que ETA mató el 27 de junio de 1983.