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Una reivindicación que no cayó en saco roto

SEIS PERSONAS QUE SE MOVILIZARON CONTRA LA OTAN | EN 1986 asumen la dificultad de salir ahora de ESTA organización

Una reivindicación que no cayó en saco roto

seis personas de las miles y miles que trabajaron en Navarra por la salida de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) repasaron para este periódico sus vivencias en aquel referéndum de hace 30 años. El paso del tiempo no ha distanciado en exceso a Paco Jiménez, Adolfo Araiz, José Luis Úriz, Félix Jiménez, Bixente Serrano Izko y Andoni Romeo, quienes siguen teniendo claro que hoy no deberíamos pertenecer a esta organización militar.

Todos ellos rememoran con felicidad que el rechazo a la OTAN fuera mayoritario en Navarra y creen que aquella reivindicación, impulsada desde partidos y sindicatos de izquierdas, colectivos pacifistas, antimilitaristas, ecologistas, internacionalistas e incluso vecinales, no cayó en saco roto.

“Es verdad que el referéndum se perdió en el Estado, pero dejó una izquierda social muy potente”, subraya Romeo, históricamente ligado al Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) y en la actualidad presidente de la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS). “De hecho, cinco años después, el movimiento de insumisión fue pionero en Navarra”, agrega orgulloso.

Araiz, por su parte, recuerda el alborozo con el que se recibió el triunfo del no en Navarra, similar al del pasado 24 de mayo, cuando se materializó el cambio político. “Esas dos noches dimos sendas ruedas de prensa y el ambiente era muy parecido”, dice el actual portavoz parlamentario de EH Bildu, quien pone en valor que el rechazo a la OTAN “conjuntó a dos sectores con visiones distintas de Navarra”, en cuanto a la territorialidad se refiere. “Ver a Euskal Herria en el mapa del no a la OTAN para algunos fue muy importante”, apostilla.

“Conseguimos poner en marcha una plataforma muy interesante”, valora Serrano Izko, que en aquel momento era uno de los portavoces de Auzolan, coalición en la que confluyeron una corriente escindida de Euskadiko Ezkerra y LKI. “Y desde luego logramos el éxito, al tiempo que quedó demostrado que con este referéndum Felipe González dio el primer gran paso para la frustración y para ser una de las figuras que más ha intervenido en el desprestigio de la política española”.

Úriz, que por entonces lucía el carné del PCE, también resalta el hecho de que esta consulta provocó que “gente muy diversa se movilizara” . “Éramos muy pocos en el PCE, pero trabajamos muchísimo”, continúa el actual miembro del PSC, quien agradece que “Juan Carlos Rivas, que era productor y realizador en Telenavarra, nos llevó la campaña e incluso dio el mitin que ofrecimos en Villava”.

Félix Jiménez, ahora en Izquierda Socialista y UGT y en 1986 en la Coordinadora Pacifista de Navarra, colaboró sobre todo en el movimiento sindical. “Mi actividad se desarrolló en las fábricas, con reparto de propaganda, pancartas, recogida de firmas”, explica, al tiempo que resalta que “había un montón de organismos antimilitaristas, feministas, ecologistas... implicados en la causa”.

De esta media docena de guerreros, solo Paco Jiménez no ve tan claros los beneficios de aquella consulta. “Teníamos un partido de izquierdas como el PSOE, pero el poder le encargó la fea cuestión de hacer un referéndum que creó un trauma y una división en la izquierda que aún seguimos arrastrando. Si esto no hubiese sido así, otro gallo hubiera cantado”, afirma el hoy miembro del PCE, IUN, CCOO y la Junta Republicana de Izquierdas.

¿es posible salirse? Treinta años después de la consulta, los seis asumen la tremenda dificultad de que algún día se pueda dar la vuelta a la situación. “Yo soy antimilitarista y por supuesto que se puede vivir sin ejército”, dice Romeo, el más optimista de todos. “Tan importantes como las relaciones militares son las económicas, y las económicas se están ligando por muchos otros sitios, de ahí que salir de la OTAN no sería un problema”.

No lo ve tan sencillo Araiz. “La salida de la OTAN es muy complicada por las mayorías que existen en el Estado, pero está claro que se puede vivir fuera de la OTAN, que en el fondo da sustento a un complejo militar, económico e industrial y no deja de ser un negocio”.

“Es muy difícil que salgamos, pero es mi deseo”, opina Serrano, quien duda de que se pueda “soñar en un mundo sin ejércitos”, pero que en todo caso tiene claro que “deberían hacer otro tipo de intervenciones, humanitarias, de defensa de los derechos humanos, algo que lo podría conducir la ONU, pero nunca la OTAN”.

Félix Jiménez suscribe las palabras de Serrano. “Los ejércitos tienen que estar sometidos a la ONU y no a culturas militares montadas por estrategias del capitalismo que alimentan invasiones, arrebatan materias primas, etc”.

Paco Jiménez asegura que “la entrada en la UE y la permanencia en la OTAN iban en el mismo paquete con la Constitución de 1978, y de todo ello se han quedado con lo peor de lo peor”. Por ello, aboga por romper con todo. “La ruptura es salirnos de la OTAN, de la UE y del euro y hacer un proyecto constituyente que termine con esta monarquía que manda determinados tuits”.

No comparte esta idea Úriz. “Estoy de acuerdo con salirnos de la OTAN, que es un mal gendarme que no soluciona los problemas, pero no de la UE y del euro”. Además, asegura que “ejércitos va a haber siempre, gobierne Podemos, el PCE o Bildu; otra cosa es para qué los utilizamos”.

También Araiz asume que “determinados cuerpos armados, llámese policía o ejército, siempre habrá, pero no en su concepción decimonónica”.

En la misma línea, Félix Jiménez aboga por “democratizar los ejércitos para que respondan a los intereses de los ciudadanos”, algo que ni él mismo lo ve “a corto plazo”.

Paco Jiménez añade que “la defensa de un país no pasa por tener muchos aviones y muchos militares, porque siempre habrá quien tendrá más, sino a través del diálogo y la solidaridad, que es mejor política de defensa que gastar un montón de millones”, afirma convencido de que “si la gente supiera lo que nos gastamos en defensa, sería mucho más antimilitarista”.