pamplona - Después de dos comparecencias tan dilatadas como críticas y de una tan breve como tibia en el apoyo, Enrique Goñi pudo sentir por fin ayer el respaldo incondicional de quien fue vicepresidente de la comisión ejecutiva y presidente de Caja Navarra en los años de su agonía final. José Antonio Asiáin, que deberá regresar la próxima semana al Parlamento de Navarra, no admitió ayer errores relevantes en la gestión de la entidad financiera. Y dijo que su final, lo que a su juicio es “una transformación”, “deber ser visto como algo normal”.

“Hoy nadie sigue solo. Por lo tanto esto va de integración, así que la única cuestión es qué es mejor. Si tener el 1% de CaixaBank o un porcentaje mayor en el banco de Ibercaja, por ejemplo”, dijo Asiáin, con un punto incluso retador en su comparecencia. En ella respondió a Lorenzo Riezu y a Manuel López Merino, que enmendaron la gestión técnica y política de la caja, y elevó el tono respecto a José Antonio Sarría, que sí admitió errores y optó por minimizar su papel dentro de la entidad.

Asiáin no podía hacerlo. Su posición fue mucho más importante e incluso hoy se mantiene como miembro del consejo de Criteria-Caixa. Y por ello defendió desde el primer minuto el relato que habla del mejor final posible en manos de CaixaBank, una entidad que ha salvado a accionistas, preferentistas y ahorradores. Y que tiene en el volumen de su obra social -“es la tercera fundación del mundo”, dijo- uno de sus puntos fuertes. “La obra social por habitante es superior a la que hacen por ejemplo las cajas vascas con un porcentaje de participación en el banco mucho mayor. Y hoy lo único que puede hacer una caja es obra social”.

Jurista experto, Asiáin aventuró el próximo archivo judicial del caso, empleó los conceptos a su gusto y procuró centrarse siempre en el periodo comprendido entre 2010 y 2012. Dos años de plena crisis en los que él fue presidente y en los que se aprueban las sucesivas integraciones en Banca Cívica y CaixaBank. “Estoy más satisfecho de cómo capeamos el temporal que de cómo marchamos con el viento de popa”, concedió en la única frase que parecía reconocer que no todo se hizo lo mejor posible. “En esos años nos mantuvimos en parecidas posiciones en los ranking”, dijo Asiáin.

Podía parecer una cierta crítica, pero no lo era. Asían no admite que la solvencia se deteriorase de modo relevante entre 2002 y 2008 y recordó que en 2004, cuando regresa a Caja Navarra llamado por Miguel Sanz, encuentra una entidad “muy diferente” a la que dejó en 1991 y que, a su juicio, comenzaba a corregir las deficiencias apuntadas por el Banco de España en su informe de 2002, que apuntaba a una gestión “gris” por parte de Lorenzo Riezu. Rechazó incluso que el ratio de solvencia, que bajó del 13% al 8% pueda ser considerado como “un objetivo de gestión”. Mantenerlo elevado, vino a decir, no tiene por qué resultar prudente, sino propio de una gestión aburrida, conservadora. “Uno puede tener el colesterol bajo y no haberse tomado nunca un pintxo de txistorra. El objetivo es vivir”.

De este modo, obviaba Asiáin elementos claves en la gestión de los años de bonanza, que hicieron llegar a Caja Navarra a 2008 con una menor fortaleza de la necesaria. Y que, junto a su dependencia de la financiación mayorista, obligaron a la entidad a buscar aliados y salir a Bolsa en el peor momento. Todo ello se tradujo en una reducción de 958 millones de patrimonio entre los años 2007 y 2017. “La tercera que menos”, precisó. De ellos, 435,76 millones se ajustaron contra el patrimonio con ocasión de la integración en Banca Cívica -la fórmula SIP obligaba a ello- y 510,68 millones se ajustaron contra patrimonio al poner al 31 de diciembre de 2011 las acciones de Banca Cívica a valor de mercado, con la Bolsa por los suelos”, admitió.

Asiáin sí tuvo que admitir que la entidad, lejos de brillar, había entrado en pérdidas en su actividad ordinaria ya en una fecha tan temprana como 2008, un síntoma de la debilidad de un negocio que parecía secarse. Y recordó que, en todo caso, la desaparición de las cajas había sido una decisión de quien detenta el poder. “En Alemania tenían un problema todavía mayor con las cajas y desde luego no aplicaron esta cirugía”.

“Riezu se abstrae de la regulación”

Ve pérdidas en 2001. José Antonio Asiáin y Lorenzo Riezu se conocen desde hace más de cuatro décadas. Y el antiguo director de Caja Navarra se dirigió a él para entregarle su informe acerca de la deriva de la entidad. Según relató, mantuvieron una reunión en su despacho profesional y quedaron en verse después del consejo general que debía aprobar el traspaso del 100% de los activos y pasivos a Banca Cívica. “Luego sufrí un ictus y ya no nos vimos -relató Asiáin-, pero creo que Riezu no debe enjuiciar mi labor como presidente, del mismo modo que yo no lo hago con él, y en eso me atengo a lo que dijo el Banco de España”. Asiáin aseguró que cuando Riezu habla de soluciones similares a las de las cajas rurales “hace abstracción de la realidad” y aseguró que en 2001, al evitar poner a valor razonable la inversión en Auna, Riezu evitó que las cuentas de la recién fusionada Cam deparasen pérdidas. - J.A. Monreal/A. Irisarri