pamplona - Con apenas 15 minutos para cada intervención, los portavoces de las fuerzas del cambio (Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E) de las que salió el escrito de conclusiones que votó por mayoría la comisión trataron de condensar qué han supuesto estos casi tres años de trabajo. Y, por encima de todo, la sensación que transmitieron fue que la de Can es una historia que podría haber sido diferente. Que si hubiese mantenido un modelo “más pegado a los principios fundacionales” y más supervisado por la institución que tenía encomendada el seguimiento de las operaciones -el Gobierno foral- quizá Caja Navarra podría haber seguido viva en solitaria, sin proyectos megalómanos, pero centrada en lo que llevaba cien años haciendo: sirviendo a las clases trabajadoras de una sociedad navarra que ha perdido con la desaparición.

“Claro que ha tenido sus consecuencias”, razonó Koldo Martínez, totalmente evitables porque “la desaparición pudo no darse”.

Martínez, quizá el parlamentario que más ha trabajado por entender y explicar el fondo de cada una de las operaciones que condujo a la Can a su final, invirtió casi la totalidad de su discurso en explicar esa serie de operaciones, movimientos y decisiones que fueron laminando la solidez de la entidad. Porque Martínez se esforzó, precisamente, en tumbar una de las falacias que utiliza UPN, que es que a todas las cajas les pasó lo mismo. No. “Todas las cajas conocieron los mismos tiempos de bonanza y la misma recesión”, apuntó. Sólo que aquí, después de los años de “megalomanía con pólvora del rey”, se llegó a ese momento con menos provisiones, más débil, más incapaz de decidir alianzas -la de CajaSol, la “cuchillada mortal”, se dijo más adelante- y más vulnerable por la parte de un Gobierno “que cobraba pero no controlaba”. Por eso se entiende que Arantxa Izurdiaga, de EH Bildu, recogiese el guante apuntando que “UPN y PSN siempre han querido ocultar el proceso”. Ese cúmulo de “errores, excesos en operaciones de difícil justificación que no respondían al espíritu fundacional” que se sucedían mientras el Ejecutivo de UPN “consideraba que no tenía que supervisar”, como recordó que admitieron Sanz y Barcina. Con ese panorama de puestos con responsabilidades honoríficas y retribuciones de ejecutivo se entiende que el Gobierno dejase pasar “lo más grave e importante de todo esto”, y es “que si el Gobierno llega a inspeccionar, la Can no hubiese desaparecido”.

¿podría haber subsistido? Tere Sáez, de Podemos, criticó en su turno que, después de casi tres años de investigación -que ha podido ser exhaustiva como nunca, y que ha arrojado aspectos nuevos de algunas operaciones- todavía haya quien afirme que “aquí no ha pasado nada”. Sáez consideró que el talante de algunos comparecientes ha dejado mucho que desear -sobre todo los que no han querido declarar- y cargó de nuevo contra el Gobierno, “que obtuvo beneficios por hacer dejación de sus funciones”.

Marisa de Simón, de I-E, fue la encargada de cerrar el debate. Lo hizo con una serie de preguntas implícitas. Por ejemplo, que cómo le habría ido a Can si no hubiese abrazado “planes megalómanos”, como los de una “expansión territorial millonaria”. O qué hubiese pasado si “se hubiese provisionado en época de bonanza”, algo que no se hizo porque para entonces ya no había margen. En definitiva, cuestiones que giraban en torno a una pregunta que cruzó todos los discursos del cambio: si de hacer las cosas de otra manera la Can no podría haber “subsistido”. - A.I.R.