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Impulso institucional para acabar con la excepcionalidad que afecta a decenas de navarros

Acabada la dispersión 'dura', apuestan por seguir con los acercamientos hasta la CAV e Iruña

Impulso institucional para acabar con la excepcionalidad que afecta a decenas de navarros

En los últimos meses, cada viernes los familiares de los presos de ETA han tenido un ritual: consultar y actualizar con insistencia la página web de Instituciones Penitenciarias. Era ahí donde el Ministerio del Interior publicaba el nombre de los reclusos a los que se había decidido acercar a prisiones más próximas a Navarra y la CAV, algo que se ha venido repitiendo desde 2018, a partir de cuando el Estado ha ido flexibilizando la política de dispersión.

"Era un poco como jugar a la ruleta rusa", recuerda Xochitl Karasatorre Méndez, coordinadora en Navarra de la asociación Etxerat, que reúne a muchas familias de presos. Era en esa web en la que primero se colgaban los nombres, cinco cada semana, sin previo aviso a familiares, abogados o los propios presos. "Los viernes lo que más hacías era mirar la web, eso te genera un nerviosismo añadido". Hace una semana se produjo un hito: Interior comunicó el traslado de los últimos cinco presos encerrados en las cárceles más lejanas, las andaluzas.

Unos acercamientos que son "positivos" para Etxerat, pero no suficientes, como precisa Patricia Vélez López de Zubiría, portavoz de la asociación. La dispersión es una pata importante, pero no es toda la excepcionalidad. "Al final te conformas con recorrer 200 kilómetros y poder hacer el viaje en el día, pero no es como deben estar los presos y las presas", reflexiona Karasatorre. Los familiares quieren hechos, y suavizada la dispersión quedan otros importantes "nudos".

Los desgrana Patricia Vélez, que despliega unos folios en los que esos problemas se traducen en cifras concretas. No le hace falta leerlas, las tiene en la cabeza. Hay 183 presos navarros fuera de Navarra. No solo de ETA (alrededor de 20), sino también comunes. Eso es ya una anomalía, porque todos los presos tienen derecho a cumplir condena en su lugar de origen.

Por lo tanto, lo primero que hay que hacer una vez el Estado ha aminorado la dispersión es recortarla todavía más. "Esperamos que esa tendencia de viernes de acercamientos se mantenga", lanza Vélez. Hasta que todos los presos estén en las cárceles de Pamplona y la CAV. En la de Iruña, dicen, hay sitio de sobra: unas mil plazas, de las que están ocupadas alrededor de 300. "No entendemos que haya sitio y no se utilice, es algo que queremos que se corrija con el tiempo".

El siguiente paso tiene que ser la libertad para los presos gravemente enfermos. Hay 19, algunos navarros, casi todos en la cárcel pese a que muchos tienen un pronóstico incurable y viven sin acceso a cuidados que paliarían sus enfermedades. Ibon Fernández Iradi, por ejemplo, tiene ELA y está encerrado en Francia. "La pandemia, además, ha puesto de manifiesto la necesidad de abandonar un entorno como el de la cárcel", algo que organismos internacionales también han extendido a los mayores de 70 años. Hay un preso, Joseba Arregui, que tiene 73 años y lleva 30 sin permisos.

La tercera petición, precisamente, tiene que ver con la normalidad penitenciaria, lo opuesto a la excepcionalidad que viven los presos de ETA. "Pedimos que les dejen hacer ese recorrido que no es ningún regalo, sino un derecho". Eso supone poder pasar de primer grado (el más duro, con veinte horas al día de celda, ningún permiso, sin actividades y con muchas dificultades para estudiar) a segundo, y luego a tercero. Es un problema que afecta a 168 presos de ETA, muchos de los que ya podrían vivir en régimen de semilibertad en caso de que se aplicara con ellos el mismo criterio que con los presos comunes.

"Sería hacer una interpretación más flexible de la ley 7/2003, la que ha amparado la excepcionalidad", sostiene Vélez, porque "de la ley penitenciaria inicial, que habla de reintegración, a la situación actual, solo se ha ido hacia atrás".

Y, en cuarto lugar, debe alcanzarse un acuerdo entre España, Francia y la Unión Europea para cumplir con uno de los derechos comunitarios: la acumulación de penas, algo que no ocurre con los presos de ETA. Muchos de ellos han pasado años en prisión que no se les tienen en cuenta en España. Etxerat calcula en 50 los casos.

En definitiva, un repliegue progresivo de la excepcionalidad. Algo que debería iniciarse desde Instituciones Penitenciarias por derecho. Pero, como muestra, algunos presos han presentado escritos por su cuenta. "Los valoramos mucho, porque en ellos hacen un repaso de su trayectoria, reconocen el daño causado y empatizan con el dolor de las víctimas", precisa Vélez, que recuerda que esos escritos "no son un requisito" para progresar de grado, pero que de alguna manera es una "aportación" personal "para demostrar que están por la convivencia".

Hay una buena oportunidad, creen. "Durante ocho años (los del Gobierno de Rajoy) no ha habido manera de mover nada", y desde 2018 se ha cambiado de plano. Además, nunca como hasta ahora había tal cantidad de "consensos desde el punto de vista político y sindical". Es momento de redoblar esfuerzos porque "los familiares estamos cansados, porque se van cumpliendo años, porque hay padres que no pueden hacer tantos kilómetros, porque hay hijos", precisa Karasatorre. "El otro día me decía una madre: cuando encarcelaron a mi hijo yo tenía 53 años y me veía fuerte, pero ahora tengo 73 y ya no", añade Vélez. Es un punto que no hay que tomar a la ligera: veinte años de 2.000 kilómetros a la semana pesan mucho. En el ánimo, en el cuerpo y también en la cartera. A algunos hasta les ha costado hasta la vida: 16 familiares han muerto en las carreteras yendo a visitar a presos. Dos de ellas, navarras: Sara Fernández y Karmele Solaguren. "Muchos yendo a Madrid", subraya Vélez de forma totalmente deliberada, precisamente porque el marco mental en el que se mueve la sociedad hace ver que Madrid, a 500 km de la CAV y Navarra, es como si estuviera cerca. "Y no lo está".

Por tanto, Etxerat llama a aprovechar la "ventana de oportunidad". "Hay un cambio de actitud fruto de una demanda social. Hemos puesto energía en terminar con la dispersión, y ahora queda lo gordo", continuar con las reclamaciones.

"Muchos presos han escrito textos porque quieren dejar claro que están por la convivencia"

Portavoz de Etxerat

"Los familiares llegamos muy cansados y hay padres que no pueden hacer tanta carretera"

Coordinadora de Etxerat en Navarra