Segundo tramo de la entrevista a Javier Enériz, para hablar de aspectos más concretos de la labor del Defensor. “Me gusta la idea de la justicia, no la de las togas, sino la justicia de verdad, la que puede hacer una persona ayudando a los demás”, comenta.

¿En qué tipo de demandas ha podido incidir más?

-Ha habido varios colectivos en los que yo creo que hemos hecho bastante buena labor, como los menores desamparados.

Tema en el foco de la polémica a raíz de unas declaraciones

-Toda grupalización de colectivos a los que se les imputa una conducta penal o irregular es injusta y un error. Eso no lo admite ni el derecho moderno ni el anterior. Las responsabilidades siempre son individuales. Cuánta gente hemos conocido de orígenes humildes con un comportamiento ejemplar y en cuánta gente de altos niveles hemos visto comportamientos absolutamente deleznables. Nosotros en el Parlamento presentamos un informe en el que dijimos bien claro que no compartíamos las declaraciones en las que se imputaban a los menas, ya el nombre es feo, comportamientos delictivos o penales. Ni a ellos ni a nadie. Del mismo modo que no lo admitiríamos como navarros. Hay navarros buenos y malos, como todo en la vida. Por lo tanto en ese sentido las declaraciones no son reales.

Háblenos de otro asunto en el que se siente satisfecho.

-La protección de perceptores de la renta garantizada, una de las medidas que más discusión social causa. Un marco legal que se podrá compartir en muchas cosas y en otras no, pero que al fin y al cabo trata de ayudar a las personas más necesitadas económicamente. Hasta una sociedad egoísta pero inteligente arbitraría este tipo de ayudas, porque le saldría mucho más caro tener que invertir en seguridad y en orden público para hacer frente a las consecuencias de estas situaciones no debidas. El Estado social es un mecanismo para redistribuir los recursos públicos a las clases sociales más desfavorecidas. Una medida propia de un Estado avanzado.

Acaba de nacer la Red de Torturados de Navarra. ¿Ha tenido reclamaciones de este tipo?

-Hemos recibido muchas veces a personas que han venido a denunciar las detenciones de familiares o allegados, acusados de delitos de terrorismo, en algunos casos, muy graves. Y venían preocupados, porque se les aplicaba la legislación antiterrorista, y desaparecían unos días de toda fuente de conocimiento. Ahí nuestro papel es muy limitado, eso lo he reconocido.

¿Y a posteriori, tras la detención?

-Siempre que hemos tenido conocimiento de alguna posible situación de estas, lo hemos comunicado al Defensor del Pueblo de España, que es el mecanismo nacional de prevención de la tortura, que tiene reconocida ante la ONU esa categoría jurídica. Hemos visitado cárceles, centros de menores, comisarías de Policía Nacional, Guardia Civil y Policía Municipal para evitar que se puedan dar casos de tortura. Pero hemos hecho una labor muy subordinada y secundaria. No quiero arrogarme ningún tipo de protagonismo en este tema.

Su cargo es un gran detector de malestar.

-El problema del malestar es que se detecta después de producido, y que no se trabaja a priori para evitarlo. Normalmente el malestar viene cuando no se dan respuestas o estas son deficientes, tardías o elusivas. La Administración no tiene tiempo o ganas de explicar, porque se siente apremiada e incapaz de solucionar muchas cosas.

¿Un recuerdo en este tiempo?

-Hay decenas de casos... por citar uno, el de una persona que apareció aquí desesperado y decía que quería suicidarse.

Un problema grave los suicidios.

-Sí, sí, otro de los grandes problemas que tenemos. Nos sentamos en una sala con él, estuvimos hablando más de una hora y se fue al menos aliviado. Muchas veces hablar, el más humano de los actos, ayuda a resolver los temas, porque intentas relativizar las cosas y transmitir que no todo es tan negro como se ve en ese momento. Nos hemos encontrado con gente que todo lo ve cerrado y oscuro, y lo más acertado al menos es hablar para dimensionar bien el problema, ver cuáles son las puertas a donde se puede llamar e intentar buscar solución en función de las exigencias. Ojalá el Defensor pudiera dar vivienda a todo el mundo que lo necesita. Uno de los grandes problemas de la sociedad navarra en este momento. Su insuficiencia para muchísima gente. Con listas cada vez mayores, carencias que exponemos y detectamos.

“Hay malestar cuando

no se dan respuestas

o estas son deficientes, tardías o elusivas”