- El conflicto bélico en Europa del Este relegó ayer a segundo plano lo que hasta la madrugada del jueves era un maremoto en la política española. La decisión final de Pablo Casado de resistir y mantenerse en el cargo hasta el congreso exprés del 3 abril no evita sin embargo que todas las miradas en el PP y en sus adversarios se dirijan ya hacia su próximo líder, Alberto Núñez Feijóo, ungido por unanimidad por los barones del partido pese a que el dirigente gallego se haga el remolón. La ruta se encuentra ya trazada tras la cumbre de alta tensión que se respiró en la sede de Génova hasta que se alcanzó la salida pactada con el hasta ahora presidente de los conservadores. “El que tiene que decidir si se presenta o no soy yo”, proclamó el presidente de la Xunta, que no formalizará su candidatura hasta que el congreso esté formalmente convocado porque, lo contrario, sería una “frivolidad”. “Dejemos que las cosas se hagan con normalidad en un partido en el que cualquier militante se puede presentar”, señaló, después de que su entorno se percatara de que una entronización por las bravas habría resultado contraproducente. Que dará el paso se da por hecho. Dirigentes territoriales coinciden en descartar que Feijóo se haga de nuevo a un lado como en 2018, cuando la moción de censura desbancó a Mariano Rajoy.

Pero para que este itinerario se cumpla, quedan etapas por cumplimentar una vez dé el sí en la Junta Directiva Nacional del próximo martes. Este órgano, que componen cientos de miembros, se reunirá a mediodía con un orden del día que incluye una intervención de Casado. Después comenzará a correr el reloj de su sucesión, con el eurodiputado Esteban González Pons como presidente del Comité Organizador del congreso, que previsiblemente tendrá lugar en Sevilla. Las precandidaturas a la Presidencia se deben presentar entre los siete y quince días siguientes a la convocatoria del cónclave “conforme a lo que se señale en el acuerdo de convocatoria”. A falta de conocer la letra pequeña y de si mantiene estos plazos, Feijóo tendría que ratificar que se postula entre el 8 y el 16 de marzo.

Es una incógnita si habrá más de una lista aunque el ex secretario general del PP, Teodoro García Egea, lo diera casi por hecho después de dimitir, quién sabe si forjando él una lista para presentar competencia aunque no la lidere. Miembros del PP no intuyen que un peso pesado del partido pretenda pelear en su contra, una vez que la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, se descartó. Sin embargo, solo es necesario el apoyo de un centenar de afiliados para presentarse. En el escenario con más de una precandidatura se abre un proceso de dos vueltas. En primer término el voto de los afiliados selecciona a dos candidatos, que deben ser ratificados por los compromisarios. Sin embargo, si un precandidato logra más del 50 % de los votos válidos o supera en 15 puntos al resto sería proclamado candidato único.

Por ello, Feijóo podría llegar al cónclave erigido ya como el líder de facto del PP, aunque es necesario que se formalice su elección en el congreso, antes de que pueda tomar el mando. Un timón que ya comanda en la sombra. Además, en el congreso se vota también un programa, que será exhaustivamente analizado en aquellos puntos en los que pueda distanciarse de Vox, y se elige a quienes ostentarán funciones de dirección, y a su equipo. Una vez dirigiendo la nave habría que dilucidar cómo encajar la labor de oposición al Gobierno de Pedro Sánchez, que pasaría ejerciendo un control al Ejecutivo desde el Senado.

En la jornada de resaca, Feijóo aseguró estar “satisfecho” por el “desbloqueo” en la situación orgánica de su partido, que días atrás definió como “colapso”. “No le oculto que hemos abierto una etapa de ilusión”, se limitó a apuntar, más preocupado en un día como el de ayer por la situación en Ucrania. Horas antes se felicitó por la “normalización” interna del PP, que “sigue garantizando la alternancia política en España”. “Vengo de un congreso democrático y quiero estar en un partido democrático que haga congresos democráticos”, reiteró. De Casado solo tuvo buenas palabras, describiendo su comportamiento como “amable, correcto y como siempre”. “Pablo Casado es un señor de la política y estoy convencido de que así lo reflejarán las próximas crónicas”, ilustró Feijóo sin ahondar en todos los momentos de convulsión que se experimentaron durante las casi cinco horas de intercambio de posiciones entre el líder y los barones. Casado frenó la dimisión cuando les espetó: “Podré haber hecho algo mal, pero no he hecho nada malo”.

La mesura cuando todos los flashes aguardaban en la calle la puso el presidente de la Junta andaluza, Juanma Moreno, quien admitió que trataron de evitar un “escarnio” al PP acabando de una forma “razonada y sensata con la crisis”. En paralelo, bendecía a Feijóo por ser un presidente autonómico con una “muy buena gestión” y por suscitar “consenso dentro y fuera del partido”.

Pendiente de Castilla y León. Hasta el congreso extraordinario del próximo 3 de abril, en la práctica el mando recae en la nueva coordinadora general del PP, Cuca Gamarra. Por delante le queda un mes al frente del partido. En un escenario con cinco plenos en el Congreso y en medio del ataque de Rusia a Ucrania y de la negociación abierta entre el popular Alfonso Fernández Mañueco y Vox para formar gobierno en Castilla y León, donde las cartas estarán más claras a partir del 10 de marzo, cuando se constituyan las Cortes y la Mesa. El eurodiputado Esteban González Pons será el presidente del Comité Organizador del Congreso, que estará compuesto por al menos un miembro designado por cada organización territorial. Todo esto supone que Pablo Casado no estará ya al frente de la gestión del partido en el día a día.

“Soy yo el que tiene que decidir si se presenta o no, dejemos que las cosas se hagan con normalidad sin caer en la frivolidad”

“Estoy satisfecho por el desbloqueo, no puedo ocultar que se ha abierto una etapa de ilusión”

Presidente de la Xunta