Muchos no han caído en la cuenta de que ya han pasado diez años. Seis portavoces parlamentarios que vivieron aquella convivencia imposible recuerdan cómo era aquel día a día entre UPN y PSN

"Desde entonces fue una batalla, sin una mayoría que habíamos tenido"

A Carlos García Adanero le llega este aniversario en una situación que no hubiera imaginado hace un tiempo, y resulta difícil sustraer sus respuestas de su nueva situación política. Considera que los motivos de aquella destitución tenían “peso suficiente”.

Pero no tiene un recuerdo particularmente nítido sobre los detalles de aquella crisis, tal vez porque a la presidenta Barcina le tocó asumir mucho más protagonismo, lo que hace que el mensaje del exportavoz sea algo lacónico. Este décimo aniversario, más allá de sorprenderle por el paso del tiempo, le pilla con el pie cambiado. “Yo apoyé a Barcina y si lo hice es porque entendía que había que apoyarle”.

Sobre “cómo se forjó” ese Gobierno en 2011, afirma que “igual fue el principio de cosas que hemos visto después”. Y se explica: “hasta ese momento los apoyos del Partido Socialista siempre habían sido externos, porque entendía que era la forma de seguir siendo alternativa. Cree que entonces el PSN pensó que era la hora de “tocar poder”, aspiración que cree que llega hasta la actualidad, “pasando la línea roja de Bildu encantados de la vida”.

En cuanto al contexto histórico de aquel momento, con un Rajoy que cumplía un semestre en la Moncloa, en medio de una crisis económica severa, García Adanero piensa que las circunstancias “no eran fáciles”, pero “se podían haber toreado”.

Para Adanero, en el momento de la destitución de Jiménez, “se era consciente de que estabas rompiendo el acuerdo de Gobierno”. Afirma que en las semanas previas pensaba que la situación era reconducible”. Una vez consumada la ruptura, recuerda una “batalla diaria”. Y resume así la situación: “No tienes una mayoría parlamentaria que la has tenido, y por lo tanto es todavía más complicado que cuando te dejan pasar a gobernar”.

Sobre el hecho de que no se adelantaran las elecciones, dice que existía la “sensación” de que el resultado iba a ser muy similar. Y cree que el PSN finalmente tampoco activó una moción de censura “porque para eso necesitaba a Bildu, y en aquel momento para el Partido Socialista era una línea roja”.

Adanero evita analizar las consecuencias en el tablero político navarro, que tuvo aquello, y hacer leña de los árboles caídos. Cree, respecto a aquella etapa de Yolanda Barcina que “lo que se hizo fue con la situación de entonces, y lo que se entendió que era mejor en aquel momento”. Afirma que en UPN “en general se apoyó” a la presidenta. Si bien reconoce que hubo “gente que criticó lo que hizo y se habló de falta de experiencia”.

Sobre el otro protagonista de la crisis, Roberto Jiménez, Adanero también se muestra comedido: “Supongo que él

procedía también entendiendo lo que era mejor para su partido, y tampoco tengo mucho más que decir”.

"Barcina asumió el descrédito de aquel desgobierno"

Según Patxi Zabaleta, “se trató de un episodio de desequilibrio de los partidos que habían conformado el régimen, UPN y PSN, pero que no supuso ningún cataclismo especial”. Cree que el partido que más perdió con aquello fue UPN, al que reprocha “una contradicción interna” de fondo. Por un lado, afirma, “sucursal del centralismo”.

Por otro, “pretende dar la imagen de defensa de los derechos de Navarra y de los navarros y navarras”. Eso, cuando entra en contradicción, comporta una “escisión que seguirá sufriendo”. Para Zabaleta, “cuando un líder de UPN se pone a defender los intereses de Navarra frente a los de Madrid, como ocurrió con Alli, cae en desgracia, y cuando defiende los intereses del centralismo, como con Barcina, tiene que jugar de otra manera”.

Según este exportavoz, “la forma sensata de gobernar esa crisis económica no fue la que protagonizó la señora Barcina y su vicepresidenta Goicoechea”. A su juicio, demandaba “unir fuerzas y llegar a unos acuerdos, por lo menos mínimos, pero ellos excluían cualquier posibilidad en ese sentido, siempre lo han hecho y la siguen excluyendo, esa es la bandera de Esparza, la de excluir a EH Bildu”, lo cual considera “una actitud pura y simplemente alocada, de persona que en política no es normal, y por lo tanto está abocado al fracaso”.

Volviendo a 2012, cree que a Barcina se le rompió la mayoría “por donde más débil era el engranaje, el PSN”. A su entender, la expresidenta “pretendía disminuir los gastos y hacer los recortes. Como tomaba decisiones solo con la calculadora para poder cuadrar los ingresos, no podía aguantar durante largo tiempo el PSN, y por lo tanto aquello se rompió”. Bajo su punto de vista, “fue un ejemplo más de las actitudes de desgobierno y mal gobierno que ha dado la derecha, no solo en Navarra”. Para Zabaleta, Barcina “asumió el protagonismo del descrédito por aquel desgobierno”, que según él “también afectaba y afecta” al PSN, al que culpa de un “gran error” al pactar con Barcina.

Una responsabilidad que traslada al presente citando la situación en el Ayuntamiento de Pamplona. Respecto a la actualidad política en el conjunto de Navarra, critica la “total falta de visión” de Esparza, y denuncia que el PSN “juega a dos bandas”. Le acusa de “querer simular que ha cambiado de actitud con respecto a todo lo que había constituido la ‘teoría del quesito’, de “no haber hecho autocrítica en muchas cosas” y de “cometer errores análogos a los de Barcina, no exactamente iguales”. Zabaleta advierte al respecto sobre la “tentación” en los Gobiernos de coalición de que su presidencia olvide su conformación plural.

"Fue la consumación de una decadencia que cada vez era más evidente"

Maiorga Ramirez es, junto a Carlos García Adanero, el único de los portavoces parlamentarios de aquel tiempo que sigue en la primera línea política. En su análisis, aquella ruptura “supuso el fin de una entente entre UPN y PSN fraguada desde el año 96, por la ruptura del tripartito y la constitución de la gestora liderada por Arbeloa, en la que participaba por cierto también la actual parlamentaria Inma Jurío”.

Un entendimiento, destaca, en la que “participaban Comisiones y UGT”, que a su juicio “ya en 2007 dio muestras de su agotamiento, porque el Agostazo dejó manifiestas las contradicciones e incoherencias ideológicas del Partido Socialista de Navarra”. Para Ramirez esta ruptura de 2012 confirmó dicho agotamiento. Yo creo que el cambio político empezó entonces”, afirma el exportavoz de Bildu, para quien el episodio “fue la consumación de una decadencia que cada vez era más evidente, pero que se resistía a dar el testigo a otra nueva época”.

Según Ramirez, la UPN de Barcina coincidió con un contexto donde “la derecha se encontraba en una posición crecida”. A ello añade “el grado de sometimiento” del PSN, que califica de “sumisión absoluta”. Recuerda asimismo otro episodio anterior significativo para el tablero político, la ruptura de UPN con el PP todavía en tiempos de Miguel Sanz, “una de las consecuencias del Agostazo”.

A juicio de Ramirez, “con el cese de Jiménez, Barcina pretendió generar “un cisma en el PSN y endosarle a su responsabilidad los problemas de entendimiento entre ambos partidos, pensando que quizá parte del PSN dada su posición acomodada en puestos de Gobierno, pudiese secundarle”. Eso no fue así, y al pasar a la oposición “el Partido Socialista empezó a contradecirse con posturas que inmediatamente antes había sostenido”.

Ramirez recuerda que entonces María Chivite ya era parlamentaria. Entiende que ella y el PSN “interiorizaron que el cambio político en Navarra se había abierto paso, y que ese régimen que comprendía el ámbito sindical, el político y el económico a través de estructuras como la CAN, había llegado a su fin, y era necesario profundizar en los principios como socialdemocracia española”.

En cuanto a UPN, Ramirez piensa que su estrategia “se sustenta en una premisa absolutamente endeble”. Cree que “la sociedad de Navarra también ha cambiado y hace impensable que esa entente se pueda reconstruir”. Augura “contradicciones ideológicas para el centroderecha en los próximos lustros”. “Fuera del poder, en la derecha navarra, foral y española, han aflorado muchos matices y contradicciones en ella”, apostilla

"Eran reiteradas las veces que desde el propio Gobierno se hacía oposición"

Enrique Martín está hoy alejado de la política, sin afiliación siquiera, aunque precisa que “no han cambiado sus ideas”. Confiesa que había olvidado aspectos de esta crisis. Tras refrescar recuerdos y ordenarlos en su memoria, repasa aquel contexto: “En aquel momento lo vivimos con cierta incertidumbre, porque que se rompa un Gobierno en mitad de una importante crisis económica podía suponer un desvío de la principal función de un Ejecutivo, que es mejorar la vida de los ciudadanos”. Destaca que el PPN, en aquella legislatura con cuatro parlamentarios, se marcó el objetivo “de hacer una oposición crítica y constructiva, y en cierta medida mantener un Gobierno lo más estable posible, desde nuestra consideración de oposición”.

Según Martín, “cuando se constituyó el Gobierno de coalición, nosotros ya percibíamos que la convivencia iba a ser difícil, por la situación que tenían ambos partidos. Y esa sensación luego se confirmó”, constata. “Veíamos que era difícil reconducir el tema porque en un Gobierno de coalición obviamente tiene que haber discrepancias, pero siempre se tienen que enjugar dentro, y que salga un solo mensaje. Y en este caso no ocurría”, rememora, “porque eran reiteradas las veces que desde el propio Ejecutivo se hacía oposición. Cada vez se fue deteriorando más la situación y veíamos que no era factible una reconducción del problema”.

Materializada la ruptura, para el entonces portavoz del PPN, “en aquel momento se planteaban dos posibilidades principales: Gobierno en minoría o moción de censura. En cuanto a la hipótesis de recurrir a unas elecciones anticipadas, según Martín, “siempre es una situación un poco frustrante”. Y explica que en el PPN “dentro de lo malo y de la irresponsabilidad que suponía romper un Gobierno en esas circunstancias, apostaban por un Ejecutivo en minoría con “pactos con los grupos de la oposición”. Si bien, cuenta, la oposición estaba “muy afectada en el orgullo” tras la quiebra del Gobierno. Pero que era la opción que por lo menos se debía intentar”.

Haciendo balance, para Martín “fue una legislatura muy difícil, que tuvo unos procesos y unas comisiones de investigación que todos nos acordamos, y mal que bien se fue agotando”.

Sobre el devenir de Navarra Suma, Enrique Martín observa las dudas de UPN con cautela. “Yo en la problemática de UPN no me voy a meter, lo tendrán que resolver”. Si bien apunta que “fue una cercanía al Partido Socialista lo que en 2008 causó la ruptura entre UPN y el PP”. El exportavoz popular cree que “la única manera de llegar al Gobierno y de quitárselo a la izquierda es con acuerdos importantes del centroderecha. Aquí en Navarra siempre ha sido difícil, nunca ha sido una comunidad de mayorías absolutas”.

"Barcina y Jiménez creían que la crisis de 2008 se empezaba a superar"

Para José Miguel Nuin, fue “el principio del final de los Gobiernos de UPN”. “Los tres años de legislatura hasta 2015 fueron agónicos. Se gobernaba casi más desde el Parlamento, y Barcina no pudo aprobar un solo Presupuesto”, rememora.

Nuin considera que “desde que se aprueba el Amejoramiento en 1982, hasta junio de 2012 pasan tres décadas en las que la política navarra “estuvo determinada” por los pactos UPN-PSN. “Primero con Gobiernos presididos por el Partido Socialista con Urralburu, y luego casi 21 años de Gobiernos de UPN con un solo de excepción, el de Javier Otano, que acaba como acaba. Así que esa ruptura fue muy simbólica”. A su juicio, los dos principales elementos que cimentaron los acuerdos entre UPN y PSN, que “gozaron de unas mayorías electorales importantes”, fueron “la violencia de ETA, que dificultaba construir mayorías alternativas a una derecha como UPN con unas bases populares amplias en Navarra”.

El otro elemento a su juicio fue “la afección de la Navarra de las maravillas, del progreso, del bienestar y riqueza, donde junto al crecimiento económico, España entra en la Comunidad Económica Europea, luego Unión Europea. Hay etapas de expansión, se gestiona el autogobierno, el Convenio Económico. Se gestiona esa Navarra muchas veces con elementos que hacen progresar a la sociedad navarra, pero también con elementos clientelares clarísimos”.

Según Nuin, para entender la ruptura de esta entente, hay que recordar que en ese mismo 2011, al poco de constituirse el Gobierno, ETA anunció su cese definitivo. Y que aquellos comicios ya se habían celebrado con una tregua permanente. Además, cree que “la Navarra de las maravillas había entrado en crisis desde 2008”, y que faltó capacidad de lectura al respecto.

“Cuando se hizo el Gobierno UPN- PSN Barcina y Roberto Jiménez creen que la crisis de 2008 se empieza a superar, pero justo ese verano, nada más constituirse el Ejecutivo, viene la crisis de deuda, y luego estalla todo el escándalo de Caja Navarra, que se los llevó por delante. La crisis entró en otro socavón en 2011, hay política de recortes, y esta Navarra del millón de habitantes que esta gente había ideado, del cemento, del crecimiento exponencial, se les hunde. Entonces, analiza, las contradicciones en el PSN eran cada vez mayores, y eso acabó reventando. Y Yolanda Barcina no aceptó un PSN que hiciera oposición y Gobierno, y los echó”.

Fue una crisis con “precedentes”, recuerda: el Agostazo de 2017, con “la izquierda abertzale ilegalizada”. “Veníamos ya de un momento donde había una demanda muy amplia de cambio y el PSN la impidió”.

"El PSN debe pensar siempre qué le pasó y qué le puede pasar de la mano de UPN"

El hoy concejal pamplonés de Geroa Bai era hace diez años parlamentario de Nafarroa Bai, coalición que consumaría en otoño de ese año su quiebra. Así que Patxi Leuza, miembro de Geroa Bai, pasó junto a Manu Ayerdi a representar en la Cámara a la nueva marca, que meses antes había obtenido su primer éxito con el escaño al Congreso logrado por Uxue Barkos en las Generales de 2011.

Leuza recuerda que se sabía “que la cosa no iba bien” en el Gobierno, porque ya Roberto Jiménez iba denunciando el gran agujero que había en las cuentas, y se notaba una gran tensión”. “Me imagino que en aquellos momentos Yolanda Barcina ni por el forro podría suponer que era el principio de su fin”, añade.

Leuza subraya cómo en ese contexto de crisis, el PSN “fue capaz de meterse a ese Gobierno”, y expresa su “gran decepción” con “la incapacidad” de los socialistas durante los tres siguientes años de “dar un paso adelante con una moción de censura”, mientras Barcina “no fue capaz de dimitir”, que Leuza cree que “es lo que más le hubiese beneficiado”.

Para este exparlamentario, la destitución de Jiménez fue “el mayor error” de Barcina. “Para nosotros fue un principio de un cambio, como lo ha mostrado el tiempo”. Según Leuza, “Yolanda Barcina llegó sin ningún arraigo en la política y en la sociedad navarra, porque tú puedes ser de donde sea, pero tener un arraigo. Ella iba a lo suyo a una política de derechas”.

Preguntado por la pegada que alcanzó como alcaldesa en el Ayuntamiento de Pamplona, según Leuza, Barcina tuvo “un equipo muy hecho” que ya estaba en el Consistorio, y “una bonanza económica que le ayudó prácticamente en todo, precisamente lo que le falló en el Gobierno, con una crisis tremenda que no era fácil de gestionar. Pero hay que saber hacerlo, porque creo que en la siguiente legislatura, de Uxue Barkos, se supo gestionar, e incluso en esta con todo lo que ha sido la covid”. Para Leuza Barcina pecó de “soberbia política”, y “acabó como el rosario de la aurora, y de la misma manera acabó el Partido Socialista, que debería pensar siempre qué es lo que le pasó y que le puede pasar yendo de la mano de UPN”.

Hablando de otro aspecto que tuvo impacto en el tablero de aquella legislatura, Patxi Leuza recuerda la crisis de Nafarroa Bai y los albores de Geroa Bai. “Apenas cuatro meses más tarde de la ruptura del Gobierno nos echaron a nosotros del grupo, quedamos como no adscritos, y la única forma de sobrevivir era a base de trabajar mucho y de hacer nuestra propia estrategia, y la verdad es que nos salió bien”.