Habrá reforma fiscal en Navarra para hacer frente a la inflación, pero sigue sin estar claro cómo va a ser. Los partidos que sostienen al Gobierno foral parten de un consenso básico, la necesidad de tomar medidas para compensar el efecto de la inflación en la economía familiar. También coinciden en que el “esfuerzo” fiscal debe ser se compartido, es decir, que quienes más tienen “aporten más”. Pero a partir de ahí llega la letra pequeña, y en ese punto la posiciones son más distantes.

Todos en cualquier caso siguen esperando a que el Departamento de Hacienda concrete una propuesta que permita empezar a trabajar. De momento solo hay un documento genérico sobre el que está previsto que comiencen a negociar ya a partir de esta semana. Los plazos además apremian. El Ejecutivo foral tiene previsto aprobar su anteproyecto presupuestos el viernes 21 de octubre, de forma que la tramitación parlamentaria pueda comenzar el 4 de noviembre. Así que para entonces las líneas generales de gastos y de ingreso deberán estar claras.

En cualquier caso parece segura la deducción del 3% en el IRPF para las rentas de menos de 32.000 euros. Será extraordinaria –solo para un año– y tendrá efectos retroactivos al 1 de enero de 2022, de forma que el incentivo fiscal se note ya en la declaración de la renta del próximo verano. Será de unos 900 euros para los contribuyentes que cobren 30.000 euros al año. Ya está aprobada además una deducción similar del 3% para pymes y autónomos con efectos también para el ejercicio actual.

UN DEBATE ABIERTO

Es el punto de partida de un debate abierto, y que es además muy ideológico. Las fuerzas más a la izquierda del arco parlamentario insisten en la necesidad de que la reforma fiscal aborde claramente el capítulo de ingresos, y no solo el de las ayudas fiscales. En esa línea insisten Izquierda-Ezkerra, Podemos y EH Bildu, que abogan abiertamente por una revisión del Impuesto de Sociedades para que las empresas con beneficios aporten más. “Este es un impuesto que cada vez aporta menos. Lo mínimo que tenemos que hacer es empatar”, se quejó el portavoz de Podemos, Mikel Buil.

Las tres fuerzas ven necesaria además la revisión de otros impuestos, como el de patrimonio o la tributación de las rentas del capital, que sigue muy por debajo de las rentas del trabajo. “No basta con ayudas puntuales. Es necesario encarar reformas estructurales que garanticen la recaudación en los próximos años, cuando dejen de llegar los fondos europeos”, subrayó Bakartxo Ruiz (EH Bildu).

La postura sin embargo es más prudente en los dos principales socios del Gobierno. Tanto PSN como Geroa Bai comparten la necesidad de afrontar una revisión de la fiscalidad de forma que “aquellos que más tienen paguen más”, pero abogan por que sea Hacienda quien plantee una propuesta concreta y realista. “El impuesto a las grandes fortunas no arregla el problema. La reflexión ha de ser más global”, reclamó Uxue Barkos, que consideró que la polémica generada entre el PP y el PSOE a cuenta del impuesto a los ricos es meramente electoral.

Los socialistas por su parte reiteran su voluntad de buscar un acuerdo que incluya tanto presupuestos como reforma fiscal. Y en ese sentido abogan por “aliviar a la clase media y trabajadora, pedir más a quien más tiene, y buscar nuevos nichos fiscales en economía verde”. No quiso concretar mucho más ayer su portavoz, Ramón Alzórriz, que deja en manos de Hacienda la letra pequeña de la reforma tributaria.

EQUILIBRIO PRESUPUESTARIO

Hay en todo esto además un elemento importante, que va más allá de los principios políticos y las declaraciones públicas, y que tiene que ver con la equilibrio de las cuentas públicas. Cualquier rebaja fiscal tiene un coste presupuestario que hay que compensar, ya sea por la vía de nuevos ingresos o por la de menos gastos. Y ese es un punto de encuentro siempre difícil sobre todo ahora que los distintos departamentos tienen que pactar con Hacienda sus respectivos techo de gasto.

Porque más allá del triunfalismo con el que el Ejecutivo foral ha presentado la cifra de gasto para el próximo año, “la más alta de la historia”, cuadrar las cuentas de cualquier presupuesto nunca es fácil. Mucho menos ahora que los gastos corrientes y energéticos se están disparando. Cualquier propuesta fiscal deberá tener su contrapartida, y la incertidumbre económica invita a la cautela. También en año electoral.