Santiago Bereciartua (Rosario, 1979) representa al Estado argentino en querellas de lesa humanidad. También a Abuelas de Plaza de Mayo en juicios contra los apropiadores de los hijos de los desaparecidos.

¿Qué le llevó a este camino?

–La cultura familiar. Mi padre expolítico, no fue víctima de la dictadura, pero sí tuvo que escaparse un tiempo. Él me contó lo ocurrido en clave de reivindicación de la militancia social y de justicia. Desde 2013 soy parte de este gran movimiento y engranaje de memoria, verdad, justicia, donde para mí la pata justicia y la de castigo a los culpables es importantísima. Nuestras viejas, nuestras madres y abuelas, pelearon siempre por ello. También otros familiares, pero sobre todo nuestras viejas queridas. Fue un orgullo que me abrieran la posibilidad de representarlas.

Está en cartelera la película Argentina, 1985

–La vi y quedé muy emocionado. En este momento, el negacionismo en Argentina, de la mano de un sector de ultraderecha, ha tenido nuevamente cabida en los medios de comunicación y en la opinión y discusión públicas. Ahora estamos en un momento de muchos juicios y condenados.  

Lograron un juicio así tres años después del final de la dictadura.

–Fue y sigue siendo un ejemplo a nivel mundial. 

Aquí hemos vivido bajo un relato que ensalzaba la Transición como ejemplo, con la Ley de Amnistía.

–Si fuera por los responsables de los crímenes, estaríamos en la misma, porque ellos también dictaron una ley de autoamnistía. El camino iba a ser igual si se dejaba los represores que dirigiesen el proceso transicional. Por suerte hubo fue una respuesta social contestataria muy fuerte. Y en las campañas electorales ganó quien dijo que iba a llevar a los responsables al banquillo. Después de la dictadura y con el enjuiciamiento incluido de los responsables, tenemos la democracia más larga desde el comienzo del siglo XX. Creo que fácticamente le puedo contestar a quien dice que mejor la reconciliación para que estemos todos bien y vivamos en armonía. 

También aquí hay democracia.

–Sí, sí, pero en Argentina con la impunidad a los represores teníamos irrupciones golpistas. Yo cuento el caso argentino. Un proceso de justicia como el que tuvimos consolidó las bases democráticas del pueblo argentino, porque gran parte de ese pueblo vio en la respuesta del Estado a través de la justicia una acción que necesitaban las víctimas, porque era el propio Estado el que había sido responsable de los crímenes cometidos. Que el Estado se haga cargo, reconozca lo sucedido, y culpe penalmente a los responsables es una demostración de que quiere la democracia y el reconocimiento a las víctimas. 

“Que el Estado argentino culpe a los responsables penalmente demuestra que quiere la democracia y reconocer a las víctimas”

La verdad, justicia y reparación.  

–La mayor reparación de las víctimas y de sus familiares fue ese reconocimiento judicial de las responsabilidades penales. Yo, a día de hoy, estoy en un juicio con 62 víctimas y más de 20 imputados. Las víctimas me expresan lo mismo. ¿Qué reconciliación puede haber en el caso argentino, se robaron 500 bebés y todavía faltan por devolver más de 300. Han desaparecido 30.000 personas, todavía hay miles y miles de familiares que buscan los restos. ¿Cómo puede uno reconciliarse, perdonar a alguien, si ese alguien todavía no le da lo más preciado, que son lo huesos de sus familiares? Sin eso no puede haber, por lo que vivo en los juicios, reconciliación posible, porque no puede haber perdón posible ante una asimetría tan grande, en la que algunos todavía deciden callar y no dar respuesta a situaciones tan sensibles. 

Aquí hubo torturas en dictadura y en democracia. ¿Viene con un mensaje sobre cómo avanzar?

–Yo cuento lo que hicimos, y el momento en que estamos. España en su día abrió una causa contra militares argentinos por el principio de jurisdicción universal. Eso incluso suscitó una respuesta de la Justicia argentina en términos de juzguemos, porque si no, por principios universales tendremos que extraditarlos. Eso hizo que se moviesen las aguas en Argentina, que también está haciendo lo propio con algunos casos de jurisdicción universal.

¿Sobre Martín Villa?

Por ejemplo, exacto. Aquí cada uno tiene que llevar su proceso adelante, de la forma y con los tiempos que se puede.