De cara a reforzar su conexión con la sociedad vasca, el PNV emprendió un proceso de escucha con distintos agentes, dentro de la iniciativa Entzunez Eraiki, que ha culminado con una serie de compromisos que sugieren una modernización dentro de la consideración general del partido como una marca “clave” para dar respuesta a las transformaciones globales. Xabier Barandiaran, responsable de Innovación Política de la formación jeltzale, desgrana las reflexiones recogidas en ese informe.

¿A qué conclusiones han llegado gracias a este proceso de escucha?

Una, que el PNV es un partido que ocupa la centralidad en Euskadi, que se percibe como sólido y útil, con una vocación extraordinariamente democrática. Se nos concibe como un partido que escapa del ruido, lo que no es fácil en el contexto actual. Tanto en las conversaciones con los expertos como con la sociedad en general se remarca fundamentalmente esa seriedad. Y luego, más al detalle, existe una modificación de la agenda política que tiene que ver con el cambio climático, la feminización en la política, la interculturalidad, el envejecimiento de la población, la digitalización de la economía... Y, por cierto, sí que hemos observado la enorme confianza que genera el PNV en el ámbito del desarrollo económico.

¿Qué les demanda la ciudadanía?

Los alderdikides nos piden afrontar el futuro, desde nuestros valores, con solvencia y solidez, y sobre todo con cultura democrática. Haciendo los cambios que se deban hacer y adaptándonos a todo ese proceso de modernización e innovación, pero desde la seguridad que da el hecho de que el PNV gestione y lidere las instituciones.

¿Es éste un proceso con vocación de seguir profundizando en él?

Ha sido un proceso intenso. Escuchar a la sociedad vasca ha permitido fortalecer al PNV. Hemos estado en los siete herrialde. Se ha invertido mucho tiempo y ahora toca reflexionar sobre todo lo que nos han dicho. Esto no termina ahora Hay que incorporar todo esto a nuestra hoja de ruta, tanto electoral como en el ámbito de la gestión de las políticas públicas.

Por un lado, la sociedad vasca les distingue como un partido forjado en el pacto y en ser útil. Pero no han escondido en sus conclusiones alguna alusión a ser una formación demasiado conservadora o en la que pueda caber el “amiguismo”.

Nosotros hemos preguntando también a personas que no eran del partido y a gente que ni siquiera ha sido votante nuestra, a personas de toda condición y de toda posición ideológica. Había que incorporar todo lo que se nos decía.

Han acuñado como metáfora el lema “menos corbatas, más camisetas”. ¿Quizás para atraer a un electorado más joven?

Conecta con la búsqueda de una relación más horizontal con la ciudadanía, menos jerarquizada. Es un proceso que se está produciendo en todos los órdenes de la vida: familias, empresas, universidades... Y también los partidos deben buscar esa cercanía. En las democracias da la sensación de que los partidos nos tenemos que relacionar con la gente cada cuatro años. Pero esa no es la historia de EAJ-PNV.

Considerado el PNV como el partido de la buena gestión, ¿pueden acusar cierto desgaste en esa percepción tras debates como los surgidos en torno a Osakidetza?

Por parte de algunos actores políticos siempre existe la pretensión de debilitar esa idea de que el PNV es muy buen gestor. El PNV es buen gestor y buen líder político del país. La sociedad lo que nos dice es esto último. Eso no significa que no aparezcan problemas y en ese momento lo que el PNV no hace es mirar para otro lado, se enfrenta a los problemas.

¿La autocrítica en público puede contribuir a esa mayor cercanía?

Sin autocrítica uno no mejora ni avanza. Hay que hacerla cuando hay que hacerla. Y una reflexión compartida con las instituciones y con la sociedad, para afrontar los problemas. El PNV es un ser vivo que está permanentemente en la acción política pero también en la reflexión.

¿Qué preocupa al ciudadano?

Principalmente, la economía y el nivel de incertidumbre; y también la protección social y el Estado del bienestar. Y hemos visto una nueva agenda: la creciente preocupación por cómo abordar la transición energética, la demanda clara de igualdad entre hombres y mujeres. También piden solidez a las instituciones y menos ruido. Los ciudadanos quieren pacto, diálogo, acuerdo, actores políticos normales que solucionen problemas y no provoquen estridencias.