“Las políticas de estos 8 años son como un sirimiri”, afirma Ana Ollo (Pamplona-Iruña, 1965), que mantiene la “ilusión” por su desempeño y “una cierta expectación” por ver “si la ciudadanía va a reconocer el trabajo hecho en esta legislatura”. La consejera en funciones de Relaciones Ciudadanas espera que “pueda mantenerse un Gobierno de progreso” que consolide el rumbo político que con dos variantes ha sido el mayoritario en Navarra desde 2015. Ollo es la única consejera que ha completado 8 años a las órdenes de dos presidentas de distintas siglas. “Navarra es progresista y un Gobierno así es el que mejor recoge a la ciudadanía”, sentencia.  

 ¿Se sintió mejor en la primera legislatura que en esta segunda?

–Es distinto. En 2015 fue una gran sorpresa cuando la presidenta Uxue Barkos me ofreció formar parte de un Gobierno que muchos navarros y navarras habían anhelado desde hace décadas. Era la primera vez en que no estaban ni UPN ni PSN. Y fue un Gobierno con el que se avanzó y se innovó mucho. El del cambio, como se ha llamado, ilusionante.

¿Y este? 

–Geroa Bai hizo una apuesta por consolidar esas políticas. Cuatro años es muy poco tiempo, sobre todo cuando innovas. Y decidió apostar por este Gobierno, y yo también. Con un cambio de liderazgo, que le correspondía al Partido Socialista. Y nos comprometimos con fuerza y tesón. Ha sido una legislatura muy compleja, casi la mitad de ella bajo los efectos de la pandemia de la covid, yo misma estuve muy enferma. Después la guerra de Ucrania y un Gobierno de coalición complejo, pero Geroa Bai apostó por ello, y yo me siento muy orgullosa de participar en ese proyecto.

Cuando entró en el Gobierno no tenía carnet de partido. 

–Uxue Barkos hizo una apuesta arriesgada en confiar en personas comprometidas con el proyecto político, pero que en su mayoría no teníamos carnet. Cuando conocí el trabajo y el compromiso existente en Geroa Bai, pensé en dar el paso. Estoy afiliada en Geroa Socialverdes, que en coalición con el PNV conformamos Geroa Bai.

“Tenemos que aprender todos a gobernar en coalición, que no es un rodillo. Me gusta la toma de decisiones por consenso de la Eurorregión”

En la primera legislatura tenía de director general de Paz, Convivencia y DDHH a Álvaro Baraibar. En esta, a Martín Zabalza, socialista.

–Las líneas generales de la primera legislatura han sido refrendas en esta, y eso era importante para Geroa Bai, porque forma parte de su ADN: deslegitimación de la violencia y memoria integral, con políticas públicas que configuren una sociedad no exenta de conflictos, pero que se resuelvan de forma pacífica. Tener un director general de otro partido ha generado momentos de fricciones pero que los hemos resuelto adecuadamente. 

Fricciones como por ejemplo...

–No tanto con la persona. El Partido Socialista ha confundido la cantidad por la calidad. Geroa Bai en la negociación de 2019 apostó por liderar las políticas que son parte de su ADN; europeístas, medioambientales o de desarrollo económico sostenible, social y territorial. Eso hizo que hubiera 4 consejeros y consejeras de Geroa Bai frente a 8 del PSN. Y que a veces el rodillo de número haya invisibilizado nuestro peso político.

¿Cuál ha sido el precio de la lealtad?

–Esa cierta invisibilización. Tenemos que aprender todos a gobernar en coalición, que no es un rodillo. Me gusta mucho la forma de trabajo en las organizaciones de cooperación transfronteriza como la Eurorregión, su toma de decisiones por consenso.

“Me gustaría pensar que en el futuro sí va a existir un consenso sobre el euskera con el Partido Socialista, no renuncio a ello”

Respecto al euskera, ese consenso no ha existido y cabe pensar que no existirá con esta correlación.

–Me gustaría pensar que sí va a existir. No renuncio a ello. La derecha y ultraderecha cuestionan los derechos humanos para todas las personas. Me sorprende que partidos progresistas que defienden la protección de las minorías, ante los derechos lingüísticos su discurso se transforme en el de la derecha. Va calando que el euskera no puede ser elemento de confrontación, sino de convivencia, también para los castellanohablantes.

Pero parte de la sociedad navarra sigue en marcos no templados.

–Porque probablemente hayamos arrastrado al euskera al lodazal político y partidista, y todas las fuerzas políticas, unas más y otras menos, tengan cierto grado de responsabilidad. Pero voy a poner datos. Según la última encuesta sociolingüística, una de cada cuatro personas habla o entiende euskera en Navarra y un 40% de jóvenes son entre vascohablantes y vascohablantes receptores. 

¿En conjunto, en qué hemos mejorado en convivencia?

–En el papel de las instituciones como referentes de las políticas públicas en esta materia. Hemos avanzado en esa memoria integral, en el reconocimiento y en la reparación de las diferentes víctimas, y con las nuevas generaciones a través del programa Escuelas con memoria por la paz y la convivencia, en que no crezcan en la desmemoria que en las generaciones como la mía crecimos. Y tenemos ya un primer plan estratégico, muy participado. Se ha avanzado muchísimo.

“Hemos avanzado en memoria integral, en el reconocimiento y reparación de las víctimas y tenemos un primer plan de convivencia”

¿De qué se siente globalmente más satisfecha?

–Hay momentos simbólicos, como el día que retiramos la laureada del Palacio de Navarra, que exaltaba la violencia. Fue importante como símbolo de esa democratización de nuestras instituciones. Hemos avanzado por primer vez en la atención a las víctimas en los derechos a la verdad, la justicia y la reparación. De las diferentes víctimas. Todas tienen derechos. Cada una en su contexto, sin diluciones ni equiparaciones. Por ejemplo, la tortura eran negada en el Parlamento la pasada legislatura, y ahora todo el arco parlamentario reconoce que existió. Eso es producto de este trabajo. O los actos de reparación a esas víctimas del golpe militar de 1936, que han tenido que esperar más de 90 años en muchos casos a que fueran reconocidas por las instituciones. 

Se ha hecho público un segundo informe sobre la tortura en Navarra. Otro horror que se naturalizó.  

–Efectivamente. Es una parte de un contexto victimológico que ha sido también invisibilizado durante muchos años y por muchos grupos políticos. No fueron casos aislados, sino que existió una acción desde el propio estado de represión o victimización. Y la mayoría de los grupos políticos apuestan por reconocer lo que es una gran vulneración de derechos humanos como es la tortura.

“Ya se está trabajando en una docena de casos para su reconocimiento como víctimas de violencia policial y de la extrema derecha”

¿Qué queda por hacer en materia de convivencia y memoria?

–Nos quedan muchos pasos para reconocer a las víctimas el derecho a la verdad, la justicia y la reparación. Recuerdo lo que ha ocurrido hace 2 semanas con el caso Mikel Zabalza, por ejemplo. Me llega a lo más profundo; tengo relación con la familia, que lleva más de 37 años humillada por las instituciones. La última, con ese ascenso de una de las personas que estaba allá, por parte del ministro del Interior. La perseverancia que ha mantenido la familia Zabalza es la que permite que siga en la llama de la memoria de los navarros y navarras, pero hay una deuda en las instituciones que nos queda por reconocer. En Navarra acabamos de poner en marcha la Comisión de Reconocimiento de la ley de víctimas de violencia policial y de la extrema derecha. 

¿El Gobierno no debería haberse puesto en comunicación con esas víctimas de cara a la Comisión?

–Es la propia ley la que marca cómo tenía que ser ese proceso. Hemos constituido esa Comisión. Y hemos iniciado un proceso de 4 años para poder solicitar el reconocimiento como víctima.

¿Cuántas solicitudes hay ahora?

–Es un dato que no lo vamos a comentar, porque está vivo y se mantiene en una cierta confidencialidad, pero ya se está trabajando en una docena de casos, más o menos. Pero el plazo de 4 años está abierto. 

Volviendo al caso de Mikel Zabalza. ¿Ha transmitido a algún miembro del Gobierno español o a alguien del Ministerio del Interior su rechazo al ascenso de Arturo Espejo?

–Al Ministerio del Interior por escrito, sobre lo que entendemos que es una nueva revictimización de la familia Zabalza. 

¿Y con Félix Bolaños?

–El martes recibí una invitación para participar en el día del exilio, el 8 de mayo, en los campos de concentración de Argelès, ocupados por el exilio republicano, en la muga con Catalunya, y tengo previsto transmitirle que tenemos que poner el foco en las víctimas y sus familias. Con la de Mikel Zabalza he tenido contacto y lo está viviendo como una nueva humillación; esto no lo podemos permitir las instituciones.

“Es un círculo infernal en el que está la familia de Mikel Zabalza y su entorno, y eso no podemos permitirlo las instituciones”

Mientras, se dan pasos en la buena dirección, como la resignificación de Cuelgamuros. ¿Cree que el Gobierno piensa que con el fin de la dispersión en este ámbito ha tocado tope en la presente legislatura?

–Geroa Bai siempre ha estado a favor del fin de la dispersión. Creemos que esa política de excepcionalidad penitenciaria no era la adecuada. Ahí también se estaba provocando dolor y sufrimiento a las familias de esas personas presas. Creo que hay que aplaudir que por fin se haya terminado, pero creo que quedan muchos pasos para sanear lo que ocurrió.

¿Pero Félix Bolaños transmite buenas palabras o es un frontón? ¿Qué receptividad muestra?

–Con él he tenido muy poco contacto. Cuando vino para la inauguración de la puerta de la cárcel apenas cruzamos unas palabras en torno al fuerte de san Cristóbal, presente en la Ley de Memoria Democrática. Sí lo tengo frecuente con el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López. Le he transmitido mi preocupación porque una ley de memoria que considero positiva, que recoge gran parte de las políticas públicas que pusimos aquí en 2015, sin embargo avanza muy poco, por no decir nada, en el derecho a la justicia y también en algunos casos a la verdad. El tema de victimarios nos queda pendiente de abordar.

Ahí está la Ley de Amnistía del 77...

–Y la de Secretos Oficiales, que también se niegan a abrirla. El ministro Marlaska decía que no se ha juzgado nunca el caso. Porque no se puede permitir la apertura de un juicio, por la propia Ley de Secretos Oficiales. Es un círculo infernal en el que está la familia de Mikel Zabalza y su entorno, y eso no podemos permitirlo. Por eso quedan muchas cosas por abordar. Quedan más de 300 casos de ETA sin resolver. Y eso va a paralelo al reconocimiento al derecho a la verdad y a la justicia para muchas víctimas, que siguen sin tenerlos.

¿Cuál es el calendario para Ezkaba?

–Hemos constituido la comisión entre el Estado y Navarra para poder declarar el fuerte lugar de memoria y hacer un proyecto memorialístico. Estamos trabajando en un protocolo de actuación, será un proyecto a medio y largo plazo, porque es un espacio con muchas dificultades en su tramitación administrativa, adscrito al Ministerio de Defensa, bien de interés cultural, lugar de memoria y está dentro del PSIS del monte Ezkaba. Pero estamos avanzando. 

“Volví a la UCI a dar las gracias al personal que me cuidó, y empecé a temblar”

La consejera en funciones Ana Ollo recuerda un momento tan delicado como su paso por la UCI a causa de la covid, aborda la posibilidad de continuar como consejera, y da su visión personal sobre el futuro del Monumento a los Caídos, inclinándose por su resignificación. En cuanto al 28-M es muy clara: “Geroa Bai apuesta por profundizar el cambio que se inició en 2015”, y expresa su deseo de que un Gobierno de “fórmula similar” esté presidido de nuevo por Uxue Barkos.

¿Se plantea otra legislatura en el Gobierno o esto quema mucho? 

–Yo estaré como dicen otros a lo que diga mi organización.

Es la frase de rigor.

–Sí, pero hay proyectos apasionantes que quedan por hacer. Esta ha sido una legislatura muy difícil, en la que además de por el propio Gobierno de coalición, se ha avanzado mucho menos por el colapso que supuso la covid en la gestión política. Durante 2 años estuvimos casi solo resolviendo urgencias.

¿Qué recuerdo personal le queda de su paso por la UCI?

–Durante mucho tiempo pensé que lo tenía casi olvidado, hasta que un día fui a la UCI a darles las gracias, cuando había pasado un tiempo, y ya se podía. Y cuando entré allá y vi aquellas paredes, empecé a temblar. En mi subconsciente sí que debía estar ese miedo que pasé, y a la vez ese arrope que yo sentí con todo el personal sanitario y no sanitario que estaba allá (le brillan los ojos). ¿Qué me queda? Un poco ese punto de que la vida es muy efímera, y en cualquier momento puedes perderla. Con lo cual, sé que suena muy tópico, pero lo importante es ese mundo de afectos, tu pareja, tus hijos, tu madre, tus hermanos, tu familia, tus amigos... que está ahí. La política es a veces muy ingrata, y otras veces muy satisfactoria, pero no deja de ser un paso efímero o provisional. Y desde luego me queda una gran gratitud a todo ese personal que me acompañó en los peores días de mi vida, en esos momentos de tanto miedo, y que estuvieron ahí, y venían en cuanto oían el timbre. Yo me sentí muy muy acompañada, primero en la UCI y luego en el hospital. 

¿Qué hay que hacer con el Monmento a los Caídos en Pamplona?

–Un grupo de trabajo importante porque hay quien apuesta por el derrumbe y quien apuesta por la resignificación.

Pero eso parece que nos retrotrae a la legislatura 2015-2019, al debate en el seno del Ayuntamiento. 

–Primero, evidentemente, es un edificio que es competencia municipal. El Gobierno tiene que apoyar y asesorar, pero yo ante los que hablan de la demolición como ese momento catártico que supondría, el otro día estuve en un acto en el que precisamente se cuestionaba por parte de asociaciones memorialistas que se hubiera derruido la cárcel. Ahora hemos puesto la puerta, pero reivindicaban que se tenían que haber dejado el conjunto en pie. 

La cárcel no era un monumento.

–No, pero movimientos hablar de por qué se tuvo que derruir cuando por ejemplo en Barcelona La Modelo se ha resignificado. Yo creo que una demolición sería un momento muy catártico, pero hay otras fórmulas de resignificación del espacio, del monumento, que probablemente permitan que la memoria integral que es necesaria, sea más fácil de conservar. 

Rozalejo va a dar enclave a las políticas de su departamento. 

–Efectivamente. Es un gran proyecto. Fue la presidenta Uxue Barkos la que impulsó poner las políticas públicas de memoria, paz y convivencia en el centro de Pamplona, en pleno Camino de Santiago, en el Casco Histórico, en un edificio relevante de gran importancia cultural. Es un buen reflejo del Gobierno anterior, del actual, y también del ADN de Geroa Bai, de la importancia que tienen esas políticas en nuestra labor diaria. Pretendemos que sea un espacio abierto, que tenga exposiciones, una sala de conferencias, algún lugar donde las asociaciones puedan trabajar, y que sea visitado por las Escuelas con Memoria.

¿Yolanda Díaz les dejó en evidencia cuando anunció la retirada de la medalla al Trabajo a Félix Huarte?

–No la ha retirado aún. Por lo que sabemos, está trabajando todavía en el expediente. Yo solicité esos informes que lo avalaban y nos contestaron que estaban trabajando en ellos. Debo reconocer que sentí cierta decepción porque estamos trabajando ya en una ampliación de ese censo provisional de simbología franquista que aprobamos en 2016. 

¿Y por qué no entró de primeras?

–Porque los propios informes que teníamos reconocían que eran necesarios nuevos estudios, no solo sobre él, sino sobre otras personas. Entraron las que inequívocamente habían participado en el golpe militar y en la violencia que se desató después. Como dije en el Parlamento, son todos los que están, pero no están todos los que son. Creíamos que era un tema de gran sensibilidad, delicado, que había que trabajarlo con rigor, y eso es lo que echo de menos en ese anuncio de la vicepresidenta. A la memoria no la podemos arrastrar en debates partidistas.