Superadas las elecciones llega la hora de formar Gobierno. En Madrid y también en Navarra, donde la negociación ha quedado eclipsada por una campaña electoral que ha monopolizado el debate y que se ha preferido dilatar para evitar que las alianzas del PSN pudieran interferir en la disputa nacional. Pero el resultado ha sido muy positivo para los socialistas, que podrán gobernar en España con los mismos socios que en Navarra, lo que allana el camino de María Chivite hacia su segunda investidura.

En esa dirección apuntaban este lunes las reacciones en el día después. Las ejecutivas de PSN y de Geroa Bai se ha reunido para hacer una lectura de la situación, y ambas confían en que la negociación coja ritmo y sea más rápida a partir de ahora. Hay voluntad de acuerdo, también en Contigo-Zurekin, tercera pata de la coalición y que coincide en la necesidad de empezar a concretar ya los pactos de Gobierno. 

Superado el periodo electoral, las tres fuerzas se vuelven a reunir este martes para seguir con el esquema de negociación, y ahí se podrá ver si el proceso de investidura se precipita o si los escollos encontrados hasta ahora siguen siendo insalvables. Los próximos días serán determinantes en ese sentido. Pero no parece que se vaya a solventar de forma fácil ni rápida. 

Aunque el escenario en Madrid clarifica las cosas, abriendo paso además a un juego de mayorías muy similar al de Navarra, las posturas ahora mismo siguen estando alejadas, tanto en lo que se refiere al contenido programático como a la propia estructura del Ejecutivo foral. Chivite incluso da un paso más y reclaman también el senador autonómico, que los últimos cuatro años ha sido para Geroa Bai.

Los socialistas se sienten fuertes tras unas elecciones generales que los ha dejado como primera fuerza en Navarra y en las principales localidades de la Comunidad. Y quieren aprovechar esa fortaleza para negociar desde posiciones de máximo y ampliar su peso en el Gobierno. Una demanda que vienen repitiendo desde mayo, pero en la que vuelven a insistir ahora con los datos del domingo sobre la mesa. 

Pero ahí Geroa Bai también mantiene su postura. La coalición desvincula el resultado del 23-J con el de mayo, y rechaza perder influencia y capacidad de gestión en un Ejecutivo foral para el que siguen siendo imprescindibles si se le quiere dotar de estabilidad y de pluralidad.

Es difícil imaginar un escenario de ruptura. Eso es algo que hoy parece más lejos que el domingo. Pero quedan asuntos importantes que atajar y tampoco sobra mucho tiempo. El 28 de agosto finaliza el plazo legal para que culmine el proceso de investidura, lo que significa que, por lo menos, la primera quincena de agosto el acuerdo debería estar encarrilado. Si no es así, posiblemente habrá repetición electoral. 

La abstención de EH Bildu

Más allá del acuerdo programático la coalición de Gobierno deberá gestionar también la posible abstención de EH Bildu, si es que la formación abertzale no acaba votando a favor de la investidura de Chivite como, parece, puede hacer en Madrid con Sánchez. Hasta ahora se ha quedado en un segundo plano, pero ya avanzó que antes o después habrá que hablar con ellos. 

Las urnas además han avalado la política de pactos, tanto del PSN como del PSOE, incluidos los acuerdos con la izquierda abertzale. No solo no le han pasado factura, sino que los socialistas han sido el voto refugio de muchos ciudadanos que en las últimas elecciones forales y municipales optaron por otras fuerzas progresistas. Si a eso se une que el voto de EH Bildu será determinante en Madrid, y que el PSOE, tal y como avanzó ayer Pedro Sánchez, no tiene problema en asumir su apoyo, el escenario parece despejarse en Navarra.

Esa es otra de las decisiones que tiene que tomar el PSN ahora. Si levanta su veto hacia EH Bildu y normaliza definitivamente su relación con una fuerza imprescindible para la gobernabilidad en Navarra y en Madrid. Si eso ocurre daría paso a un escenario de colaboración y de alianza que a medio plazo puede fructificar también en los ayuntamientos. Quizá sea pronto para hablar de mociones de censura, pero quedan cuatro años hasta las próximas elecciones y en ese tiempo pueden pasar muchas cosas allí donde la mayoría progresista tiene mayoría.

Dependerá también de lo que ocurra en Madrid. De cómo quede finalmente el proceso de investidura de Sánchez y de qué estabilidad logre el futuro Gobierno de España. De si se consolida la mayoría progresista o de si hay una repetición electoral. Pero muchas de las incertidumbres que había generado el 23-J se han disipado ya. Ha llegado el momento de empezar a tomar decisiones.

CUENTA ATRÁS

El próximo 28 de agosto es la fecha límite para que el Parlamento apruebe la investidura de María Chivite. Si no es así, habrá repetición electoral de forma automática. Queda tiempo todavía pero los plazos siguen corriendo y la campaña electoral unida a los Sanfermines ha ralentizado todo el proceso, que podría coger velocidad a partir de ahora. Para que la investidura pueda culminar esa fecha antes el presidente del Parlamento deberá llevar a cabo la ronda de consultas con los distintos grupos para proponer una candidatura, y habrá que guardar el plazo legal de tres días para celebrar la sesión de pleno. Esta además requerirá previsiblemente de dos votaciones, una por mayoría absoluta y, si no sale, otra por mayoría simple 24 horas después, como ya ocurrió hace cuatro años. Los plazos por lo tanto se estrechan de forma que para el 15 de agosto debería estar el proceso en marcha o, al menos, bien encarrilado.