El nuevo Gobierno de Navarra volverá a buscar la estabilidad política y parlamentaria en EH Bildu. Los tres firmantes del acuerdo programático, PSN, Geroa Bai y Contigo-Zurekin, se han reunido este miércoles con la formación soberanista para exponer los términos de su pacto de Gobierno y facilitar así su abstención en el pleno de investidura de María Chivite. Un gesto simbólico pero de gran valor político. Porque reconoce a EH Bildu como aliado imprescindible y porque marca la senda para la legislatura que ahora empieza a andar. 

Nada que no estuviera en el guión tras las últimas elecciones forales. El resultado de las urnas ha dejado una realidad parlamentaria muy similar a la anterior, así que el resultado del proceso de formación de Gobierno va a dejar también un dibujo muy parecido al que teníamos antes. Aunque por medio haya habido que transitar una dura negociación entre los socios de Gobierno que deja algunas heridas abiertas. Y unas elecciones generales que han acabado de aclarar el panorama. El dibujo en Madrid no dista mucho del que tenemos en Navarra, y eso puede facilitar muchas cosas.

De entrada la reunión de este miércoles, que los socialistas dijeron que no era necesaria pero que finalmente se ha llevado a cabo sin mayor ruido ni consecuencias. EH Bildu facilitará la investidura, salvo que sus bases digan lo contrario. Y aunque el malestar interno es importante por la pérdida de la alcaldía de Pamplona y su exclusión del proceso de negociación, no se esperan sorpresas. El resultado de la consulta se sabrá este jueves, y no hay plan B.

Un escenario previsible

Así que salvo giro de guión inesperado habrá abstención de EH Bildu. El apoyo mínimo para facilitar la investidura y dar paso a una legislatura en la que la formación soberanista seguirá teniendo la llave de la gobernabilidad. Una llave que no será fácil de usar porque votar contra el Gobierno implica votar con la derecha. 

También con esa extrema derecha a la que “por responsabilidad” había que frenar. Ofreciendo incluso un voto a favor incondicionado a un Gobierno monopolizado por el PSN. Un acto de generosidad o de estrategia política según se mire, pero que se va a recordar más de una vez en la legislatura que ahora comienza.

Es sin embargo el escenario previsible desde la noche electoral. Una continuidad de la legislatura anterior, con sus mismas luces y sus mismas sombras. “No nos sentimos vinculadas por este acuerdo porque no es nuestro, pero consideramos que la investidura puede ser un punto de partida que abre un camino de cuatro años para seguir avanzando”, ha señalado la portavoz de EH Bildu, Laura Aznal, tras la reunión con los socios de Gobierno. Un encuentro en el que la formación soberanista ha trasladado su “total predisposición” a avanzar en “ampliar derechos, en el fortalecimiento de los servicios públicos y también en materia de autogobierno”.

EH Bildu reivindica además su papel como tercera fuerza parlamentaria y quiere ser también “protagonista” del camino que se abre a partir de ahora. Un rol que sus socios no van a tener mayor problema en reconocer una vez superado el escollo de la investidura que, por motivos electorales, ha llevado a los socialistas a marcar distancias con un partido del que ahora dependen también Madrid. 

Y eso relaja también la posición del PSN, que sabe que ya no va a encontrar reparos en Madrid a una suma parlamentaria imprescindible para la estabilidad del Gobierno de Chivite. Y que antes o después empezará a mirar también a los ayuntamientos. Aunque solo sea por coherencia con un discurso que fija como prioridad casi única “aislar a las derechas” para que no toquen el poder. Si eso vale en Madrid y en Navarra, es difícil de explicar por qué no sirve en Pamplona.

El PSN abre la puerta a EH Bildu

En esa línea apunta ya el PSN, que ya no oculta su sintonía con EH Bildu, con quien coincide en “prioridades”. “Les hemos explicado el acuerdo, que va en la línea de lo que siempre ellos también han manifestado. Prioridades sociales que mejoren derechos y libertades y que fortalezcan los servicios públicos”, argumenta Ramón Alzórriz, que aboga por buscar la “estabilidad” llegando a acuerdos “que fortalezcan este Gobierno”. “Tenemos un denominador común, que es dejar a las derechas y a la ultraderecha en la oposición, y no solo como partido, sino sus políticas, que son políticas de recortes de derechos y libertades”, afirma el PSN.

Un objetivo en el que los socialistas cuentan con el apoyo de Geroa Bai y de Contigo-Zurekin, que aparcan la vía de la geometría variable con la que vuelve a tentar UPN para evitar que EH Bildu influya en las políticas del Gobierno. “El acuerdo programático tiene que ir de la mano de la unión y la coordinación entre las fuerzas progresistas y plurales del Parlamento”, enfatiza Pablo Azcona (Geroa Bai). La apuesta parece clara y es continuista, queda por ver si sigue funcionando.

EH BILDU, del sí a la abstención

Hay malestar en una parte importante de la izquierda abertzale, que no entiende cómo su formación política avala sin condiciones la investidura de María Chivite. Sus dirigentes hablan de “responsabilidad” y de “paciencia estratégica”, e insinúan que puede haber acuerdos a medio plazo que justifican su posición. Aunque genere situaciones que no son fáciles de explicar. Como ofrecer el sí a un Gobierno casi en solitario del PSN y pasar a la abstención cuando se cierra el acuerdo con Geroa Bai, formación de la que, a priori, están mucho más cerca. “Fue en un ejercicio de responsabilidad, fue una cuestión de principios, y fue con el ánimo de desbloquear”, explica su portavoz, Laura Aznal. Al final, el sentido del voto es el mismo, el suficiente para facilitar una investidura de Chivite que EH Bildu no quiere bloquear. Una apuesta estratégica pendiente del resultado que pueda deparar la consulta interna, y que piensa ya en las alcaldías que el PSN cedió a UPN hace apenas dos meses.