“Los agricultores navarros se calientan contra la socialcomunista María Chivite”. Este bochornoso titular se publicó a finales de marzo en una web dirigida por un veterano periodista segoviano que en su cuenta de X pide ayuda para “combatir la Agenda 2030”. 

La presidenta del Gobierno foral es uno de los nombres que irritan a la ‘fachosfera’ navarra o a la que se refiere a Navarra, englobada por gentes a menudo cobijadas bajo el anonimato, pero no siempre. Muchos periodistas y opinadores han labrado fama e ingresos a base de radicalismo, menosprecios y groserías, y hay cola por la sucesión, sin olvidar las batallas de los influyentes digitales. 

La ‘fachosfera’ está nutrida de odio y maledicencia, de altanería, clasismo y machismo hediondo. Chivite, obviamente, no es la única que sufre los dislates ultras. Asiron, Cerdán, Belarra o cómo no, Sánchez, también están en la diana de insultadores a sueldo o por afición, o de lenguaraces de ego desbordado, o de exaltados que campan por X.   

‘Fachosfera’ es un concepto acuñado en 2008 por Daniel Scheneidermann, un analista de medios francés. En 2016, también en Francia, se publicó el libro La fachosfera, cómo la extrema derecha está ganando la batalla de internet, escrito por dos periodistas. En 2019, un informe de la Asamblea Nacional francesa recogió el término, que ya había llegado a titulares de periódicos como La Voz de Galicia y El Mundo en 2017. Pero el sustantivo se ha hecho popular gracias a que lo rescató recientemente Pedro Sánchez, una de las fijaciones ultras dentro y fuera de Navarra. 

Agresividad como seña

“Las características del tipo psicológico autoritario son el convencionalismo, sumisión a figuras de autoridad, agresividad, superstición, pesimismo sobre la naturaleza humana, cortoplacismo, simplismo en las soluciones a problemas complejos, obsesión con la violencia y el sexo, desconfianza ante el pensamiento no convencional (...) escribió José Luis Álvarez, doctor en Sociología hace 14 años en El País. Un sintético catálogo indiciario, como el de los pecados capitales (ira, soberbia, lujuria, pereza, envidia, gula y avaricia) para encuadrar ciertos comportamientos. Ciertamente se encuentra mucha ira, soberbia y pereza intelectual en la ‘fachosfera’.

Hay un modus operandi que se repite insistentemente, y va mucho más allá de la crítica política.El objetivo es zaherir, a menudo de la forma más lacerante e infame. Así, por ejemplo, el físico de un representante político se convierte en objeto de mofa o escarnio. De la derecha desvergonzada, que no desacomplejada, no cabe esperar apenas recato ni decoro. Sí prepotencia, demagogia, insultos y humillaciones, mediante una narrativa pretendidamente aguerrida. 

Chivite y el machismo denigrante

“Chivite traiciona a España desde Navarra”, escribió de la presidenta un conocido articulista que calificó el Cara al Sol como “himno de la esperanza y de la reconciliación”. “Está dispuesta a entregar el Viejo Reino a la colonización vecina”, afirmó también. En las cabezas de algunos, Chivite es una “traidora”, una “marquesa” o “un caballo de Troya”. La ‘fachosfera’ es un autorretrato de miserias, fijaciones o hasta del garabatos púber, como publicar una foto retocada de la presidenta con una nariz de payasa en una web de contenidos navarra. 

En perfiles anónimos Chivite aparece como “una inútil”, una “filoetarra”, “terrorista”, “marioneta de la eta” o “de la cuerda abertxandal”. Si Barkos era ‘Barcos’ por imperativo de ciertos tuiteros, ahora Chivite pasa a ser “Txibite” y hasta Sánchez se vuelve Santxez, cual gag de ‘Vaya semanita’. “Txibite acata dócilmente lo que le van dictando una recua de maromos”.  “Una tía menor de edad que necesita siempre la tutela de un tío”, “siempre intentando agradar a un tío, a veces lo de tío de forma literal”. Estas lindezas se las dedicó un columnista de un digital navarro. 

En el vale todo por el odio, la ‘fachosfera’ está nutrida de humillaciones y maledicencia. Se trata de zaherir, a menudo de la forma más lacerante

Volviendo a X, si protestan unos manifestantes contra la presidenta es que “España “no aguanta más”, y la muestra de que Chivite y Sánchez “no pueden salir a la calle”. Si carga la Policía Foral son “cipayos”, “sus perros foralillos”, “chusmerío”, o es ella misma la que “muele a palos a los currelas del campo”, para que pase “su cochazo oficial”. 

En los desvaríos ultras estamos ante una “plaga bíblica”, una “tiranía”, propia de “la calaña globalista”, que está traicionando a Navarra”. Chivite es ridiculizada como una “niña de pueblo” que “se mueve por impulsos caprichosos” o que “hará lo que diga su amo, el dictador Sánchez”. El machismo ramplón (y más zafio aún) no falta en el discurso fascistoide. Tampoco en algún caso las pulsiones más agresivas o sexuales.

Escarnio a Cerdán

El socialista Santos Cerdán aparece como un “hijo de fruta”, “friki”, “panzer” o “jabalí”. El hombre que “no perdona que UPN gane en su pueblo Milagro”, “especializado en sentarse con los facinerosos de la política”, “el sicario de Sánchez en Suiza”.

Un declarado opinador falangista le calificó de “auténtico cerdo”. “Pertenece a la piara de los gorrinos”, dijo de él otro agitador, muy conocido de las ondas. “¿A Santos Cerdán lo echas de la política y a dónde lo echas? Al vertedero de Valdemingómez. No vale para nada”, dijo en otro momento de su escarnio. 

 Asiron vilipendiado

Otro que sufre la bilis ultra es el alcalde de Pamplona, Joseba Asiron. Un “traidor”, de la “raza neardental”, “jabalí”, “títere usurpador”, “etarra” al que no le “quiere nadie”, que se “pajea con ikurriñas”. “Ya fue un pésimo alcalde, pero en las dictaduras, y el País Vasco y Navarra lo son, no se discute la gestión, sino el poder, que allí, más que nunca está en la punta de las pistolas”, escribió un conocido agitador radiofónico y digital. “El Gobierno de España ha preparado una dictadura racista y comunista con sede en Pamplona”, añadió. “Veremos si los filoetarras se anexionan Navarra” dijo un colaborador de las ondas episcopales. “Esto es destruir la identidad de un pueblo que vivía en paz”, añadió el periodista. Ampliando el foco, y siguiendo el rastro digital, Elma Saiz es “la amiguita de Bildu”, y la moción de censura en Pamplona fue un “asalto proetarra”, o dicho de otro modo, un "acuerdo ETA PSOE que da el Gobierno de Pamplona a ETA”. Esto último, según un exministro del Interior, de apellido compuesto.

Mofas a Belarra

Mención aparte merece el lenguaje respecto a la exministra navarra con titulares de este palo en un portal digital: “Vox sopapea a la antiespañola Ione Belarra”, “Carlos Herrera se pitorrea de la nueva idea de Ione Belarra”, o “Una pesadísima Belarra sigue insultando a Juan Roig”.  

Belarra ha sido calificada por cuatro opinadores como “lerda”, “mindundi”, “doña Nadie”, “lacaya de la agenda globalista” “la novia de Chucky” o adscrita al “perroflautismo”. La hoy secretaria General de Podemos recibió el apelativo de “la niña de la curva” desde dos emisoras, incluida las episcopal. “Su aspecto aniñado contrasta con esa frialdad tan navarra y ofrece un resultado inquietante: parece no tener edad para haberse sacado el carnet de conducir, pero pilota el coche de Podemos”, escribió de ella un columnista. “Forma parte del forraje que metió Sánchez en el Gobierno para poder ser presidente y vivir como un marajá”, escribió otro. “La Belarra está como una chota”, remató. Un colaborador de la televisión pública andaluza le dedicó en 2023 unos versos: “Camina con tro-pezones sin sujetador del habla, y claro, pues se le notan las intenciones que guarda”. Bochornoso es quedarse corto. 

Sánchez, cómo no

Rastreando entre las frustraciones de la ‘fachosfera’, una de sus principales pesadillas es Pedro Sánchez. Calificado todavía de “perro” (los ultras no aprenden), de “mafioso”, “Corleone”, “traidor”, “felón”, “canalla” o “el más liberticida del postfranquismo”. Un “sátrapa narcisista”, que “quiere derrocar” al rey, un presidente “más miserable de lo que creíamos”, un “necrófilo” que “ahora se graba con cadáveres para recuperar votos”, o que “profana calaveras”. La “izquierda sanchista” “ya la conforman cuatro tarados”. Hay una “dictadura de Sánchez”, y “el responsable es el votante socialista”. Otra cuenta le desea que lo sienten “en una silla eléctrica”. 

Fondo de armario ultra

Rastreando por X, y ahorrándoles otros insultos, los miembros de Bildu son calificados de “ratasunos”; la progresía de “mugresía”, con “nazionalistas”, “sozialistas”, “euskonazis” o “txiringuitos”. No falta en este repaso general la apelación a lo testicular, los SOS al Valle de los Caídos, el rechazo zafio a la Agenda 2030, la “España contra las cuerdas acorralada”, la renta básica es “la sopa boba de Navarra”, o “necesitamos un Milei”.  

La cuestión es infundir odio y denigrar. “Qué mala es la impaciencia, ahora solo toca el buen combate”, se lee una cuenta tradicionalista carlista, que también daba cuenta de un reciente homenaje en Javier a los “mártires de la tradición”, “honrando la memoria" de los requetés que comenzaron a peregrinar al castillo en 1939. 

Y qué contar finalmente sobre la mirada al vasquismo o a la vasquidad de ciertos perfiles. Dos ejemplos: El “País Vasco” o “no existe” o “solo puede ser contemplado” como un “lugar maldito”. “El vascuence es un idioma muerto” o que “solo avanza por imposición y represión del español”.