El Gobierno de Navarra ha reconocido como víctima de la policía a José Luis Cano, muerto por un disparo de la Policía Armada durante la semana pro-amnistía de 1977 en Pamplona.

El Ejecutivo foral ha comunicado a la familia la resolución, que forma parte de un segundo gran bloque de reconocimientos después de los primeros doce dictados en abril.

Cano es una de esas muertes brutales de la Transición. Todos los años, su familia y amigos le recuerdan con una concentración en la esquina de la bajada de Javier con la calle San Agustín, donde tuvieron lugar los hechos. Cano murió el viernes, 13 de mayo de 1977, como consecuencia de un tiro en la nuca disparado por un miembro de la Policía Armada, que había cargado contra un grupo de manifestantes dentro de las protestas de la semana pro-amnistía. Murió allí mismo.

El caso fue derivado a la justicia militar, donde permaneció el tiempo suficiente hasta que llegó la proclamación de la ley de amnistía de ese año. Los autores, nunca reconocidos, se beneficiaron de la ley de amnistía.

Seis muertos durante la semana pro-amnistía en Euskal Herria

Tal y como contaron en este periódico Félix Soto Azkarate y Elías Antón Murgiondo, fundadores de las Gestoras; y Mikel Bueno Urritzelki y Gotzon Garmendia Amutxastegi, historiadores, entre los días 8 y 16 de mayo de 1977 se realizó la II Semana pro-Amnistía. El objetivo era lograr la amnistía para los y las prisioneras políticas vascas. Tras varios indultos y amnistías parciales se buscó vaciar las cárceles antes de que se produjeran las elecciones generales que se iban a realizar en junio de ese año, las primeras desde la II República.

Si bien los tres primeros días transcurrieron sin incidentes (con la realización de multitud de encierros y manifestaciones), a partir del día 12 mayo se desarrolló, en toda su brutalidad, la represión del Estado.

Ese día se convocó una jornada de lucha que se tiñó de luto en Orereta cuando la Guardia Civil abrió fuego real contra la multitud, matando a Rafael Gómez Jauregui, de 72 años, e hiriendo de bala a otras siete personas, quedando dos de ellas en estado crítico.

El viernes 13, José Luis Cano Pérez, natural de Orereta, recibió un disparo en la nuca mientras estaba siendo golpeado en una calle de Iruñea por la Policía Armada. Iruña estaba tomada militarmente y Navarra se hallaba inmersa en un paro generalizado. Incluso durante el funeral de Cano la Policía cargó contra la multitud.

También el viernes 13, y nuevamente en Orereta, Gregorio Marichalar Ayestarán, de 63 años, fue tiroteado en el pecho cuando se encontraba en su balcón, situado en un tercer piso. Por la trayectoria de la bala, los médicos afirmaron que el disparo no procedía desde la calle, sino que la trayectoria era descendente, por lo que hubo sospechas de que fue un francotirador quien realizó los disparos. Herido de gravedad, murió diez días después.

El 14, también en Iruñea, Luis Santamaría Miquelena, de 72 años, falleció por un infarto tras recibir impactos de bala en su balcón, lugar en el que se encontraba mientras presenciaba los incidentes.

La Policía incluso allanó viviendas en los barrios de la Rotxapea y la Txantrea disparando botes de humo dentro de aquellas. En su consecuencia, tuvieron que ser atendidas numerosas personas, entre ellas varios bebés, por inhalación de humos y quemaduras.

El día 15 murió en Ortuella, por disparos de la Guardia Civil, Manuel Fuentes, de 30 años, al salir de un bar donde celebraba junto a su cuadrilla una despedida de soltero. En el lugar donde se encontraban no había ningún tipo de incidente.

La última muerte en esta semana fue producto del sadismo y la saña. Francisco Javier Núñez fue golpeado por antidisturbios el día 15 cuando salió de casa a comprar el periódico en Bilbao. Dos días después acudió al Palacio de Justicia a denunciar lo ocurrido, y a la salida varias personas le propinaron una paliza y le obligaron a ingerir una botella de coñac y otra de aceite de ricino, un potentísimo laxante, por lo que sufrió grandes vómitos; tuvo que ser hospitalizado, muriendo a los seis días debido a los ataques a los que se vio sometido.

El balance del mes de mayo en el conjunto de Euskal Herria es contundente: 7 muertos y 33 heridos como consecuencia de la violencia policial, 93 detenciones, 4 casos de denuncia de torturas practicadas en las comisarías y cuarteles