Stuart Valentino, un británico de Portsmouth (Inglaterra), pensó que tatuarse un pene de nada más y nada menos que 20 centímetros asomando por su pierna era una magnífica idea, además de graciosa. Con lo que el hombre no contó fue con la opinión de Samantha, su mujer, quien no consideró para nada cómico que un pene aparezca por la pierna de su marido cada vez que lleve unos pantalones cortos, por lo que decidió echarle de casa hasta que se quite el tatuaje. Visto que la gracia podía suponer el fin de su matrimonio, Stuart ha decidido someterse a varias sesiones de láser para borrar el pene de su piel que él mismo se tatúo con la máquina de su esposa. - D.N.