Durante cientos de años los faros han protegido a los marineros iluminado la noche entre los arrecifes y sirviéndoles de referencia en sus singladuras. En la actualidad, con los modernos sistemas de navegación dicen que su utilidad es relativa, aunque son muchos los navegantes que afirma que su sola presencia les tranquiliza. Su automatización hace que ya no requieran de la presencia constante del farero.

Pero estos singulares edificios son interesantes monumentos que se enfrentan al viento y al mar en lugares donde, además, se puede disfrutar de las mejores vistas. Son monumentos históricos cuya belleza continúa deslumbrándonos. En algunos casos se han reconvertidos en originales alojamientos en los que buscar la soledad y el espectáculo, en otros en centros culturales o artísticos. En cualquier caso ahora se le reconoce un valor turístico en auge.

La Torre de Hércules, sobre la ciudad de A Coruña

La península Ibérica, España y Portugal, luce en sus costas 181 faros a los que hay que sumar los de los archipiélagos canario y balear además de los Ceuta y Melilla. Los usuarios del buscador de viajes Jetcost.es han elegido los cinco más impresionantes que podemos encontrar viajando por el país y son la Torre de Hércules, en La Coruña, el faro del cabo de Gata, en Almería; el faro de cabo de Formentor, en Mallorca; el faro de Maspalomas, en Gran Canaria, y el faro de Chipiona, en Cádiz. Algunos aficionados dirán que faltan otros, como el de Orchila, en la isla del Hierro (Canarias) o el de Porto Pí en Palma de Mallorca, pero una votación y otros han quedado por delante.

Torre de Hércules (A Coruña, Galicia)

La Torre de Hércules es el único faro romano aún en funcionamiento que sigue ejerciendo las mismas funciones que cuando se levantó. Con toda probabilidad fue construido en la segunda mitad del siglo I o principios del siglo II dC por el Imperio Romano, en el finis terrae del, hasta entonces, conocido mundo, para acompañar a los barcos que bordeaban al final del continente y el punto más alejado del Imperio en Occidente. Hoy está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Faro de Cabo de Gata (Almería, Andalucía)

Ubicado en el corazón del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, este faro de 18 metros de altura fue construido debido a los numerosos barcos que naufragaron en el arrecife de Laja de Cabo. Incluso desde su base tiene unas espectaculares vistas del litoral y sus acantilados. Además, desde aquí se puede ver el famoso Arrecife de las Sirenas donde en la antigüedad vivían las focas monje que los marineros confundían con criaturas mitológicas.

Faro de cabo de Formentor (Mallorca, Islas Baleares)

El faro de Formentor comienza a iluminarse

Fue uno de los faros en las islas más difíciles de construir precisamente por su situación en la península de Formentor a 210 metros sobre el nivel del mar, también uno de los más antiguos ya que fue inaugurado en 1863 Su belleza y las espectaculares vistas que se disfrutan del litoral mediterráneo atrae a miles de turistas que deben subir la intrincada carretera, lo que ha motivado que se limiten las visitas en los meses de verano y que solo se puedan hacer en autobús, bicicleta o caminando.

Faro de Chipiona (Cádiz, Andalucía)

Es el más alto de España, con 69 metros desde la base, y uno de los mayores de Europa. Curiosamente, se trata de uno de los faros aeromarítimos proyecta una luz horizontal y otra vertical, sirviendo de guía a embarcaciones y aviones. A sus pies se unen las aguas del Guadalquivir y las del Atlántico. Se puede subir hasta la claraboya, aunque hay que superar 244 escalones. Desde 2018 se celebra la Carrera Vertical Faro de Chipiona, en la que suelen participar casi 200 personas. La carrera empieza con 50 metros lisos, subida y bajada a lo alto del faro (688 escalones en total), tras haber tocado la campana en el mirador, y 450 metros lisos al final.

Faro de Maspalomas (Gran Canaria, Islas Canarias)

Las playas y dunas de Maspalomas son, sin duda las más apreciadas, visitadas y fotografiadas de toda Canarias. El conjunto del charco de Maspalomas, el campo de dunas y el palmeral constituye una zona de gran valor ecológico. La decisión de levantar el faro de 55 metros de altura, se tomó en el lejano 1861. Por aquel entonces el lugar era un paraje deshabitado, incomunicado del resto de la isla. La luz del faro se encendió en 1890 y servía de guía a los barcos que cubrían las rutas entre Europa y América.