Síguenos en redes sociales:

Euskal Herria insólita

Intza, tras el misterio del maquis de Aralar

Navarra / Aralar es zona de tránsito discreto por su perfil montañoso, celoso de los que rehúyen miradas

Intza, tras el misterio del maquis de AralarAitor Ventureira San Miguel

Sobre el valle navarro de Araitz se elevan altivas, bellas, magnéticas, un conjunto de montañas llamadas La Malloa. Unos paredones calizos de más de mil metros de altura que acogen en su seno pequeñas aldeas en un paisaje realmente bucólico. Un grupo de montañas que han marcado el devenir, la forma de vida de quienes habitan a su sombra y que atesoran celosamente uno de esos secretos de laEuskal Herria insólita.

En este caso, buscaremos las trazas de un acontecimiento muy poco documentado; una historia que va diluyéndose en el tiempo y que debemos intentar mantenerla en el acervo común del pueblo vasco.

Para conocerla, realizaremos una dura ruta, un tanto abrupta, que nos llevara a descubrir la belleza de La Malloa de Aralar. Comenzamos el paseo en Intza, donde podemos estacionar, y tomamos la carretera siguiendo las señales en dirección a los caseríos Zubieta, Urbitarte, Barbonea y Txorroa. Tras pasar dos puentes, ascendemos al barrio Auntzin, donde topamos con un amplio camino que se dirige hacia el farallón montañoso. Por pastos, alcanzamos la ermita de Santa Cruz, que se abre ante una bella vista del entorno. Más adelante del templo, topamos con un cruce donde elegimos seguir por la izquierda, -por la derecha descenderemos- y vamos ascendiendo entre pasto y bosque, a media ladera. Tras pasar bajo unos cables usados antiguamente para bajar la hierba al valle desde estas intrincadas laderas, llegamos al paraje de Legartza Barrena. Seguimos ascendiendo y pasamos junto al saliente de Aranbeltz Malkorra para llegar al final del bosque justo cuando el sendero encuentra una curiosa entalladura, conocida como Antzustelako Lepoa. Avanzamos, ahora por zona más despejada, y salvamos un marcado desnivel hasta una hondonada. Llegamos hasta el paraje de Zotzillune, donde el sendero gira a la derecha para dirigirse directamente al collado de Asteasu. Nos estamos acercando a la zona superior de La Malloa; obviamos el sendero que, a la izquierda, va hacia el collado de Illobi y ascendemos decididamente hasta el collado de Arruta, fácilmente reconocible por el muro de piedra que lo cruza. Giramos a la izquierda para ascender en dirección a la cima que tenemos enfrente, Kurutzeaga, entre rocas y praderas. Una vez en el pequeño collado a la derecha de esta cota, buscamos hacia el E una cumbre de pasto y caliza que alcanzamos fácilmente. Esta montaña de 1.278 metros nos pone sobre la pista del misterio que nos ha traído aquí: estamos en la cima de Makimalkorra.

Ficha práctica

  • ACCESO: Hasta Intza asciende la carretera NA-7513, desde la localidad de Betelu.
  • DISTANCIA: 11 kilómetros
  • DESNIVEL: 980 metros.
  • DIFICULTAD: Difícil


Paso de maquis

Cuentan que en estos parajes, en lo alto de Aralar, hubo maquis en su tiempo. Los maquis fueron guerrilleros antifranquistas que se echaron al monte tras la guerra civil española. El término deriva del italiano “Macchia”, que se traduciría como “campo cubierto de malezas”, y lo adoptaron los guerrilleros franceses que lucharon en la Segunda Guerra Mundial, dentro de la resistencia gala contra la ocupación alemana. De esta forma, el término se empleó para denominar a las diferentes guerrillas de similares características que surgieron en Europa. En España, los maquis surgieron en la década de los 40 del siglo XX, tras la contienda civil, auspiciadas en gran medida por el partido comunista, con la intención de reinstaurar la República y derrocar el franquismo. Aralar fue una zona de paso de estos guerrilleros entre Francia y España, alguno de ellos con nombre propio, como “Juan Lanas”, “El Rubio de Aranaz”, o “Ferrán”, pero también hubo maquis de otros países de Europa.

Al parecer, en esta zona de La Malloa se accidentó un maqui en septiembre del año 1948. Su compañero, llamado Frans Joseph Rooyman, bajó a la localidad de Intza para solicitar auxilio. Ayudado por unos leñadores, descendieron al herido al pueblo, pero este falleció. El cuerpo se enterró en el cementerio de la propia localidad, junto a una botella de cristal que guardaba sus datos. Inicialmente se inscribió al fallecido como Sergio Ivanovih, oriundo de Rumania. Sin embargo, las posteriores indagaciones que se llevaron a cabo concluyeron que portaba documentación falsa y que realmente se trataría de Hans Harge Von Den Wolchow Jefeerson, natural de Polonia. Parece que el cuerpo estuvo en Intza hasta tiempos recientes, pero nada ni nadie recuerda la ubicación del mismo en el cementerio, perdiéndose su pista.

Retornamos al collado anterior y ascendemos hasta la cota de Kurutzeaga, de 1.308 metros de altura, para descender nuevamente hasta el collado de Arrunta. Desde el collado comenzamos la bajada hacia el valle, por el mismo sendero que nos ha llevado a la cima, hasta el raso de Asteasu. Giramos a izquierda, dejando a la derecha la vía de ascenso utilizada, para virar hacia nuestra izquierda siguiendo el sendero hasta las praderas de Arrateaundieta. Caminamos por un viejo sendero de trashumancia hasta el paraje de Basaun. Desde aquí, el camino varía el rumbo hacia la derecha, en claro descenso pasando por un fresno solitario, y sigue el camino que nos lleva nuevamente hasta la ermita de Santa Cruz y el barrio de Auntzin, para alcanzar el núcleo rural de Intza.