En plena desembocadura del río Bidasoa, en la bahía de Txingudi, se localiza la bella localidad labortana de Hendaia. El pueblo se divide en dos zonas: la de la preciosa playa de Ondarraitz y la del núcleo central de la misma. En este último se localizan el ayuntamiento y la iglesia de San Vicente, y es junto a este templo a donde hoy dirigimos nuestros curiosos pasos buscando la Euskal Herria insólita, concretamente una misteriosa cruz que se levanta junto al pórtico de la iglesia.

Realizaremos un sencillísimo y agradable paseo, uniendo ambos sectores en una ruta lineal desde el centro de Hendaia para terminar en el aparcamiento del Château d’Abbadie, dejándonos acariciar por la energía del Bidasoa,y el hechizo sin par del Océano. Aparcamos en el parking Allé de Gaztelu Zahar, muy cerca del centro de la localidad, y ascendemos directamente a la búsqueda de lo insólito, hasta la iglesia de San Vicente. Junto al templo, se levanta una cruz de piedra de traza griega que antiguamente se localizaba en el cementerio municipal y que presenta un misterio que aún está por descifrar.

En el brazo trasversal de la cruz, se puede leer una inscripción que dice: “OCRUXAVES PESUNICA” (AVE, OH CRUZ, LA ÚNICA ESPERANZA).

El epígrafe se ha interpretado como una referencia a Orcus, el dios del infierno para los primitivos romanos, antes de que Plutón adquiriera sus características. Orcus era el mismo que Osiris, dios de la muerte de los egipcios, quienes veían a su dios simbolizado en la estrella de Sirio, perteneciente a la constelación de la Osa Mayor. Pero aquí no queda el misterio ya que, si descendemos hacia la parte baja de la cruz de Hendaia, vemos grabado un curioso sol con rostro rodeado de estrellas.

FICHA PRÁCTICA

  • ACCESO: A Hendaia llegamos desde la localidad guipuzcoana de Irun, cruzando el Puente de Santiago. Al aparcamiento del castillo de Abbadie llegamos por la carretera D-912, desde Hendaia o bien desde Sokoa.
  • DISTANCIA: 8.5 kilómetros.
  • DESNIVEL: 50 metros.
  • DIFICULTAD: Fácil.

Para llegar a la conclusión del misterio debemos unir ambos elementos, la talla solar y la inscripción, para descubrir que nos da lo que parece un aviso: un terrible fenómeno, tal vez un cataclismo, proveniente de tal estrella, será el principio del fin.

Txingudi y Ondarraitz

Descendemos hacia la carretera D-912, junto al parking inicial, para seguir por la Rue Pierre Loti, girando a la izquierda. A los pocos metros, un cruce nos lleva a tomar hacia la derecha por la Rue des Pêcheurs. Nada más tomar esta calle, topamos con la casa donde habitó el escritor Pierre Loti, enamorado de esta región y autor de la mítica obra ‘Ramuntxo’. Una placa nos recuerda a su morador más destacado. Seguimos por esta calle para descender hasta el puerto de Caneta y toparnos con el río Bidasoa. 

Giramos a la derecha por un paseo ubicado en la ribera del río que nos permitirá disfrutar de la marisma de la bahía de Txingudi, donde acuden aves migratorias anualmente. Tranquilamente, continuamos con nuestro paseo, cruzando una pasarela de madera y llegando a las modernas instalaciones deportivas. No perdemos la traza del paseo, donde se alternan ciclistas con paseantes y niños que juegan en el concurrido parque infantil junto al que pasamos. Alcanzamos un mirador de madera que se abre sobre la marisma, para seguir pegados a la desembocadura hasta una pequeña playa de la propia marisma. Circunvalamos el arenal para llegar al puerto deportivo de Hendaia y seguimos en dirección N, para llegar a la preciosa playa de Ondarraitz. El caminar por el paseo marítimo es una auténtica delicia, tenemos la ocasión ineludible de darnos un chapuzón en la magia del Cantábrico. Pasamos junto al casino, de factura morisca, y continuamos por el paseo. El horizonte oriental lo cierran dos visibles peñascos que se llaman de diferentes formas: ‘Dunba Luzie’ y ‘Dunba Zabala’; ‘Sanson-arriyak’ (piedras de Sansón); ‘Las Gemelas’; o ‘Les Deux Jumeaux’. La leyenda cuenta que son los únicos restos visibles de una ciudad sumergida que hay bajo ellas, y que se llama Baionazahar, una herencia de nuestros posos indoeuropeos. Seguimos, obviando la carretera que sube a la derecha, y continuamos por la ruta junto al mar. Alcanzamos un cruce que, hacia la derecha, nos lleva hasta un aparcamiento donde tomamos un sendero que se introduce en el bosque a la izquierda y nos lleva hasta el caserío Larretxea, un magnífico ejemplo de arquitectura labortana. La casa es el centro de interpretación donde podemos hacer acopio de información de la zona. Frente a la puerta del caserón, hay un hermoso lavadero junto al que sale un camino asfaltado que nos lleva hasta otro caserío y continuamos por una senda desde la que se nos presenta una fantástica vista del castillo de Abbadie.

Pronto nos internamos en un pequeño bosque y salimos a una zona de praderas. Llegamos así hasta el borde de la punta de Santa Ana, donde se ubica una rosa de los vientos encima de un búnker de la segunda guerra mundial, triste recuerdo del sinsentido de los hombres en su afán por acaparar poder.

Nuestro camino continúa por bosque, hasta llegar a un punto donde observar la recóndita bahía de Loia. En este lugar se ubica el islote de Txurruta, que guarda celosamente viejas historias de corsarios y piratas que hicieron de esta pequeña playita su refugio. Solo resta seguir el sendero que sale a la carretera D-912 ‘Route de La Corniche’, donde cruzamos un paso de cebra hasta el parking del fin de la ruta.