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Euskal Herria insólita

Mesa de Lizuniaga: El ancestral acuerdo entre vecinos

Las comunidades se conocen y reconocen mediante consensos sobre intereses comunes; qué mejor que un viejo menhir para sellar uno de vecindad transfronteriza en Lapurdi y Nafarroa

Mesa de Lizuniaga: El ancestral acuerdo entre vecinosAitor Ventureira San Miguel

Escondida en un rinconcito de un bello bosque, se ubica una enorme mesa de piedra que guarda los secretos de las relaciones entre las gentes que viven a ambos lados de ese Pirineo dulce y hechizante de la tierra de los vascos. Por mucho que las fronteras se empeñen en dividir territorios culturalmente similares, es como poner puertas al mar. Durante milenios, los habitantes de los valles pirenaicos, tanto del N., como del S. de la cordillera, han mantenido un fluido nexo de unión de diferentes maneras. Una cultura, idioma, creencias y mitología comunes, pero también colaboración, acuerdos, y un largo etcétera. Una bella lección que nos enseña la importancia de estar por encima de las fronteras.

Hoy proponemos conocer los restos tangibles de esta vinculación entre las gentes de muga: la mesa de Lizuniaga. Para ello, realizaremos una ruta lineal que lleva por el puerto de Lizaeta para concluir en la propia mesa pétrea. Aparcamos en el amplio parking que encontramos en dicho puerto de Lizaeta, cota que marca la muga entre Nafarroa y Lapurdi. Damos la espalda al conocido collado de Usategieta, donde anualmente se capturan las palomas en tierras de Etxalar, siguiendo un antiquísimo sistema de caza.

Avanzamos por una pista, en dirección NW., encaminando nuestros pasos hacia la montaña de Ibanteli, cuya cumbre rocosa destaca magnética sobre las praderas. Vamos ganando altura pausadamente, por la marcada pista, hasta un cruce donde vemos un poste indicativo. Giramos hacia la derecha para alcanzar un collado desde el que la cima de Ibanteli, de 698 metros de altura, queda cercana. Una vez en la cumbre, el paisaje es extraordinario: el Larrun llama poderosamente nuestra atención, pero también las cumbres de Baztan, o las llanuras labortanas hacia el N. Tras disfrutar del bello panorama, regresamos al collado anterior para continuar girando a la derecha.

Ficha práctica


  • ACCESO: Al puerto de Lizaeta accedemos por la carretera NA-4400, desde la localidad navarra de Etxalar y por la D-306, desde la labortana Sara. A la mesa de Lizuniaga llegan las vías NA-4410, desde Bera, en Nafarroa. y la D-406, desde la misma Sara.
  • DISTANCIA: 4,5 kilómetros.
  • DESNIVEL: 400 metros.
  • DIFICULTAD: Media.

Nos introducimos en un bosque, donde el descenso se acentúa hasta llegar a un cruce donde optamos por seguir a la derecha. Pasamos junto a una de las piedras fronterizas, mojones que jalonan esta franja pirenaica, y salimos a terreno despejado en una zona de puestos de caza. Un poco más adelante, el sendero da un giro hacia nuestra izquierda, en una marcada curva, para volver a pasar por otro giro del sendero. Seguimos bajando hasta topar con una borda, justo donde el camino se topa con una pista. Avanzamos por la derecha en este cruce y pasamos junto a un búnker construido en la guerra civil española, antes de llegar al puerto de Lizuniaga. Junto a la venta, ubicada en lo alto del puerto tomamos un sendero entre un prado y el bosque que, en breve, llega a la carretera NA-4410, justo frente a la mesa de Lizuniaga, ubicada en la frontera entre Lapurdi y Nafarroa. 

Convenio de facerías

Aunque vivimos en un mundo cada vez más uniforme, donde no caben las peculiaridades de cada cultura, aún podemos vivir ritos que hunden sus raíces en lo más arcaico de la cultura de la montaña. Ritos que se siguen renovando como lo hicieron nuestros ancestros desde antaño, susurrándonos que aún sigue vigente esa atávica cultura que nos ha hecho lo que somos.

Uno de estos ritos se da precisamente, en esta mesa de Lizuniaga, junto a la que nos encontramos; una enorme mole de piedra, que posiblemente fuera un menhir reutilizado. En el año 1762, las villas de Bera, en Nafarroa, y de Sara, en Lapurdi, firmaron el ‘Convenio de Lizuniaga’. Un importante acto al que acudieron los notables de ambos pueblos, como los respectivos alcaldes y diputados. El texto original del acuerdo, nos dice literalmente: “…y dijeron que se han juntado hoy en este mediante convocatoria recíproca como en puesto y lugar acostumbrados á tratar, conferir y deliberar sobre las facerías y goce reciproco de Yerbas, y Aguas y Bellota para todos los ganados grandes y menores de ambas”.

Estamos por tanto, en un paraje en el cual, desde hace cientos de años, se renueva un pacto entre localidades vecinas para la organización, uso y disfrute de los pastos y las aguas.

Cabe pensar, y esto es tan solo una idea totalmente personal sin dato probatorio alguno, que el menhir –hoy mesa de Lizuniaga– fuera empleado para ejercer de muga entre terrenos de pastos o de clanes. Esta teoría de que los menhires fueron elementos de señalización de fronteras de territorios es una de las que avala la arqueología para explicar su función primigenia. Ser un monumento funerario o un símbolo de fertilidad masculina, son otras teorías que se barajan. 

Dejemos volar la imaginación, es hermoso pensar, por lo menos para este buscador de lo insólito, que el menhir que hoy se usa para la firma del acuerdo fuera en su inicio el testigo mudo de las lindes de la montaña.

Lo que se firma cada cinco años, aún hoy día, sobre la piedra es un viejo convenio de facerías. Una facería es una figura de derecho, propia de Nafarroa, por el que se regulan los pactos o concordias establecidas entre comunidades, a menudo fronterizas, para el aprovechamiento de los recursos naturales, como ya hemos citado.

Antiguamente, este acuerdo solo involucraba a los ayuntamientos de Sara y Bera, pero a partir del año 1979, cuando se reinstaura la tradición, participan también los pueblos de Urruña, Biriatu, Azkaine y Etxalar.

En este insólito paraje de la tierra de los vascos, damos por finalizado el paseo.