A Saioa Gaita le convencieron para hacerse donante sus profesoras de Hematología y de Inmunología, aunque fue tarea fácil. Y un día, junto a varias compañeras de la carrera de Medicina de la UPNA, acudió al Banco de Sangre a donar y allí, además de sacarle sangre, le informaron de la posibilidad de hacerse donante de médula ósea, algo muy necesario y para lo que siempre hacen falta nuevos voluntarios, especialmente jóvenes.

“Siendo estudiante de Medicina sé lo importante que es y me animé a registrarme como donante. Me hicieron unas analíticas de sangre y me dijeron que si en algún momento me necesitaban, me llamarían”, relata esta joven de 22 años vecina de Pamplona.

Saioa es una de las más de 17.000 personas que en Navarra están inscritas en el Registro de donantes de médula ósea (REDMO) del Ministerio de Sanidad, una herramienta que trabaja en red a nivel internacional de manera que, si un paciente necesita un trasplante, puede encontrar un donante compatible en cualquier parte del mundo.

Y el teléfono de Saioa sonó hace un año, en noviembre de 2024, y desde el Banco de Sangre le dijeron que era compatible con una persona que necesitaba un trasplante de médula.

“Primero ven si el paciente tiene entre su familia alguien compatible y después buscan entre las personas que estamos inscritas como donantes y resulta que yo era la más compatible y no me lo pensé. Creo que donar es un acto sencillo pero puede salvar la vida de otra persona”, rememora Saioa, a la que tan solo le dijeron que el paciente al que iba a donar vivía en Estados Unidos (EEUU).

8 horas de donación

Tras aceptar, llegó la segunda tanda de analíticas para certificar la compatibilidad y llegó el momento de la extracción de sangre. “Fueron 8 horas de donación, pero la verdad es que fue todo muy bien. Además, fue por aféresis, que es una técnica mediante la cual te sacan la sangre del brazo, pasa a una máquina que se queda con los componentes de la sangre que le interesa, en este caso, mis células madre, y el resto vuelve a salir de la máquina y te lo devuelven al torrente sanguíneo”, relata la joven, que destaca la alta calidad de la atención prestada por todos los profesionales del Banco de Sangre.

Durante la semana después, Saioa tuvo que administrarse una medicación subcutánea que por lo general suele producir sensación de fiebre, pero que en su caso no tuvo efectos secundarios.

“Yo estuve bien, sí que me bajó un poco el hierro pero a las semanas me volvieron a hacer analíticas y ya me había vuelto a recuperar. Lo cierto es que tan solo perdí una mañana, y no tuve ningún efecto adverso, y si con eso pude ayudar a alguien me quedo contenta”, señala la estudiante de Medicina, que lanza un mensaje a la población: “Yo a la gente le diría que se anime a donar, que es un acto sencillo y altruista y que sirve para mejorar la vida de otra persona. Algún día puede que cualquiera de nosotros necesitemos un trasplante.