"Usar el cigarrillo electrónico como un método para dejar de fumar es un error con consecuencias graves para la salud", dice el doctor Allan Sam, jefe del Servicio de Neumología de MD Anderson Cancer Center Madrid, quien destaca que la mayoría de esos dispositivos contienen más nicotina que el tabaco normal, lo que genera una mayor adicción y dependencia cuando se intenta dejar.
A juicio de Sam, todavía se desconoce qué efectos podrían tener para la salud. Por ello, no son la solución, aunque reconoce que en su inicio estos dispositivos electrónicos fueron concebidos como una terapia para dejar de fumar.
No se conocen aún las consecuencias a largo plazo de este tipo de dispositivos, pero los estudios ya muestran displasias, enfermedades pulmonares graves e incluso necesidad de trasplantes de pulmón en casos extremos. "Se intentaba que fueran un sustituto que simulara el hecho de volver a echar humo. Sin embargo, al sumarles más carga de nicotina que la que contiene el cigarrillo tradicional no se soluciona el problema, porque se vuelven más adictivos", dice. Estos vapeadores, sostiene el especialista, resultan del todo infructuosos para dejar de fumar, "aunque recuerden al humo del trabajo tradicional".
De acuerdo con el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, "los cigarrillos electrónicos, denominados Dispositivos Susceptibles de Liberación de Nicotina (Ley 28/2005 y Real Decreto 579/2017), están incluidos en la categoría de productos relacionados con el tabaco. Se han encontrado sustancias cancerígenas en líquidos y vapor de cigarrillos electrónicos, por lo que no se pueden excluir los riesgos para la salud asociados al uso o exposición al vapor". Por todo ello, Sanidad no recomienda su uso como una estrategia para salir del tabaquismo.
Entre adolescentes
El jefe del Servicio de Neumología de MD Anderson Cancer Center Madrid explica que el problema del tabaco reside en la adicción que provoca la nicotina, "un estimulante. Al tabaco se le considera una droga porque genera síndrome de abstinencia y eso es precisamente por la nicotina. Al ser adictiva, se sigue consumiendo", explica.
"Los vapeadores, los de cartucho cerrado, que están aprobados principalmente en Europa, son los que llevan concentraciones más altas de nicotina, generando una mayor adicción que el cigarrillo tradicional. Y a mayor carga de nicotina se origina una mayor dependencia", añade, y advierte también de que el vapeador se ha puesto de moda entre la población adolescente, y hoy existen tasas de tabaquismo por vapeo casi equiparables a las de tabaquismo tradicional en edades tempranas, especialmente entre los 16 y los 20 años.
En el Estado español prácticamente la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años ha utilizado en alguna ocasión cigarrillos electrónicos (48,4%), siendo más frecuente entre los chicos que entre las chicas, con independencia de la edad. Esta proporción supone un incremento de más del doble en dos años.
"Su proliferación en redes sociales de la mano de influencers juveniles, además de los sabores atractivos que se están añadiendo a este tipo de productos, son en parte responsables del aumento de usuarios jóvenes", apunta este especialista. De hecho, en Europa ya se están empezando a regular, y los sabores se han prohibido en los vapeadores cerrados, aunque en aquellos que incluyen un tanque sí están permitidos. "El hecho de que la mezcla para generar este vapor de agua conlleve formaldehído, un cancerígeno, lleva a pensar que el vapeador a largo plazo puede provocar cáncer de algún tipo, a nivel orofaríngeo e incluso pulmonar", sostiene.
Es más, algunos estudios ya han detectado secuelas en la salud de los usuarios. "En las muestras de Anatomía Patológica que se han obtenido de ciertos vapeadores sí se llegan a observar displasias a nivel de todo el aparato respiratorio, y en algunos casos enfermedades pulmonares bastante graves en jóvenes que utilizan con frecuencia vapeadores, llegando a necesitarse incluso trasplantes pulmonares en aquellos que mezclaban aceite de cannabis con su vapeador habitual", alerta el doctor Sam. Se han hallado efectos fisiológicos adversos en las vías respiratorias similares a aquellos asociados al humo del tabaco y se sabe de sustancias cancerígenas en líquidos y emisiones de cigarrillos electrónicos.
El consejo del neumólogo de MD Anderson Madrid es claro: "No fumar, no vapear y no calentar el tabaco. El vapeador nunca puede ser un sustituto. Solo el hecho de calentar la glicerina y formar formaldehído provoca que se introduzcan sustancias en el cuerpo que no son benignas y que, a largo plazo, lo más probable es que vayan a generar problemas graves". Algo que no todos los usuarios saben.