Son de las pocas personas que no lucirán pañuelico durante estos Sanfermines (por razones operativas) . Pero su papel es crucial para la que la fiesta sea plena para la mayoría de los pamploneses y pamplonesas, y de los foráneos y foráneas que van a visitar Pamplona durante estos días. Son los agentes de los diferentes Cuerpos de Policía que trabajarán el corazón de la celebración para garantizar la buena marcha de los festejos.

El inspector Manu Iribarren, de 50 años y con 28 años de experiencia en Policía Municipal de Pamplona, es el responsable del operativo del Casco Viejo en el turno de noche. Junto a él se encuentra el agente primero de la Policía Foral Ricardo Mendive, de la misma edad y con una trayectoria de 22 años en el Cuerpo autonómico, quien trabajará en el dispositivo de seguridad ciudadana que atenderá las incidencias que surjan en Pamplona durante las fiestas.

El primer pensamiento que asalta a estos agentes de la Policía Municipal y de la Policía Foral cuando escuchan la palabra Sanfermines es “trabajo”. Ambos son conscientes de que la conciliación laboral y personal durante las fiestas se va complicando con el paso de los años. “Trabajamos siete de los nueve días. Cuando eres joven puedes trabajar y disfrutar de las fiestas. Pero cuando vas cumpliendo años, eso cada vez es más difícil, porque el trabajo policial en Sanfermines tiene un desgaste físico, además de mental. Patrullamos a pie, con altas temperaturas, se alarga la jornada una hora, con lo cual trabajamos jornadas de nueve horas, y el equipo que llevamos encima pesa 8 kilos”, explica Manu, que a pesar de todo asegura que “aun con todo, intentamos disfrutar las fiestas: un día con la familia y un día con los amigos, pero no mucho más. No merece la pena”.

"Cuando eres joven puedes trabajar y disfrutar de las fiestas. Pero cuando vas cumpliendo años, eso cada vez es más difícil"

Manu Iribarren - Policía municipal

 “En Policía Foral, además de patrullar en Pamplona, también tenemos que vigilar las zonas residenciales de la Comarca de Pamplona. Las urbanizaciones se vacían para ver los fuegos artificiales y nuestras patrullas del turno de tarde, muchos compañeros, aunque es voluntario, salen a patrullar por las zonas residenciales para prevenir fuegos en domicilios”, señala Ricardo, que durante 14 años trabajó como escolta en Sanfermines. “Es complicado, aunque depende del perfil de la persona. Afortunadamente, yo he tenido que servir con personas con una vida ordenada, con compromisos institucionales y familia. Son muchas horas de trabajo, muchas horas de estar de pie. Yo no he tenido problemas feos, serios con ciudadanos, por muy influenciados que estuviesen”.

“Los días 6 y 7 son complicados”, coinciden ambos agentes, también el fin de semana. “Se exige que haya un 100% de la plantilla trabajando esos días”, indica Manu, que destaca que “desde 2004 la forma de trabajar cambió y comenzamos a patrullar a pie en Sanfermines. Se trata de que se nos vea. Antes se acudía a requerimiento en un vehículo cuando había alguna incidencia”.

De 12 a 14 kilómetros a pie, todas las noches

Son nueve horas en la calle, de noche, rodeados de grandes aglomeraciones, en muchos casos influenciadas por el alcohol y/o otras sustancias. “Hacemos una media de 12 a 14 kilómetros andando cada noche. Hay que tener mucha mano izquierda. Nuestro nivel de tolerancia es mayor, porque nos han echado katxis de kalimotxo, cerveza... Te faltan al respeto, pero también hay gente que te agradece tu trabajo”, resalta Manu, que tiene bajo su mando a 30 policías. “Es mucha responsabilidad”. 

Tanto la Policía Municipal como la Policía Foral despliegan “grupos volantes” –que se desplazan de una zona a otra– formados por 4 o 5 agentes. “Cuantos más agentes somos, mejor. Porque esto tiene un efecto disuasorio, relajante sobre la gente. Porque la realidad es que la mayoría de la gente no quiere problemas”, asevera Ricardo. Al respecto, añade que “un dogma de fe que tenemos es no convertir una infracción administrativa en un problema mayor”. “Tenemos que valorar cómo intervenir, por ejemplo, con alguien que está vendiendo bocadillos en la calle, o cuando alguien está orinando. Se denuncian este tipo de infracciones, y mucho, pero no a todos. Hay que valorar las circunstancias y ver si nuestra intervención puede motivar un problema mayor”, completa Manu.

Ambos policías afirman que “hay que poner en valor que con toda la gente que hay, las infracciones, peleas, etc, son proporcionalmente menos que las que tenemos un fin de semana. La gente lo que quiere es disfrutar. Hay compañeros que dicen que la fiesta se regula sola. En algunos aspectos es verdad, porque la gente quiere divertirse, disfrutar. Nos lo merecemos todos y hay que intentar evitar enfrentamientos, peleas...”, recalcan Ricardo y Manu. “Nosotros estamos para intentar garantizar que la gente disfrute de la fiesta. Intentamos minimizar los problemas que surjan para que la fiesta continúe”, inciden.

“Nosotros estamos para intentar garantizar que la gente disfrute de la fiesta. Intentamos minimizar los problemas que surjan para que la fiesta continúe”

Ricardo Mendive - Policía foral

Además de patrullar de noche, la Policía Municipal y la Policía Foral también participan en los preparativos del encierro. “Tenemos que escoltar a los camiones que limpian la calle. La gente se toma deportivamente el chorro. Es un servicio que me gusta. Estás con gente que lleva toda la noche pasándoselo bien”, admite Ricardo. “Hay mucha gente con la que entablas conversación. Recuerdo que hable con unos policías venidos desde Israel, que al verme uniformado se acercaron a mí y estuvimos dialogando”. “Cuando la gente toma cuatro copas, habla mucho. Y si tienes capote, te cuentan más de la cuenta”, bromea Manu.

Los momentos más emocionantes

“El momento más emocionante, el que más ilusión hace a cualquier policía municipal, es a las 12.10 horas del día 6 cuando se abren las puertas de la Casa Consistorial y salen los gaiteros y los txistularis. Es el culmen de la fiesta, incluso nosotros bailamos, porque es el mayor momento de alegría. La gente del Cuerpo se pega por estar en ese servicio. Se te pone la carne de gallina”, manifiesta Manu, que también comenta que “otro momento muy bonito es la procesión, estar en primera línea con la Corporación. Es un momento emotivo”.

Para Ricardo, “el momento del encierrillo, todo el mundo en silencio... es muy especial. Si lo intentásemos imponer, sería imposible. Pero surge de forma natural”, y destaca que “después de despejar el recorrido del encierro, nos retiramos en formación hacia la plaza. La gente nos aplaude desde el vallado, desde los balcones. Es algo espontáneo, nadie incita a hacerlo. Y vas con los tuyos tan orgulloso que no cabes en la uniformidad. Es muy bonito”.

Ni Manu ni Ricardo son ajenos a los episodios más negros de la fiesta. Al inspector de la Policía Municipal le tocó intervenir en primera instancia con la víctima de La Manada. “Fuimos los primeros en llegar y e dije a mi compañera que hablase con ella, porque por procedimiento si hay una mujer, interviene ella. Es algo que me llevaré toda la vida. Son las situaciones más duras, en las que tenemos que hacer nuestro trabajo de la manera más profesional, pero que personalmente te tocan”, recalca Manu, quien reitera que “la gente tiene que confiar en nosotros. Tienen que saber que no nos movemos por el Casco Viejo y actuamos de manera caprichosa. Todas las intervenciones están motivadas”. “Nuestra presencia es garantía de una fiesta segura. Sin nosotros, sería una fiesta menos libre, porque no todos los ciudadanos podrían disfrutar de la fiesta libremente”, finaliza Ricardo.