Aitor Huarte Usurbil nació en Pamplona el 8 de mayo de 1998 y el 6 de julio ya pululaba por el Casco Viejo montado en una silleta. “En casa, tengo algunas fotos en la antigua Plaza del Castillo vestido de blanco y rojo”, comenta.

Sus padres, Marino Huarte y Mati Usurbil, fueron dantzaris municipales y “me metieron la vena folclórica” que le ha convertido en un sanferminero de los pies a la cabeza.

El día 6 toca en el zaguán del Ayuntamiento la biribilketa de Gainza -la primera canción de las fiestas-, el día 7 desfila en la procesión vestido de dantzari de Duguna o como txistulari de la Comparsa, toca el txistu con Braulia y, para rematar, es boina verde en la Plaza de Toros. Casi nada.

Aitor se levantó el 6 de julio a las ocho de la mañana, aunque para esa hora ya estaba despierto. “Cuando ha sonado la alarma he pensado ‘uf, por fin’. No he estado mucho rato en casa. Me he vestido de blanco lo más rápido posible y a las ocho y media he quedado con mi cuadrilla para subir andando al Casco Viejo a almorzar”, relata. 

"Cuando el 6 de julio sonó la alarma pensé ‘uf, por fin’"

Aitor Huarte - Txistulari y boina verde

Tras reponer fuerzas, se dirigió al zaguán del Ayuntamiento, donde aguardó con nervios a que las manecillas del reloj de la Plaza Consistorial dieran las doce del mediodía. 1.096 días después, la biribilketa de Gainza volvió a resonar en Iruña. “Cuando se abrieron las puertas para salir a la plaza semtimos de nuevo todo el calor de la gente”, describía. 

Aitor tocó por primera vez en el interior del Ayuntamiento en 2013, cuando cuatro arrantzales colgaron una ikurriña gigante que tapó la fachada de la Casa Consistorial . “Llegó la hora del Chupinazo y pensaba que ya lo habían tirado, pero me fijé en el móvil de un txistulari y vi una foto de la fachada tapada por una ikurriña gigante. El zaguán empezó a ser un hervidero de policías municipales y algún que otro txistulari comenzó a tocar la sintonía de la película Loca academia de policía”, recuerda.

9 días sin parar quieto

“Llega un momento en el que el dolor de pies es inaguantable”

En San Fermín, Aitor no para quieto. Se levanta a las ocho y cuarto, se viste de casero, coge el txistu y el tambor y pone rumbo al Palacio Ezpeleta o la Estación de Autobuses, donde esperan los gigantes y kilikis. “Podría levantarme un cuarto de hora antes para ver el encierro en la tele, pero aprovecho para dormir lo máximo posible”, apunta.

El txistulari toca pasacalles detrás de Braulia, la reina americana, desde el 8 de julio de 2018. “Lo recuerdo como si fuera ayer. Es un privilegio tocar con la Comparsa y sus txistularis. Lo más bonito es que estás a pie de calle y tocas rodeado de gente. Además, que la reina americana sea el único gigante que tiene acompañamiento de txistularis lo hace aún más especial”, confiesa.

"Lo más bonito es que estás a pie de calle y tocas rodeado de gente"

Aitor Huarte - Txistulari y boina verde

Tras cinco horas de pasacalles, vuelve a casa, come y descansa una hora escasa. Entre medio, saca un pequeño hueco para ver el encierro de esa mañana y a las 17:00 horas ya está en la Plaza de Toros, donde trabaja como boina verde desde 2016.

“Siempre he estado en la puerta ocho de grada sol. Mi trabajo consiste en ayudar al público a que se coloque en sus localidades y cuando empieza la corrida estamos en la puerta vigilando para que no haya ningún inconveniente”, explica.

Normalmente, la tarde es tranquila, pero a veces se complica. “Existe una norma mítica. Cuando el toro sale al ruedo, las puertas se cierran y no se puede acceder al interior desde el pasillo. Hay gente que no la entiende y además se lo toma mal”, lamenta. 

Aún así, se lo pasa en grande y ha fraguado bonitas amistades. “La mayoría de las localidades son de abonados y todas las tardes ves a la misma gente. Se crea un ambiente cercano, nos dan de merendar y ese buen rollo se traslada al resto del año porque cuando te los juntas por la calle parece que los conoces de toda la vida”, afirma.

Después de la faena, salta al ruedo y con su cuadrilla sale por el callejón al compás de la música de las peñas. “Nos echamos unos potes detrás de una txaranga y vemos algún concierto. Pero llega un momento en que el dolor de pies y el cansancio es inaguantable, así que dejo a mis amigos de juerga y me retiro a descansar”, confiesa. A la mañana siguiente, vuelve a la carga. 

Además, desde 2017 participa en la procesión de San Fermín. Unas veces desfila vestido de dantzari -es txistulari de Duguna, el grupo municipal de dantzaris de Iruña- y otras va detrás de Braulia. “Es un honor formar parte de la procesión. Soy ateo, pero para mí supera lo meramente religioso, es un acto de ciudad. Cultural y folclóricamente es espectacular”, defiende.

"Es un honor formar parte de la procesión. Soy ateo, pero para mí supera lo meramente religioso, es un acto de ciudad. Cultural y folclóricamente es espectacular"

Aitor Huarte - Txistulari y boina verde

De todos los momenticos que vive esa mañana destaca dos. El primero, cuando la corporación municipal alcanza el atrio de la Catedral mientras replican las campanas, suena la música de La Pamplonesa, los timbaleros y los txistularis y bailan los gigantes. “También es muy bonito el Agur Jaunak que tocan los txistularis a San Fermín en el pozo de San Saturnino”, incide. 

San Fermín de “crío”

“Le tiraba de las orejas a mi aita porque tenía miedo a los gigantes” 

Su familia también es muy sanferminera -su hermana Irati se fue unos Sanfermines a Disneyland Paris y dijo que no se iba “nunca más”- y guarda bonitos recuerdos con ellos.

Por ejemplo, subir “de crío” a los gigantes a hombros de su padre “y cuando nos acercábamos hacia ellos, aún lejos, le tiraba de las orejas hacia atrás como si estuviera montado en un caballo porque les tenía miedo”, los almuerzos en la bajera del tío Carmelo, los txupinazos en Antoniutti o el Paseo Sarasate, los madrugones con Irati para ver el encierro o los bailables de la plaza del Castillo con su madre “mientras esperábamos a mi aita que salía de los toros manchado hasta arriba.

Y tengo muchos más recuerdos, pero necesitaría una Biblia para contarlos”, bromea.