Harina y huevos. De salsa, mostaza o ketchup. Por último, el maridaje, a elegir entre cava o vino. Aunque a priori puedan parecen los ingredientes y la bebida de un menú sencillo, la realidad es que es la combinación explosiva que lanzaban los jóvenes hace ya más de una década en la plaza Consistorial para celebrar el Chupinazo.

Dependiendo de la temperatura que hiciera aquel año, abundaban más los sólidos y menos los líquidos o viceversa, pero el resultado era el mismo: salir de la plaza cubierto de una pasta indescriptible donde el color predominante era el amarillo. Tras el Chupinazo, las calles de la capital foral se dividían claramente en dos ambientes: los jóvenes embadurnados que solo querían disfrutar de la fiesta y los más mayores o los ‘limpios’, que intentaban a toda costa esquivar a duras penas al primer grupo. Tampoco faltaban sus muecas de asco al tener que respirar la ‘esencia’ sanferminera, fruto de este cóctel imposible.

Este Chupinazo tan colorido tuvo su fin hace 11 años, como queda reflejado en las normas generales del bando de San Fermín del 2012: “Al objeto de evitar suciedad en las fachadas de la plaza y que el acto se pueda desarrollar con normalidad, está prohibido introducir en la plaza Consistorial: huevos, globos con pintura y objetos similares susceptibles de poder arrojarse contra las fachadas ensuciándolas y distorsionando el acto.”

Pese a este cambio de normativa, el Chupinazo sigue siendo un día en el que no conviene llevar las mejores galas puesto que nadie hasta la fecha ha conseguido llegar a su casa de blanco impoluto.

Jóvenes recibiendo una ducha de agua en un Chupinazo actual. | FOTO: ARCHIVO

En constante cambio

La fiesta, como si de un ente vivo se tratara, evoluciona año a año y ha ido incorporando las últimas tendencias a sus 204 horas de jolgorio. La tecnología es un ejemplo de ello. No hay más que recordar el Chupinazo del 2022 en el que el Ayuntamiento utilizó por primera vez un dron para recoger el lanzamiento del cohete por Juan Carlos Unzué, todo ello desde el aire.

Pese a esto, es llamativo que en cualquier acontecimiento que se precie sea habitual el uso del móvil. Excepto en el Chupinazo, que a pesar de ser un momento único seguido por millones de personas en todo el planeta, la gente tiene guardado el smartphone y se olvida de la búsqueda incesante de la instantánea, para alzar su ‘pañuelico’ y disfrutar del momento. Una prueba irrefutable de que son... unas fiestas sin igual.