Síguenos en redes sociales:

Sara Dowlin, un remanso de paz y elegancia

La cantante británica encandiló al público de la plaza de la Compañía con su jazz sinuoso y lleno de matices

Las mejores fotos del concierto de Sara Dowlin en CompañíaAnne Arguiñáriz

14

Lunes, 10 de julio. Las fiestas alcanzan su ecuador con la tranquilidad de los días de entre semana, disfrutando de los espacios que van quedando libres en los bares y en las calles. Pamplona sigue teniendo ambiente y pulso sanferminero, y ahora se convierte en un lugar más amable. Después de varias noches disfrutando los conciertos más multitudinarios de las fiestas, situados este año en la Plaza del Castillo, llega también el momento de asomarse a otros escenarios. A veces da la sensación de que pasa demasiado desapercibido, pero hay que destacar que el programa festivo ofrece una variada, rica y múltiple oferta cultural, en este caso musical, con propuestas muy distintas y para todos los públicos. En lo concerniente a las actuaciones de la plaza de la Compañía, todos los días se ofrece un doble cartel: a las 20.00 horas, un artista local; a las 23.30, dos ciclos con nombres internacionales (del 6 al 9, Músicas del mundo, y del 10 al 13, Jazzfermín). Puede que sean ofertas dirigidas a un público más exclusivo que las de los grandes nombres de la Plaza del Castillo, pero en absoluto desmerecen el nivel de calidad y, lo que es más importante, abren el abanico de posibilidades de manera notable.

Centrándonos en los conciertos de las 23.30, dedicados a artistas internacionales, el domingo concluyeron las sesiones dedicadas a las músicas del mundo, por las que desfilaron artistas como el DJ Don Letts, los locales Skabidean y la banda chilena de Chico Trujillo. El lunes, abriendo el ciclo de Jazzfermín, llegó el turno de recibir a la británica Sara Dowlin, una de las voces más reconocidas del Reino Unido (fue galardonada con el premio a la mejor vocalista en los British Jazz Awards de 2019). En medio del bullicio del casco viejo, lleno de bares y gente que reía, bebía, bailaba y celebraba, la plaza de la Compañía era un remanso de paz y tranquilidad, con Sara Dowlin comandando un exquisito cuarteto (le acompañaban piano, contrabajo y batería) y facturando un jazz elegante y sinuoso, lleno de matices que, sorprendentemente para las fechas en las que estamos, podían escucharse con absoluta nitidez. Las sillas que se habían colocado estaban todas ocupadas y había más gente de pie y sentada en los alrededores. Conforme la actuación fue avanzando, se unieron también muchos que, casualmente, pasaban por allí y quedaban embrujados por la voz de la cantante.

A veces de pie y a veces sentada en un taburete, pero siempre perfectamente acompañado por el fino trío instrumental, Sara interpretó temas propios, como Phoenix from the ashes, compuesta durante la pandemia, y algunos estándares del jazz, como el Ruby, my dear, de Thelonious Monk, o el Trav’lin light, de Billie Holiday. Con una voz muy personal, se paseó por el jazz, pero también hizo escalas en la bossa nova y la salsa, que definió como una mezcla de tristeza y alegría, demostrando en todo momento gusto y solvencia. Supo también ceder protagonismo a sus músicos, que la acompañaron fielmente en sus acercamiento a los distintos estilos a los que se acercó y que se lucieron con varios solos instrumentales, muy apreciados por el público, que disfrutó del concierto en un respetuoso y emotivo silencio. Dicen que hay muchos Sanfermines distintos, y este paréntesis de tranquilidad y elegancia que ofrece la plaza de la Compañía merece mucho la pena.